Trist¨¢n marca entre silbidos
El Depor salva los puntos ante el C¨¢diz (1-0) gracias a un tanto del discutido delantero
La amargura y la felicidad del f¨²tbol se condensaron en un minuto para Trist¨¢n. Acabababa de arrancar el segundo tiempo y Trist¨¢n, que ya ten¨ªa al p¨²blico encabritado, se enred¨® en una jugada penosa que repite mucho ¨²ltimamente y que retrata su triste penitencia de cada partido: los contrarios lo asediaban al borde del ¨¢rea y ¨¦l ni supo controlar la pelota ni mantener el equilibrio. La c¨®lera estall¨® en Riazor, alimentada por unas recientes declaraciones del delantero atribuyendo su poco acierto a que el entrenador, Caparr¨®s, casi siempre le sustituye antes de acabar los encuentros. Pero, cuando las gradas se volv¨ªan hacia el banquillo estirando el pulgar hacia abajo para sentenciar a Trist¨¢n, que mascullaba maldiciones apartado en una esquina del ¨¢rea, Valer¨®n se encontr¨® con la pelota suelta frente a la porter¨ªa. S¨®lo tuvo que entreg¨¢rsela a Trist¨¢n para que ¨¦ste rematase c¨®modamente. El esf¨¦rico peg¨® en un poste y acab¨® entrando. Pero ni siquiera as¨ª se acallaron los silbidos.
Trist¨¢n se se?al¨® el n¨²mero 9 que lleva grabado en la cabeza y se fue hacia una banda repartiendo aspavientos de reproche. La gente, en vez de celebrar el gol, volvi¨® a descargar su bilis contra el delantero, que, sin embargo, qued¨® indultado poco despu¨¦s, cuando el t¨¦cnico le cambi¨® por Taborda y la gente lo despidi¨® con m¨¢s indulgencia.
A pesar del tanto, pues, fue otra tarde est¨¦ril para Trist¨¢n, probablemente el jugador m¨¢s inoperante de todos los que alinearon el Deportivo y el C¨¢diz. El hecho de que su golito fuese el que decidi¨® el partido dice bastante de la clase de indigesti¨®n que tuvo que soportar Riazor.
La primera parte fue la apoteosis del tedio, un f¨¢rrago infumable del que cuesta trabajo rescatar algo. El Deportivo sali¨® acartonado y durante un buen rato consinti¨® que el partido anduviese bajo el gobierno del C¨¢diz, que desperdici¨® una gran ocasi¨®n a la salida de un c¨®rner.
El C¨¢diz hizo lo que se esperaba de ¨¦l. Es un equipo humilde que se agrupa en torno al centro del campo agarrado a su estructura y su laboriosidad. Puede bastarle para entorpecer al rival, pero se le queda corto para manejarse en estadios como Riazor.
As¨ª que el Deportivo fue tomando las riendas sin importarle la ortodoxia de sus m¨¦todos, que muchas veces se reduc¨ªan al pelotazo de los centrales hacia arriba. Como delanteros no hab¨ªa —es decir, estaba Trist¨¢n—, sus principales recursos fueron los lanzamientos lejanos, en los que Sergio se prodig¨® especialmente, y los combates cuerpo a cuerpo dentro del ¨¢rea, en los que Andrade estuvo a punto de marcar por dos ocasiones antes del descanso.
El gol llegar¨ªa al poco de la reanudaci¨®n, en ese extra?o minuto que protagoniz¨® Trist¨¢n. Pero,tras ¨¦l, Trist¨¢n volvi¨® a las tinieblas. Y el partido sigui¨® sin salir del aburrimiento.
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