Xabi propone, Higua¨ªn ejecuta

El partido estaba a punto de comenzar cuando Xabi Alonso recorri¨® el campo para hablar con sus compa?eros y sus compa?eros lo fueron a buscar para recibir las ¨²ltimas consignas. El tolosarra es la prueba viviente de que la t¨¢ctica es de los jugadores. Como los viejos mediocentros, tiene muy claro que ¨¦l debe ser el v¨¦rtice de todas las jugadas. Cuando se detuvo en Kak¨¢, le hizo un gesto, como pidi¨¦ndole que le tuviese presente cuando buscase una ayuda, y que, a ser posible, intentase recibir el apoyo. El plan se concret¨® en la jugada que termin¨® por reventar el partido . A minutos del descanso, Kak¨¢ recogi¨® un bal¨®n al borde del ¨¢rea del Tenerife, levant¨® la cabeza, cosa que no ha hecho con frecuencia ¨²ltimamente, y encontr¨® a Xabi cerca del costado izquierdo. Le pas¨® la pelota y Xabi la recibi¨® con el destinatario bien localizado de antemano. A un toque, un pase raso, tenso, envi¨® el bal¨®n a la otra banda, donde esperaba Garay, que hab¨ªa aparecido por all¨ª, como aparecen los jugadores que saben leer los partidos. Con otro toque, el central meti¨® el centro al cogollo del ¨¢rea. Ah¨ª se destap¨® su amigo Higua¨ªn, indetectable para los centrales, para meter el pie y enviar el tiro a la red. Tres segundos. Tres toques. Un gol. El segundo del Madrid y la ruina del equipo local, que empez¨® el partido en estado de efervescencia y se fue al vestuario con una depresi¨®n galopante.

El Tenerife se fue atenuando, como el temporal. Pero, de entrada, sali¨® decidido a apretar al Madrid con una idea clara. Achic¨® el campo y se junt¨® a tocar en el medio, alrededor de Richi y Ricardo, buscando los desmarques de Alfaro y las incursiones de Nino. Al Madrid le cost¨® detener esta primera oleada. No porque se defendiera mal sino porque no dispuso del bal¨®n. Le cost¨® dar m¨¢s de tres pases seguidos. Nada nuevo esta temporada. Nada dif¨ªcil cuando Pellegrini insiste en desnaturalizar a Lass, otro medio centro, para que juegue como interior sin olvidarse de sus obligaciones como volante defensivo. Considera que Lass le aporta el equilibrio imprescindible para sostener el armaz¨®n del equipo. Como tantos t¨¦cnicos de equipos peque?os, Pellegrini se hace la pregunta fat¨ªdica: "?Qu¨¦ haremos cuando perdamos la pelota?". Su respuesta consiste en ignorar a Van der Vaart y poner a Lass, que cada jornada parece m¨¢s desorientado. Rob¨® los mismos balones que perdi¨®. Estorb¨® a Xabi y fue algo parecido a un obst¨¢culo para la circulaci¨®n del bal¨®n de su propio equipo. En definitiva: que Pellegrini pone a Lass porque el equipo se parte y el Madrid se parte porque juega Lass.

Este Madrid, sin un capataz como Xabi, estar¨ªa a merced de las inclemencias. Eso le pas¨® durante la media hora que tard¨® en comenzar a asociarse con sentido y lo libr¨® todo a las jugadas de Cristiano y Kak¨¢. Ninguno de los dos se fue de su marcador. No le ganaron ni un mano a mano a Sicilia. No hubo un solo desborde. Fueron momentos vibrantes en los que el Tenerife hizo un gran esfuerzo por tener la iniciativa. El partido se cort¨® entre choques y faltas. Hasta que el Tenerife se distrajo. Marcelo se descolg¨®, dribl¨® a Richi, y mientas Mart¨ªnez se quedaba contemplando le filtr¨® la pelota a Higua¨ªn. El argentino hizo el desmarque de afuera hacia adentro, como manda la ley, y defini¨® con la derecha al segundo palo, con el manual. Un rayo. Un gol. Una ducha fr¨ªa que apag¨® el fuego del Tenerife.

Dice Cristiano que quiere ser pichichi. A este paso, como no le ponga unos grilletes a Higua¨ªn, la suya ser¨¢ una empresa dif¨ªcil. El argentino se las sabe todas, dentro y fuera del ¨¢rea. Sus apariciones se cuentan por goles (suma 16 en la Liga), o por pases de gol. Tras el descanso, cuando el Tenerife se encorajin¨® y empez¨® marcando a ra¨ªz de una jugada pol¨¦mica, un choque de Ayoze contra Casillas, que perdi¨® el bal¨®n, la respuesta del Madrid tuvo nombre y apellido. Fue un latigazo. Casi una r¨¦plica a la celebraci¨®n del tanto de Ayoze. Fue Higua¨ªn que, tras un robo en el medio, arranc¨® en carrera por la derecha, recibi¨® y prolong¨® la jugada con un pase preciso a Kak¨¢, que entr¨® por el segundo palo a culminar la incursi¨®n. Kak¨¢, que fue m¨¢s consciente del mundo que lo rodeaba, m¨¢s solidario, tuvo su premio aprovech¨¢ndose de que sus marcadores estaban desperdigados, rotos, buscando la remontada imposible. Cristiano, que esta vez s¨ª pudo tirar el penalti, y Ra¨²l completaron la goleada.

"Manita" del Real Madrid