El Depor festeja la dimisi¨®n del Madrid
El equipo de Del Bosque se hace invisible en Riazor y facilita la goleada del conjunto gallego, que se proclama subcampe¨®n
O sale triunfante de Glasgow o al Madrid le aguarda la penitencia de unas vacaciones m¨¢s cortas de lo habitual por el fastidioso tr¨¢mite de la fase previa de la Liga de Campeones. Porque en Riazor no sucedi¨® anoche nada que no estuviese previsto de antemano: el Madrid sali¨® a cumplir un tr¨¢mite, a pasar cuanto antes ese partido pu?etero, en definici¨®n del propio Del Bosque, y entreg¨® el segundo puesto de la Liga al Deportivo. Si el Madrid no sali¨® humillado de Riazor y el choque mantuvo la incertidumbre hasta poco antes del descanso fue ¨²nicamente porque el Deportivo, sin Trist¨¢n, extravi¨® la punter¨ªa. En cuanto entr¨® el primer gol, el partido se convirti¨® lo que se esperaba: un festejo del Depor por su magn¨ªfica campa?a ante la anunciada dimisi¨®n del Madrid.
Qu¨¦ extra?o juego el f¨²tbol, deporte caprichoso e imprevisible, capaz de demoler en un parpadeo lo que hasta un segundo antes parec¨ªa una verdad absoluta. Que se lo digan a Makaay, el villano de la primera parte de anoche, el centro de los reproches del p¨²blico y hasta de alg¨²n compa?ero como Molina, que le ech¨® una bronca de padre y se?or m¨ªo a la vista de todos. Con Trist¨¢n lesionado, el Deportivo hab¨ªa pasado la primera parte derrochando una ocasi¨®n tras otra ante un Madrid invisible, apenas de cuerpo presente. La inanidad del Depor en el ¨¢rea se encarnaba en la figura de Makaay, est¨¢tico, perdido y temeroso en el disparo, como si la deslumbrante temporada de Trist¨¢n le hubiese comido la moral definitivamente. Y en esto aparece Valer¨®n, Makaay tira el primer desmarque con intenci¨®n de toda la noche y el holand¨¦s recibe junto al v¨¦rtice derecho del ¨¢rea. Levanta la cabeza, ve a C¨¦sar a media salida y suavemente, en un gol m¨¢s propio de Trist¨¢n que de ¨¦l mismo, pica el bal¨®n al palo contrario. Un gol formidable con el protagonista m¨¢s inesperado, una de esas rarezas que depara el f¨²tbol.
Antes del hermoso gol de Makaay, el partido se hab¨ªa atenido estrictamente a las previsiones. El Madrid s¨®lo enga?¨® durante diez minutos, en los que dio la impresi¨®n de que se iba a tomar el choque con cierto inter¨¦s y hasta remat¨® un par de veces con cierto peligro. Hasta que el Depor se puso las pilas y el Madrid dimiti¨® inmediatamente sin necesidad de insistirle mucho. La lista de desaparecidos la encabezaron Zidane y Roberto Carlos, los dos futbolistas con m¨¢s jerarqu¨ªa en la alineaci¨®n de anoche, y que deb¨ªan de andar ya de visita tur¨ªstica persiguiendo monstruos por los lagos de Escocia. En cuanto el Depor apret¨® un poco quedaron tambi¨¦n al descubierto las carencias de la defensa del Madrid, en la que Del Bosque prefiri¨® reservar a Hierro, mantener a Karanka en el cuarto oscuro y brindar la ocasi¨®n a los tiernos Rub¨¦n y Pav¨®n, que se salvaron de que no estaba Trist¨¢n. Pero ser¨ªa injusto echarle la culpa a los chicos, porque los m¨¢s curtidos tampoco se lucieron demasiado. El vigoroso M¨ªchel, por ejemplo, que volvi¨® a vivir el calvario que le toca siempre que se enfrenta a Fran, una tortura que el lateral madridista ya prob¨® en sus tiempos del Celta. Del Bosque acab¨® por apiadarse de su chico y le libr¨® del tormento cambi¨¢ndole por Geremi. Y de paso, tambi¨¦n quit¨® de en medio a aquel se?or que dec¨ªan que era Zidane.
Fran ha acabado la temporada como un ca?¨®n, contradiciendo a los que ya se apresuraban a jubilarle. Ha perdido protagonismo en el equipo y le faltan fuerza y velocidad para desbordar como en sus mejores tiempos. Pero sabe jugar al f¨²tbol tan bien que ha aprendido a enmascarar sus flaquezas y a administrar su arsenal t¨¦cnico y su inigualable visi¨®n para el pase. Y adem¨¢s hace jugar a cualquier lateral, en este caso a un Romero que ofreci¨® un impresionante despliegue y present¨® instancia para un puesto en el Mundial. Si por fuera se asoci¨® con Romero, por dentro Fran busc¨® siempre la compa?¨ªa de Valer¨®n que, comp¨¢s en mano, trazaba l¨ªneas de pase por todos los huecos de la defensa del Madrid. Mediado el primer tiempo, el Depor ya empez¨® a pasearse. Pero faltaba el gol, que tuvieron a tiro, de frente a C¨¦sar, Makaay, Fran y Sergio. Cuando la falta de punter¨ªa ya empezaba a ser preocupante, resucit¨® Makaay, justo un momento antes del descanso, y el partido qued¨® sentenciado con un solo gol.
Irureta tir¨® de librillo tras el descanso, cedi¨® la pelota al Madrid y pidi¨® paciencia para esperar un contragolpe. El Madrid tuvo m¨¢s bal¨®n que en la primera parte, pero su presencia fue igual de intrascendente. Al final hasta parece que se cans¨® de la pelota, que regres¨® a la propiedad del Depor, entregado a un festivo recital de toques. En una de esas sucesiones de 'ol¨¦s', un tanto humillantes para el Madrid, lleg¨® el gol de Fran, just¨ªsimo premio a su fant¨¢stico partido. Al final hasta sali¨® Djalminha, cuya aparici¨®n dividi¨® a la grada. Del Madrid ya no hubo la menor noticia: andaba camino de Glasgow, donde volver¨¢ a jugarse una temporada m¨¢s a doble o nada.
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