El Madrid defiende muy bien
Nefasto partido del equipo de Capello, que apenas crea ocasiones ante un Villarreal que nunca se crey¨® que era mejor
Hubo noticia en el Bernab¨¦u: el Madrid defiende estupendamente. Sus jugadores, todos, como un solo hombre, no se despistan, ara?an, reculan con presteza, se sacrifican que da gusto. Y Casillas descansa. Nada que ver con lo que ocurr¨ªa en los ¨²ltimos a?os, que era aquello un sinvivir con tanto susto del p¨²blico, tanta desgana, acostumbrado como estaba el equipo a darse a la molicie. Este Madrid es otra cosa y va a costar horrores derrumbarle. Capello tiene la culpa. El italiano ha llegado del brazo del nuevo presidente para acorazar al equipo, aqu¨ª pongo a mi Cannavaro, all¨¢ a mi Emerson, bien cerquita a mi Diarra. Se acab¨® la anarqu¨ªa en el Madrid, o eso dice Capello, pero lo que verdaderamente parece haber muerto ha sido el f¨²tbol, mucho o poco, que le quedaba a este equipo.
El Madrid de pico y pala que se ha inventado Capello tuvo ayer una presentaci¨®n en p¨²blico acorde a la propuesta de su t¨¦cnico. Hubo silbidos, pero s¨®lo porque no se gan¨® (pensar¨¢ Capello). Demostr¨® el Madrid ser un equipo serio, bien plantado, tan presto en la recuperaci¨®n como mudo en la creaci¨®n. Desde que desert¨® Makelele, buena parte del madridismo suspiraba por un medio centro al uso, incansable en el esfuerzo y voraz en la recuperaci¨®n. Ya lo tiene. No uno, sino dos. Emerson y Diarra plantaron sus reales all¨¢ en la sala de m¨¢quinas, por delante de los centrales, y el Madrid vivi¨® una tarde m¨¢s o menos pl¨¢cida en el aspecto defensivo, a costa, eso s¨ª, de mostrar todas las carencias imaginables en la elaboraci¨®n. Que son infinitas.
Este Madrid de hormig¨®n armado recibi¨® a un Villarreal cuyo discurso es otro. Ayer no sac¨® premio en Chamart¨ªn porque se cruz¨® con un rival sobrado en defensa. Apareci¨® menos de lo debido Riquelme y por ah¨ª se le fue el partido al cuadro de Pellegrini, perdido como anduvo Cani en el carril derecho. Su fichaje, siendo toda una declaraci¨®n de intenciones ¡ªy un salto de calidad en el equipo¡ª pierde su raz¨®n de ser si el chico vive atado a la banda.
El partido no dej¨® un solo detalle para recordar. Durante muchos minutos, el Bernab¨¦u asisti¨® a un duelo de colosos en el medio del campo, Emerson y Diarra por un lado, Senna y Somoza por el otro. Entre choque y choque de trenes, Cassano y Ra¨²l se ve¨ªan obligados a buscarse la vida para conseguir dar con el bal¨®n. El p¨²blico aplaud¨ªa el esfuerzo del capit¨¢n y las pinceladas que inventaba el italiano que, sin embargo, nunca llegaban a los pies de Van Nistelrooy, que acab¨® desesperado y harto de recibir de espaldas.
Pero aquel escenario no le fue grato al Villarreal. Si en alguna ocasi¨®n lograban los de Pellegrini superar la barrera instalada por Capello en el medio campo, al instante chocaban con la segunda, la de los centrales, con Cannavaro haciendo de Cannavaro, que ya es hacer. A su lado coloc¨® Capello a Ra¨²l Bravo, todo un mensaje. No le vale al italiano ninguno de los centrales que tiene en n¨®mina, y los tiene de todos los colores: Woodgate, Pav¨®n, Helguera, Mej¨ªa... y por eso echa mano de un lateral reciclado. Visto lo visto, al caer est¨¢ un nuevo central, que as¨ª lo quiere Capello.
Lo m¨¢s parecido que tuvo el Madrid a una ocasi¨®n de peligro fue un cabezazo de Cassano que se fue pegado al palo. Todo lo dem¨¢s fueron llegadas de Ra¨²l o del propio Cassano que mor¨ªan en la orilla. No se arriesgaron los laterales a subir, y eso que atr¨¢s el equipo estaba acorazado, y los pases largos de Beckham que tanto gustan al t¨¦cnico no encontraron socio alguno. Resultado, el Madrid demostr¨® de medio campo para atr¨¢s tener la misma imaginaci¨®n que un ladrillo.
Se anim¨® el Villarreal en la segunda mitad, coincidiendo con un rato en el que Riquelme se hizo presente, pero el Madrid resolvi¨® con solvencia atr¨¢s. Fue o¨ªrse el primer silbido en la grada y echar mano Capello de Guti. Decidi¨® el italiano quitar a Cassano quien, al fin y al cabo, s¨®lo era el mejor del Madrid. Pudo sacrificar el t¨¦cnico a Emerson o Diarra, y darle la batuta al madrile?o, pero eso hubiera significado sacrificar sus creencias. As¨ª fue muriendo el partido, con Casillas desperez¨¢ndose ante un par de disparos del Villarreal, que nunca se crey¨® que el partido era suyo, y el p¨²blico torciendo el gesto. Tendr¨¢ coartadas Capello, todas referentes a que el equipo est¨¢ en formaci¨®n, que le faltan fichajes y cosas por el estilo. Pero, o le mejoran los jugadores el discurso o el Bernab¨¦u tendr¨¢ que irse acostumbrando a partidos como el de ayer, en el que el equipo demostr¨® a ratos la misma imaginaci¨®n que un ladrillo.
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