P¨¢nico en el Calder¨®n
El Atl¨¦tico cae con el Oporto y entra en la Liga Europa gracias al empate del Chelsea ante el Apoel
Durante 12 minutos el Atl¨¦tico estuvo en la calle, fuera de la Copa de la UEFA, expulsado de Europa. Durante 12 minutos, los que fueron del siete al 19, el equipo rojiblanco protagoniz¨® una de las pifias m¨¢s monumentales de su historia, y mira que las ha tenido de todos los colores. Ca¨ªa derrotado el Atl¨¦tico ante el Oporto, nada nuevo bajo el sol, y ganaba el Apoel al Chelsea, una victoria, la chipriota en Londres, que entraba en el terreno de la ciencia ficci¨®n. La conjunci¨®n de ambos resultados desalojaba al Atl¨¦tico del tercer puesto del grupo, el que le daba el pase a la UEFA. Pero lleg¨® Essien, uno de los fen¨®menos que pueblan la plantilla del Chelsea, y marc¨® en Stamford Bridge, salvando la yugular de un Atl¨¦tico cuya victoria ante el Oporto, y as¨ª lo demuestra la historia, era como la del Apoel en Londres: ciencia ficci¨®n.
ATL?TICO 0 - OPORTO 3
Atl¨¦tico: Asenjo; Valera (Antonio L¨®pez, m.46), Perea, Juanito, Dom¨ªnguez; Maxi (Reyes, m.68), Assun??o, Cleber, Sim?o; Forl¨¢n y Ag¨¹ero (Jurado, m.47). No utilizados: De Gea; Pablo, Pern¨ªa y Camacho.
Oporto: Helton; Fucile, Maicon (Sapunaru, m. 59), Bruno Alves, Pereira; Valeri (Guar¨ªn, m.62), Fernando, Ra¨²l Meireles; Hulk, Falc?o (Varela, m.70) y Rodr¨ªguez. No utilizados: Beto; Guar¨ªn, Belluschi y Gonz¨¢lez.
Goles: 0-1. M.2. Bruno Alves cabecea un c¨®rner. 0-2. M.15. Disparo de Fucile que rechaza Asenjo y Falc?o marca desce cerca. 0-3. M.76. Zurdazo de Hulk desde la frontal que da en el larguero y se cuela.
?rbitro: St¨¦pahne Lannoy (Francia). Amonest¨® a Simao, Ag¨¹ero.
Unos 30.000 espectadores en el Calder¨®n.
Hab¨ªa funcionado el cambio t¨¢ctico ideado por Quique Flores, aquello de dejar al equipo con un solo mediocentro para colocar a Jurado de enganche. Le hab¨ªa funcionado, eso s¨ª, ante dos equipos en estado ruinoso como son el Espanyol y el Xerez. Pero, por razones desconocidas, sin motivo aparente, el t¨¦cnico decidi¨® proteger no se sabe bien qu¨¦, para lo que cambi¨® su ideario y reforz¨® el centro del campo, con Cleber a la vera de Assun?ao, una medida que se ha demostrado peor que in¨²til. A¨²n es m¨¢s: Quique ech¨® mano de Maxi y prescindi¨® de Reyes, un futbolista que amenazaba con volver a ser el que un d¨ªa fue, y que se qued¨® fuera qui¨¦n sabe si por una raz¨®n disciplinaria, molesto como estaba el t¨¦cnico por las cr¨ªticas del sevillano a su antecesor, Abel Resino.
La jugada, ambas jugadas, fueron una calamidad. El Atl¨¦tico, durante muchos minutos, recuper¨® su versi¨®n m¨¢s pobre. Y no necesit¨® mucho tiempo para venirse abajo, para desmoronarse como s¨®lo este equipo sabe hacerlo. Ochenta segundos necesit¨®, para ser exactos. Primer ataque del Oporto, primer c¨®rner. Al ¨¢rea que mand¨® el bal¨®n largo Meireles y all¨ª que se elev¨®, quiz¨¢ levit¨®, Bruno Alves, el central, que ya andaba colgado de las nubes cuando Juanito inici¨® su salto. El capit¨¢n portugu¨¦s cabece¨® combado al palo contrario de Asenjo, que ni vio la pelota. Al instante, en el minuto siete, un escalofr¨ªo recorri¨® la grada. El Apoel marcaba en Londres. Lo imposible comenzaba a ser posible y el Atl¨¦tico estaba eliminado. Y m¨¢s lo estuvo cuando Asenjo rechaz¨® de mala manera un disparo lejano de Fucile, dej¨¢ndolo muerto, en el centro del ¨¢rea peque?a, un regalo para un tipo listo como Falc?o, que se adelant¨® a Perea y fusil¨®. Descartado como estaba que el Atl¨¦tico pudiera remontar ante un rival al que se ha enfrentado cuatro veces en 20 meses y no ha ganado ninguna, s¨®lo quedaba la esperanza de que el Chelsea hiciera los deberes y no se dejara humillar por todo un campe¨®n de Chipre como el Apoel. Marc¨® Essien para el Chelsea, al rato lo hizo Drogba y ese resultado sell¨® la clasificaci¨®n de un Atl¨¦tico que ejecut¨® un ejercicio de impotencia de principio a fin. Acumul¨® alguna que otra ocasi¨®n, cierto, que por algo en su n¨®mina tiene a Forl¨¢n y a Ag¨¹ero. Pero Helton, portero del Oporto, se esmer¨® en alguna que otra parada y el Atl¨¦tico se fue empeque?eciendo. Lo mismo dio que Jurado y Reyes entraran en escena. El Oporto viv¨ªa el partido m¨¢s pl¨¢cido que recuerda, de ida y vuelta, un chollo cuando uno se encuentra con una defensa como la rojiblanca. Ante ella se vio Hulk, que bail¨® al borde del ¨¢rea a cuantos le salieron al paso y solt¨® un zapatazo que destroz¨® el larguero antes de superar la l¨ªnea de gol.
Nada cambiaba aquel tanto, m¨¢s que hacer a¨²n m¨¢s sangrante la derrota del Atl¨¦tico. El p¨²blico comenzaba a abandonar el Calder¨®n, desesperado con el regreso del equipo a un pasado que quisiera olvidar, cuando volvieron a encenderse todas las alarmas: Mirosavljevic, delantero del Apoel a quien en su estancia en el C¨¢diz bautizaron como Mortadelo, hac¨ªa el 2-2 en Londres. Otro gol chipriota supon¨ªa el despido del Atl¨¦tico. Acab¨® el partido en el Calder¨®n y al rato lo hizo en Londres. Y as¨ª, a c¨¢mara lenta, de mala manera, casi de milagro, el Atl¨¦tico, un Atl¨¦tico que recuper¨® a lo grande su m¨¢s vulgar condici¨®n, firm¨® su continuidad en Europa, donde permanece tras despedirse de la Champions con los mismos n¨²meros que todo un campe¨®n de Chipre, lo que no deja de provocar una cierta sensaci¨®n de verg¨¹enza.
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