Una m¨¢quina engrasada
El Barcelona demuestra su formidable estado de forma y pasa por encima del Getafe
Nadie consigue detener al Bar?a, en estado de gracia. Baj¨® la nota en Getafe y, sin embargo, su victoria fue igual de sencilla que en los ¨²ltimos partidos. Pas¨® por el partido sin despeinarse, convencido de su autoridad, sin ninguna duda y con unos jugadores que compiten por ganarse la titularidad en este periodo de entusiasmo. El banquillo lo dec¨ªa todo. Estaban sentados Deco, Iniesta y Messi, tres futbolistas brillantes que no est¨¢n autorizados a proclamarse titulares. Frente a este equipo engrasado, el Getafe se limit¨® a asumir su inferioridad y a aceptar la derrota.
El Bar?a hab¨ªa llegado en los ¨²ltimos partidos al borde de la excelencia, con un juego que no admite comparaci¨®n en Espa?a y posiblemente en Europa. En unos tiempos donde el f¨²tbol atraviesa un periodo de sombras, el Bar?a se distingue por razones obvias: juega al ataque y lo hace con velocidad, precisi¨®n, ingenio y buen gusto. Adem¨¢s es vers¨¢til y tiene cohesi¨®n. No le faltan divos, pero ha entrado en una fase donde la solidaridad es m¨¢xima. El resultado es lo m¨¢s parecido al ideal del f¨²tbol, donde lo atractivo est¨¢ directamente relacionado con la eficacia de su juego. Quiz¨¢ el problema actual del Bar?a se encuentra en la exigencia a la que est¨¢ sometido. Funciona tan bien que decepciona cuando pierde vuelo y prefiere lo rutinario. En Getafe gan¨® con claridad y apenas atraves¨® dificultades, pero lo hizo con un aire casi administrativo. Estamp¨® su autoridad en el partido y se acab¨®.
El temprano gol de Eto'o le evit¨® muchos problemas al Bar?a, pero le achat¨®. El tanto no tuvo efectos sobre el Getafe. Fue el mismo equipo laborioso que sali¨® del vestuario con la idea de complicar la vida a un rival brillante. Se la complic¨® muy poco. Se apreci¨® inmediatamente la diferencia abismal entre los dos equipos. A uno todo le resultaba inc¨®modo y esforzado. Al Bar?a le sali¨® una vena administrativa, pero su juego tuvo un aire natural durante todo el partido. Traste¨® en la primera parte, con un punto de pereza y un olvido casi absoluto de sus delanteros. Eto'o s¨®lo apareci¨® en una jugada, con una particularidad: fue la jugada del gol. Le ayud¨® Pulido, que cometi¨® un error fatal en el pase. No s¨®lo se equivoc¨®, sino que lo hizo en la peor zona posible. La pelota termin¨® a los pies de Eto'o, al borde del ¨¢rea. Ah¨ª se le disparan todos los resortes del goleador. Es un chasquido instant¨¢neo. Nunca ha sido t¨ªmido, pero ahora se mueve en el campo con la exuberancia de un grande. Tambi¨¦n resuelve como un grande. Enganch¨® un remate seco, el¨¦ctrico, inapelable.
La ventaja invit¨® al Bar?a a un juego tranquilo, sin la excitaci¨®n ha definido sus ¨²ltimas actuaciones. Comenz¨® a utilizar el bal¨®n con paciencia y poco filo, m¨¢s como un elemento defensivo que como un arma de ataque. No es mala soluci¨®n para un equipo que sufre cuando no encuentra la pelota. Sin embargo, esa idea especulativa movi¨® a la nostalgia. No hab¨ªa manera de asistir al paciente trabajo del Bar?a sin recordar el vibrante juego que ha desplegado recientemente. Quiz¨¢ no se puede ser siempre sublime, pero es mejor que eso no se lo pregunten a los aficionados al f¨²tbol. La gente se acostumbra a la excelencia y no quiere bajar un cent¨ªmetro de ah¨ª. Los jugadores pensaron otra cosa. Pensaron que viene una Liga larga, el enorme desaf¨ªo de la Copa de Europa y un calendario que invita a moderar los excesos. Comenz¨®, por tanto, a mover la pelota con lentitud y pocas ganas de alterar la velocidad del encuentro.
El Getafe no tuvo nada que oponer. Es un equipo confeccionado con enorme m¨¦rito, jugadores de aqu¨ª y de all¨¢ que juegan al l¨ªmite de sus posibilidades, con una solidaridad conmovedora. Un equipo ejemplar que debe ser examinado en sus justos t¨¦rminos. Enfrente ten¨ªa un adversario imponente. Bastaba observar el banquillo, con Deco, con Messi, con Iniesta. Nada se alter¨® por la repentina ausencia de Edmilson, ni por el ingreso de Motta como titular despu¨¦s de un a?o de lesi¨®n. Regres¨® y jug¨® bien, quiz¨¢ con un punto de lentitud. Es l¨®gico despu¨¦s de tanto tiempo de inactividad. A su lado encontr¨® la buena colaboraci¨®n de Xavi y una aportaci¨®n escasa de Van Bommel o Ronaldinho, que apareci¨® en el segundo tiempo.
Excepto un remate de Guiza y el prodigioso gol de Pernia -una volea irresistible que fue celebrada como se merec¨ªa por la hinchada-, el Getafe no tuvo oportunidades. S¨®lo Riki le dio algunos problemas a Oleguer en los primeros minutos del encuentro. Algo pasajero, sin m¨¢s. Al Bar?a se le olvid¨® la porter¨ªa en la primera parte y al Getafe no se le ocurri¨® ninguna f¨®rmula para desactivar el tranquilo f¨²tbol de su rival. Cuando creci¨® su velocidad y busc¨® la porter¨ªa, el Bar?a demostr¨® que est¨¢ m¨¢s afilado que nunca, con un nivel competitivo que empieza por la necesidad de sus jugadores de merecer la titularidad. No es f¨¢cil ahora mismo. En este momento, Rijkaard est¨¢ en la posici¨®n ideal de un entrenador. Unos ser¨¢n m¨¢s titulares que otros, pero nadie tiene derecho a exigencias intolerables. Esto obliga a todos. Se vio en el segundo tiempo: un equipo con tantos recursos, con tantos buenos jugadores, con un juego tan engrasado, que los goles son irremediables. Es el signo de este Bar?a en estado de gracia.
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