Pena m¨¢xima para el Chelsea
El Liverpool alcanza la gran final de Atenas tras eliminar al equipo de Mourinho en la tanda de penaltis
Las cerca de 45.000 gargantas que retumbaban entre los vetustos cimientos de Anfield al inicio del partido hac¨ªan presagiar un bello espect¨¢culo. Un descarnado cuerpo a cuerpo entre dos equipos tit¨¢nicos, pulidos hasta el ¨²ltimo detalle y entregados a una sola causa: el pase a la gran final de Atenas. Liverpool y Chelsea, en su versi¨®n m¨¢s pura, ofrecieron sobrados argumentos que explican la actual hegemon¨ªa del f¨²tbol ingl¨¦s en Europa. Dos equipos tallados con precisi¨®n quir¨²rgica y la fiabilidad de un reloj suizo. Dos colosos, frente a frente, en el mejor escenario posible.
El estremecedor griter¨ªo de los seguidores 'reds' atenaz¨® la habitual arrogancia del Chelsea en los compases iniciales del encuentro. Los de Mourinho se mostraron compungidos ante la fulgurante salida de los guerreros del Liverpool. En tan s¨®lo cinco minutos surgi¨® la primera ocasi¨®n, procedente de las botas de Gerrard, que prob¨® con escasa fortuna desde media distancia. Acto seguido, Crouch estuvo a punto de cazar un servicio de su capit¨¢n desde la derecha, pero la perfeccionada silueta de Drogba se interpuso en su camino.
El Liverpool, con Xabi Alonso y Arbeloa en el banquillo, arroll¨® a los del Mourinho en la primera mitad. Tal fue su dominio que antes de que se cumpliese la media hora de partido, ya contaba con una cifra de posesi¨®n superior al 70%. En contra de lo habitual, donde el Chelsea se expresa como un rodillo imparable, los compases iniciales se convirtieron en un aut¨¦ntico calvario para los 'blues', que exclusivamente contaron con el m¨²sculo de Essien, Makelele y Mikel como ¨²nico pretexto. Los disc¨ªpulos de Ben¨ªtez, aferrados a una heroica remontada, pelearon cada bal¨®n hasta el l¨ªmite, a ras de c¨¦sped.
Lejos de reaccionar, el Chelsea cay¨® en su propia trampa. Un despiste, un peque?o desajuste en su maquinaria permiti¨® a los de B¨¦nitez lograr el gol en una estudiada acci¨®n a bal¨®n parado en la que Agger remat¨® con la precisi¨®n de un arquero. El tanto del central dan¨¦s, que igualaba la eliminatoria, despert¨® ef¨ªmeramente a los de Mourinho de su letargo. Antes de llegar al descanso, la bestia 'blue' emergi¨® por unos instantes para sembrar de incertidumbre Anfield. Primero, con un tiro de Drogba que se estrell¨® contra la oportuna aparici¨®n de Reina. Poco despu¨¦s, fue Essien quien pudo marcar, pero no acert¨® en su testarazo. Y finalmente, el guardameta espa?ol tuvo que emplear sus pu?os para desviar un envenenado disparo desde la banda que se colaba en su porter¨ªa.
Intercambio de golpes
El empuje del Liverpool, llevado en volandas por la grada, encerr¨® al Chelsea en su campo en el segundo acto. En esta ocasi¨®n, fueron los de Mourinho los que tuvieron que hacer frente al permanente acoso y derribo que habitualmente practican. Sin embargo, y en su deseo de convertirse en un grande de Europa, el conjunto 'blue' aguant¨® el correctivo y sali¨® de la encerrona planeada por su rival. Tras un remate a bocajarro de Crouch y un tiro de Kuijt al travesa?o, el equipo londinense ense?¨® los dientes con dos peligrosos acercamientos de Ashley Cole y Drogba bien solventados por Carragher y Reina respectivamente.
El intercambio de golpes desemboc¨® en un mayor dominio del Chelsea. Consciente de su fortaleza f¨ªsica en los tramos finales de los encuentros, el conjunto 'blue' recurri¨® a los balones en largo en busca de un chispazo de Joe Cole o alguna genialidad de Drogba. El Liverpool, muy bien armado defensivamente, repeli¨® los ataques y se permiti¨® el lujo de intimidar a Cech con diversos balones a¨¦reos. Mientras, en la banda, Mourinho y Ben¨ªtez no dejaban de dar constantemente ¨®rdenes a sus pupilos. Obligados a encontrarse por la cercan¨ªa de los banquillos de Anfield, el t¨¦cnico espa?ol soport¨® el recurrente desaire del luso hasta la conclusi¨®n del partido.
Gol anulado, dosis de suspense y Reina
La pr¨®rroga se tradujo en un intenso ejercicio de ajedrez. A cada movimiento le segu¨ªa el exhaustivo an¨¢lisis del otro contendiente, pendiente de no dar un paso err¨®neo. Una gran batalla de estrategas engalanada por el You'll never walk alone entonado por la hinchada de Anfield. El apoyo de sus supporters dio alas al Liverpool, que hizo rugir moment¨¢neamente a su estadio cuando Kuijt marc¨® en posici¨®n de fuera de juego. Mejuto, correcto durante toda la contienda, anul¨® el tanto del holand¨¦s.
En los instantes finales, una peligrosa internada de Wright-Phillips pudo dictar sentencia, pero Drogba, excelentemente marcado por Carragher, no pudo conectar el remate. El Liverpool reaccion¨® con una nueva acci¨®n de Kuijt a la que respondi¨® bien Cech. La antesala a la siempre cruenta tanda de penaltis. Los jugadores del Chelsea formaron una tupida pi?a en torno a Mourinho, mientras que Gerrard alentaba a sus compa?eros. Zenden no fall¨® ante Cech, pero qui¨¦n s¨ª lo hizo fue Robben frente a un espl¨¦ndido Reina. Lleg¨® el turno para los especialistas. Xabi Alonso, Lampard y Gerrad tampoco erraron. Geremi, en otra onda, lanz¨® contra el cuerpo del portero espa?ol y Dirk Kuijt transform¨® el penalti que clasificaba a su equipo para la final con suma frialdad. Anfield estallaba de j¨²bilo, The Kop ondeaba sus banderas y Mourinho enfilaba el t¨²nel de vestuarios abatido.
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