'Alcorconazo'
Noche miserable del Madrid, que se muestra displicente y confuso ante el buen juego de su rival
Hay partidos que invitan a reflexiones esenciales. ?Qu¨¦ es el f¨²tbol? ?Qu¨¦ significa jugar bien? ?Cu¨¢ndo estamos ante un gran equipo? ?Qu¨¦ es el poder? En ese viaje traum¨¢tico a las profundidades del Sur suburbano, el Madrid se descubri¨® a s¨ª mismo y lo que encontr¨® no le gust¨® nada. El equipo que le expuso a sus miserias fue el Alcorc¨®n, un grupo armadito y alegre que sali¨® a divertirse. Consigui¨® con creces su prop¨®sito. El Alcorc¨®n se lo pas¨® en grande. Jug¨® con el orden y la complicidad que caracteriza a los equipos de barrio. Y en los barrios, ya se sabe, el f¨²tbol es una cosa muy seria. S¨®lo as¨ª puede comprenderse su asombroso despliegue, su respeto por el juego y sus ganas de corresponder con esfuerzo a la emoci¨®n que sent¨ªan. Para los chicos de la Agrupaci¨®n Deportiva la visita del Madrid fue un regalo. La gente celebr¨® su dedicaci¨®n con una ovaci¨®n cerrada que fue en aumento con los minutos. En este ¨¢mbito, el Madrid aparent¨® estar compuesto mayoritariamente por gente molesta, inc¨®moda, arrastrada a un andurrial por las bravas. La conclusi¨®n fue natural. El Alcorc¨®n jug¨® como un gran equipo y sali¨® vencedor.
Alcorc¨®n 4 - Real Madrid 0
Alcorc¨®n: Juanma; Rub¨¦n Sanz, I?igo L¨®pez, Borja G¨®mez, Nagore; Rub¨¦n Sanz; Ernesto G¨®mez (Jeremy, min.65), Sergio Mora, Fernando Bejar (Carmelo, min. 75); Diego Casc¨® y Borja P¨¦rez (Bravo, min.82).
Real Madrid: Dudek; Arbeloa, Albiol, Metzelder, Drenthe; Mahamadou Diarra, Guti (Gago, min,46), Van der Vaart; Granero (Marcelo, min.63); Ra¨²l (Van Nistelrooy, min. 72) y Benzema.
Goles: 1-0, min 16: Borja; 2-0, min: 22: Arbeloa en propia meta. 3-0, min, 40: Ernesto. 4-0, min 52: Borja.
?rbitro: Turienzo ?lvarez (colegio castellano-leon¨¦s). Mostr¨® cartulina amarilla a Guti (min. 44) por parte visitante.
Incidencias: Partido correspondiente a los dieciseisavos de final de la Copa del Rey, disputado en el estadio Santo Domingo de Alcorc¨®n ante cerca de 7.000 espectadores.
No hace falta tener figuras para cuidar la pelota. Basta con tener un buen equipo con gente con oficio y habilidad. Para arrimar el hombro en el Alcorc¨®n est¨¢n el mediocentro Rub¨¦n Sanz, firme y ordenado: el mediapunta Sergio Mora, preciso y claro, y el astuto Borja P¨¦rez. ?ste le hab¨ªa hecho cuatro goles al Madrid en otras ediciones de la Copa en otros clubes. Explot¨® las incursiones de sus compa?eros por la banda derecha para desencajar a los centrales del Madrid y abrir el marcador.
El primer gol lleg¨® anunciado. El Alcorc¨®n sali¨® a hacer lo que suelen hacer los equipos que causan problemas al Madrid. Apretar arriba, robar y abrir el campo r¨¢pido buscando el centro y el remate. Nada nuevo en este negocio. Para ejecutar estas maniobras no es preciso estar a las ordenes de Ars¨¨ne Wenger. Tampoco es necesario contar con extremos de primer nivel. Basta con manejar conceptos ancestrales. Casc¨®n, B¨¦jar y Nagore ocuparon el carril derecho del Alcorc¨®n con valor y astucia, asoci¨¢ndose con Mora para tirar paredes y llegar a la l¨ªnea de fondo en oleadas sucesivas. Sus jugadas reflejaron la clase de equipo que es el Alcorc¨®n. R¨¢pido, ¨¢gil, valiente y bien trabajado. Las incursiones de sus jugadores por el costado de Drenthe fueron variadas y sorprendentes. Nunca producto de la improvisaci¨®n. Todo estaba pensado para que fuese as¨ª. El pobre Drenthe, abandonado por sus compa?eros, no pudo con las andanadas. El Alcorc¨®n remat¨® tres veces entre los tres palos en los primeros cinco minutos. El Madrid estaba perplejo. Al cuarto de hora, Dasc¨®n le arrim¨® un bal¨®n a Borja, que se desmarc¨® a la espalda de Metzelder y busc¨® el palo largo con un zurdazo medido. Ah¨ª empez¨® la fiesta. Borja no la terminar¨ªa sin gritar otro gol. El cuarto.
El primer gol de Borja confirm¨® una tendencia que se observa desde hace semanas en el Madrid. Una cierta inclinaci¨®n hacia la confusi¨®n. Pudo servir de reactivo. Pero no todos sus jugadores salieron de ese estado de asombro, esa mezcla de autoindulgencia y fastidio con la que comenzaron la noche. En el palco, Florentino P¨¦rez, su presidente, observ¨® el panorama con incredulidad. Hubo gente, como Granero y Ra¨²l, que parecieron rebelarse contra las inclemencias. Pero tanto en la defensa como en el ataque, el Madrid actu¨® como un equipo desestructurado. Contemplativo en una faceta, indeciso en la otra. Poco en¨¦rgico sin el bal¨®n, dubitativo con ¨¦l. Cada vez que Guti recib¨ªa deb¨ªa dar uno, dos, tres, cuatro toques antes de resolver a qui¨¦n pas¨¢rselo. Y eso que Guti es el m¨¢s clarividente. Cuando se decid¨ªa, un jugador del Alcorc¨®n lo estaba tapando. Era tarde. Y contragolpe del Alcorc¨®n. R¨¢pido. A dos toques. De adentro afuera, de un costado al otro. Buscando los espacios a la espalda de la defensa del Madrid, ese cuarteto desbordado. As¨ª lleg¨® el segundo gol. Se lo meti¨® Arbeloa en propia meta intentando despejar un centro de Mora.
El segundo gol lleg¨® despu¨¦s de otra incursi¨®n de Casc¨®n. Centro y remate. As¨ª, ante la ley del viejo f¨²tbol, el Madrid vivi¨® bajo asedio. Apenas sali¨® de su campo con criterio en todo el partido. Procur¨® abrirse camino con pases largos a Benzema. En el primer intento, el franc¨¦s se top¨® con el portero Juanma. Luego, el propio Juanma le sac¨® un bal¨®n con la punta de la bota a Granero. El Madrid se entreg¨® a las aventuras desesperadas. Siempre por el medio. Todas las jugadas por el embudo. El bal¨®n acab¨® casi siempre en los pies de Rub¨¦n Sanz. Cuando no, Van der Vaart intent¨® alg¨²n disparo de media distancia, con poca punter¨ªa.
En el descanso, Pellegrini reorganiz¨® al Madrid quitando a Guti y poniendo a Gago. El cambio no le gust¨® al segundo capit¨¢n, que sali¨® del vestuario como quien protesta mientras sus compa?eros escuchaban la charla. Al cabo de la jornada, los jugadores del Madrid lo dieron a entender con se?ales evidentes. Para muchos, el suplicio empez¨® en la concentraci¨®n. Para muchos, esto es menos f¨²tbol que otras cosas. Para los jugadores y los hinchas del Alcorc¨®n fue el 'alcorconazo'. Por una vez, demostraron que pueden ser m¨¢s fuertes que los poderosos. Como dec¨ªa su estribillo: "?Eo-eo-eo, esto es un chorreo!".
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