Vuela Stoner, se corona Rossi
El italiano, tercero por detr¨¢s del australiano y de Pedrosa, conquista a los 30 a?os su s¨¦ptimo t¨ªtulo de MotoGP
Hace ya tiempo que Valentino Rossi no tiene nada que demostrar deportivamente hablando. Con los a?os, aquellos que se resist¨ªan a considerarle el mejor piloto de todos los tiempos han ido dimitiendo, y los que a¨²n lo hacen, se esconden. Puede que no sea el que m¨¢s coronas acumula, ese es Agostini, con 15, pero nadie ha tenido la valent¨ªa de enfrentarse a retos tan dif¨ªciles como ¨¦l. A sus 30 a?os, la aureola que rodea a este italiano de Tavullia, un peque?o pueblecito de la provincia de Pesaro, ya ha enamorado al mundo, y no s¨®lo al motero. Sus bromas, su sonrisa, sus gestos, sus celebraciones, y, evidentemente, sus victorias y sus t¨ªtulos. Haza?as de todo tipo, algunas atractivas y vistosas y otras un poco m¨¢s estramb¨®ticas. Filigranas como la de Sepang (Malaisia), donde le puso el candado al t¨ªtulo de MotoGP de esta temporada y se adjudic¨® su s¨¦ptima corona en la categor¨ªa de las motos pesadas, la novena que acumula en total. No hay imposibles para Rossi, un piloto capaz de meterse en un galimat¨ªas tremendo en la primera curva a pesar de arrancar desde la pole position, pasar por meta el d¨¦cimo en la primera vuelta, despu¨¦s serenarse, mirar hacia adelante y empezar a zamparse rivales, uno tras otro, y terminar la carrera el tercero, detr¨¢s de Stoner y Pedrosa pero en el podio, el objetivo m¨ªnimo que ¨¦l mismo se hab¨ªa exigido para brindar por el campeonato.
Este cetro confirma que el motociclismo se le est¨¢ quedando peque?o, por m¨¢s que ¨¦l repita una y otra vez que subirse a una moto y circular a toda pastilla es lo que m¨¢s le gusta en esta vida. Il Dottore ya lo ha hecho todo. Se ha fogueado en las categor¨ªas peque?as, se ha dado a conocer como estandarte de una marca (Honda), para despu¨¦s largarse a la competencia m¨¢s directa (Yamaha), despechado por el trato que recib¨ªa. Honda corre ahora a la deriva, como un pollo sin cabeza, mientras sus jerifaltes van saltando de un cargo a otro y todos se preguntan qui¨¦n demonios le dej¨® marchar.
En el lado opuesto est¨¢ Yamaha, una marca que antes de su llegada llevaba 12 a?os sin ganar y que ahora, con ¨¦l como bandera, se siente la reina del mambo. No es para menos, pues gracias al 46 ha ganado cuatro de los ¨²ltimos seis t¨ªtulos. Ya es el piloto m¨¢s laureado de la marca, con un t¨ªtulo m¨¢s que Rainey, Lawson y Roberts.
El libre albedr¨ªo domina el esp¨ªritu de Rossi fuera de la pista, aunque luego, con motos de por medio, se vuelva enfermizamente perfeccionista y escrupuloso. Este es otro de los rasgos que lo ha hecho grande. Ayer quer¨ªa ganar, y posiblemente lo habr¨ªa hecho (ten¨ªa el mejor ritmo de giro) si no hubiera sido por el diluvio que inund¨® la pista y que meti¨® el p¨¢nico en los talleres, porque los pilotos no hab¨ªan rodado ni una vuelta en todo el fin de semana con las motos calibradas para la lluvia.
El inicio de la carrera se retras¨® media hora, de forma que los motociclistas salieron a la parrilla con lo puesto y asustados. Todos, menos uno: Lorenzo se subi¨® a la moto, pero su M1 no arranc¨®: un problema con el suministro de gasolina. Se le hizo tarde al mallorqu¨ªn, que se reincorpor¨® a la vuelta de formaci¨®n con la segunda unidad y volvi¨® a entrar en los garajes cuando el sem¨¢foro del pit lane ya estaba en rojo. Reglamento en mano, el espa?ol fue desterrado a los subterr¨¢neos de la parrilla. Acab¨® cuarto.
En esas circunstancias, con el asfalto empapado y sin tiempo para nada, el talento en bruto asume un papel determinante. Y todos los gur¨²s del motociclismo, tanto los que est¨¢n como los que estuvieron, coinciden en que no hay nadie, ni siquiera Rossi, que tenga de eso m¨¢s que Stoner. Este rubiales de ojos azules y dentellada refulgente es capaz de subirse a la moto en cualquier circunstancia y ponerse a girar m¨¢s deprisa que nadie. Puede hacerlo de noche (Qatar) o de d¨ªa (Mugello), en seco (Phillip Island) o en mojado (Sepang). Si lo que importa son las manos, siempre hay que contar con ¨¦l. El logro del australiano, sin embargo, qued¨® difuminado por el del italiano. Es normal. ?l vol¨®, pero Rossi se coron¨®.
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