El Bar?a pasa cerrando los pu?os
El equipo azulgrana encaj¨® un gol muy pronto y remont¨® a base de coraje con dos goles de Luis Enrique y uno de Saviola
Apretando los pu?os y cerrando los ojos, de manera taquic¨¢rdica si se quiere, con el sufrimiento de un equipo peque?o, pero con grandes jugadores, el Barcelona sell¨® su pase a las semifinales de la Liga de Campeones en un partido que tuvo siempre el sabor de la antigua Copa de Europa, por cambiante, interrumpido, excitante y dif¨ªcil de digerir.
M¨¢s que por la combatividad del Panathinaikos, que no par¨® hasta que el ¨¢rbitro dijo basta, el partido dur¨® lo que no est¨¢ escrito por el car¨¢cter camale¨®nico del propio Bar?a. Irreconocibles hasta el descanso, los azulgrana remontaron en un cuarto de hora, se?al inequ¨ªvoca de lo incontenible que resulta cuando engrasa su m¨¢quina ofensiva y de lo accesible que resulta si prescinde de la pelota.
El partido naci¨® sorprendentemente sin tensi¨®n, y el Barcelona se desanim¨® de manera sobrecogedora, sorprendido por la falta de calor de la hinchada, que se hizo el remol¨®n, aturdida nada m¨¢s empezar por el gatillo de Konstantinou. El ariete chipriota se encontr¨® tan a gusto que remat¨® en la primera pelota que agarr¨® y la clav¨® justo a la cepa del poste izquierdo de Bonano. La jugada retrat¨® la desgana y desubicaci¨®n azulgrana en un partido que no admit¨ªa un solo despiste: Frank de Boer dimiti¨® de manera escandalosa, flotando al delantero.
V¨ªctima de un ataque de p¨¢nico, el Barcelona dej¨® el partido a merced del Panathinaikos, que no marc¨® de nuevo por el canto de un duro. Los griegos sacaron del partido a los azulgrana con un buen juego de posici¨®n, tapando la l¨ªnea de pase m¨¢s que presionando, y practicando una interesante defensa de ayudas. Es la historia de siempre. No hay partido en el que el contrario no parezca un equipo m¨¢s organizado y trabajado que el barcelonista.
Enredados en pases tan reiterativos como in¨²tiles, faltos de juego y sobrados de conducci¨®n, imprecisos por nerviosos, los azulgrana ¨²nicamente pudieron atrapar el partido por la v¨ªa an¨ªmica e inconformista. Saviola le reban¨® una pelota a Fissas y concect¨® con Luis Enrique, llegador, carn¨ªvoro, siempre con ganas de marcar y de ganar. Pese a llegar en buen momento y agitar a la grada, el empate no consigui¨® serenar al Barcelona, que ni desbordaba ni centraba, no lograba abrir el campo ni con Overmars ni los laterales y ante la lentitud de sus maniobras echaba en falta un referente ofensivo.
Puesto que Rexach siempre despliega el equipo a partir de cuatro y hasta cinco defensas, sin atender al n¨²mero y el rango de delanteros que dispone el contrario, el nudo de la alineaci¨®n est¨¢ siempre en la delantera, y ayer ten¨ªa excedentes. Le sobraba un punta y prescindi¨® de Kluivert en una decisi¨®n m¨¢s pol¨ªtica que futbol¨ªstica. Mantuvo a Saviola, que ven¨ªa de marcar dos goles en San Mam¨¦s; prefiri¨® a Rivaldo, m¨¢s que nada porque intimida a¨²n estando cojo; y repiti¨® con Overmars, para atacar al menos por un costado. El juego se centrifug¨® malamente; el ¨¢rea qued¨® despejada porque no fue nunca punto de estancia ni de llegada, y el Panathinaikos defendi¨® con una comodidad sorprendente ante la ausencia de un ariete que descolgara los centros o tirara paredes.
Por si ya era controvertido su plan de salida, m¨¢s dif¨ªcil de entender la reacci¨®n de Charly en la jugada previa al descanso, no por el cambio que pareci¨® de lo m¨¢s sensato, sino por el momento: aprovechando un libre indirecto sobre la porter¨ªa de Nikopolidis, el t¨¦cnico retir¨® a Coco para dar entrada a Kluivert, una intervenci¨®n que se antoja in¨¦dita o cuanto menos la memoria futbol¨ªstica no alcanza a recordar nada parecido. La jugada acab¨® como el rosario de la aurora y con Luis Enrique mandando a paseo a Frank de Boer con una bronca de mil demonios.
Rexach hab¨ªa decidido jug¨¢rsela con una zaga de tres. Markari¨¢n le combati¨® con un cambio que pareci¨® inteligente: puso a un segunda punta, el veloz Olisadebe, que se dej¨® caer sobre Frank de Boer. Empezaba entonces el partido de verdad. El Barcelona era por fin un equipo reconocible, de naturaleza ofensiva, ocupando las dos bandas con Luis Enrique como segundo extremo, abriendo el campo para las entradas de Saviola y Kluivert. Los azulgrana tardaron un cuarto de hora justo en salvar la eliminatoria con dos preciosos tantos, uno de Luis Enrique a la salida de una falta, y el otro de Saviola, habilitado estupendamente por Xavi.
El Bar?a estuvo fresco y atrevido el rato justo para despellejar al Panathinaikos y entregarse despu¨¦s durante la media hora que quedaba al gobierno del medio centro. Olisadebe tuvo el segundo gol en la punta de la bota, pero Puyol sac¨® la pelota en la misma l¨ªnea mientras Bonano, mal herido, era retirado despu¨¦s de quedar mal parado en la jugada.
Y as¨ª hasta el final. Ni Gaspart lo aguant¨® y se retir¨® del palco. El Panathinaikos remat¨® hasta tres veces y si no marc¨® fue porque ayer era la noche del Bar?a.
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