El Atl¨¦tico hace grande al M¨¢laga
Sin ideas ni p¨®lvora, los rojiblancos sucumben ante un rival que las meti¨® todas
El calor ser¨ªa, qui¨¦n sabe. O el cansancio, por la Champions, quiz¨¢. O el c¨¦sped, pudo ser, tan verde. O la expulsi¨®n de Abel, por qu¨¦ no, hu¨¦rfano como se qued¨® el equipo sin patr¨®n que le guiara cuando el t¨¦cnico vio la roja. El caso es que el Atl¨¦tico mostr¨® su peor cara en el inicio del campeonato , tan ufano que llegaba tras meterse entre los grandes de Europa, tan crecido, "podemos", que dicen en el club como si se creyeran de verdad que pueden toser a la filarm¨®nica que es el Bar?a y a la manada que amenaza con ser el Madrid. No pueden. Ni en sus mejores sue?os. El Atl¨¦tico se present¨® en M¨¢laga, ante un equipo nuevo de arriba abajo, y sucumbi¨® con todas las de la ley. A lo grande, que as¨ª es como hinca la rodilla este equipo. No le pas¨® por encima la marabunta. Le pas¨® un adversario discreto, disciplinado, que rema bien, aunque los remos sean de segunda mano. Que busca al sutil Duda para que la toque y a Baha, una fiera, para que se rompa la cara. Con eso le bast¨®.
M?LAGA 3 - ATL?TICO 0
M¨¢laga CF: Mun¨²a; Manolo, G¨¢mez, Stepanov (Luque, m.46), Mtiliga (Manu, m.16); Duda, Xavi Torres, Juanito, Valdo; Forestieri (Benachour, m.76) y Baha.
Atl¨¦tico Madrid: Asenjo; Heitinga, Juanito, Ujfalusi, Antonio L¨®pez; Cl¨¦ber Santana, Ra¨²l Garc¨ªa (Jurado, m.56), Simao (Reyes, m.60), Maxi (Sinama, m. 78); Forl¨¢n y Ag¨¹ero.
Goles: 1-0, M.34: Baha. 2-0, M.62: Manu. 3-0, M.89: Xavi Torres.
?rbitro: Mu?iz Fern¨¢ndez (Comit¨¦ Asturiano). Mostr¨® tarjeta amarilla a los jugadores del M¨¢laga G¨¢mez (m.39), Forestieri (m.53), Mun¨²a (m.63) y Valdo (m.70) y a los del Atl¨¦tico de Madrid Heitinga (m.05), Ag¨¹ero (m.27), Ujfalusi (m.45) y Juanito (m. 52). Expuls¨® al t¨¦cnico del Atl¨¦tico de Madrid Abel Resino por protestar (m.28).
Incidencias: Partido correspondiente a la primera jornada de Liga de Primera Divisi¨®n disputado en el estadio de La Rosaleda de M¨¢laga ante unos 30.000 espectadores. Fuerte calor.
Treinta y cinco grados hac¨ªa en M¨¢laga a las cinco de la tarde del mism¨ªsimo 30 de agosto, una idea (¨¦sa de colocar el partido a tal hora) propia de una mente calenturienta. Y se plant¨® en tan infernal escenario el Atl¨¦tico, que comenz¨® mandando, con sendos cabezazos de Ra¨²l Garc¨ªa y Forl¨¢n que despertaron a Mun¨²a. Y a Baha, que comenz¨® a meterse en todos los fregados. Era aquello un toma y daca bastante insustancial cuando Ag¨¹ero control¨® el bal¨®n tras desequilibrar a un rival. Se?al¨® el ¨¢rbitro falta y el Kun lanz¨® a puerta con el juego parado, terrible delito que Mu?iz castig¨® con la tarjeta amarilla. M¨¢s delito a¨²n cometi¨® Abel, pues el juez le mand¨® destino a la grada por gesticular, parece, por rebelarse ante lo que no dejaba de ser una memez de decisi¨®n. Hubo un momento de duda en el Atl¨¦tico que resolvi¨® Forl¨¢n bajando a recibir, regalando un perfecto pase largo al Kun que ¨¦ste intent¨® convertir en gol, arrancando como un tiro, disparando duro, abajo, donde encontr¨® el pie de Mun¨²a. Fue la primera y ¨²nica aparici¨®n del uruguayo, una penitencia insoportable para su equipo.
Pero era del Atl¨¦tico el partido, por mucho que su f¨²tbol fuera escaso, hu¨¦rfano de toque, de transici¨®n, de centro del campo. En ¨¦stas que G¨¢mez mand¨® el bal¨®n de banda a banda, a la izquierda, destino a Duda, a quien, por desgracia para el Atl¨¦tico, le cay¨® el bal¨®n en el pie izquierdo. Mal asunto. Pocas zurdas hay en esta Liga como la del brasile?o, que, sin dejarlo caer, lo puso en el ¨¢rea, donde merodeaba el incansable Baha. Lo que hizo ¨¦ste fue una obra de arte, una chilena a pierna cambiada, ense?ando la derecha para golpear con la izquierda, adentro, pegada la pelota al palo, Hugo S¨¢nchez redivivo, franc¨¦s, sin pelo y con la camiseta del M¨¢laga.
No descompuso el gol al Atl¨¦tico. M¨¢s que nada, porque no hab¨ªa nada que descomponer. El equipo sigui¨® sin toque, descosido en el centro del campo, por donde apenas transitaba el bal¨®n, que circulaba deprisa, deprisa, en busca de Ag¨¹ero, que lo intent¨® todo, de Forl¨¢n, sorprendentemente desaparecido; de Sim?o, que jug¨®, dicen por ah¨ª...
Un tiro de Cl¨¦ber, que sac¨® acrob¨¢ticamente Mun¨²a, fue la presentaci¨®n del Atl¨¦tico en el segundo acto, un aviso, que podr¨ªa haber sido, de lo que se le ven¨ªa encima al M¨¢laga. Nada le vino. Foristieri caz¨® a Ra¨²l Garc¨ªa, al que rompi¨® una falange del pie, y le mand¨® a la enfermer¨ªa. Y all¨ª apareci¨® Jurado. Y al rato, Reyes. Y el Atl¨¦tico, cada vez peor, cada vez m¨¢s roto, cada vez m¨¢s asfixiado, sin toque, sin bandas, tan previsible. Con poco, el M¨¢laga se adue?¨® del bal¨®n, convertido en capit¨¢n general, memorizadas como tiene las jugadas a bal¨®n parado. La falta que saca con el guante Duda al segundo palo, donde Valdo cabecea para que Asenjo despeje a pies de Manu, el m¨¢s espabilado, que fusila con la izquierda. O el c¨®rner, tambi¨¦n botado por el inefable Duda, que cabecea Xavi Torres sin que Asenjo sepa reaccionar, guardado como se qued¨® a la sombra del larguero.
Pero todo ello ocurri¨® cuando el Atl¨¦tico hab¨ªa fallecido y el M¨¢laga se relam¨ªa due?o como fue siempre del marcador, que no del partido, ni falta que le hac¨ªa, tan convencido como estaba de su labor, agarrado a la zurda de Duda, la lucha de Baha y la fe del resto, tan superior como fue a un Atl¨¦tico que mostr¨® su otra cara, la m¨¢s ruin, la que le retrata como un equipo menor, capaz de convertir a cualquiera en un gigante. Al M¨¢laga, por ejemplo.
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