"Una victoria extraordinaria"
Tercer triunfo en la San Remo para ?scar Freire, que sac¨® una bicicleta en el 'sprint' a Boonen y Petacchi
Miguel Poblet comi¨® pronto. A las tres ten¨ªa una cita. Junto a su mujer y su hermana se sent¨® frente al televisor, sintoniz¨® RAI 3 y no quit¨® ojo de la pantalla mientras 200 ciclistas, el mejor pelot¨®n del mundo, pedaleaban por la Riviera Ligur italiana, los cabos, la Cipressa, el Poggio, San Remo. Terminada la carrera, terminados en espl¨¦ndido y limpio 'sprint' los 298 kil¨®metros de la 'classicissima', la carrera que justifica una vida de ciclista, Poblet, el peluqu¨ªn inestable sobre su cabeza, no pudo contenerse. Se levant¨® y grit¨®: "?Ya era hora!"
Poblet, que cumpli¨® el jueves 82 a?os y vive en Montcada i Reixach, Barcelona, hab¨ªa ganado la 'primavera' dos veces en los a?os 50; Poblet acababa de ver, feliz, c¨®mo otro espa?ol, un chaval de Torrelavega llamado ?scar Freire, ganaba su tercera San Remo, hab¨ªa revivido en la clase, en el estilo, la sabidur¨ªa del c¨¢ntabro, capaz de lograr con una aceleraci¨®n brutal en los ¨²ltimos 200 metros, entre las palmeras del paseo mar¨ªtimo de San Remo, sacarle una bicicleta a un corredor como Tom Boonen, uno de los mejores clasic¨®manos de la d¨¦cada, campe¨®n del mundo, campe¨®n de B¨¦lgica, que llegaba, por fin, a punto para ganar su primera San Remo. Y tercero, tambi¨¦n lejos de la rueda trasera de Freire, Petacchi, otro maestro de las llegadas masivas. "Ya era hora de que otro espa?ol me superara, aunque hayan tenido que pasar 51 a?os", dijo Poblet, que revivi¨® en Freire, peque?o, agazapado, inteligentemente colocado toda la carrera, no s¨®lo sus propias 'sanremos', tambi¨¦n su vida, su carrera como ciclista, sus peleas en las rectas de llegada con los gigantes Van Steenbergen y Van Looy, la necesidad de buscarse la vida en equipos extranjeros, la imposibilidad metaf¨ªsica de ser ciclista, ser espa?ol y no ser escalador. Poblet supo, y as¨ª se lo dijo a sus mujeres, que Freire, "qu¨¦ majo", ganar¨ªa la San Remo cuando le vio muy bien colocado en el Poggio, sexto, s¨¦ptimo, de un grupo alargado, de los 30 supervivientes a una aproximaci¨®n fulgurante, una ascensi¨®n mete¨®rica, un descenso fulminante, de la Cipressa. "Ya les dije a ellas, si no logra nadie irse en el descenso, gana Freire", dice Poblet. "Vi a Boonen muy flojo".
En el final del ascenso, viento en contra, fuerte ritmo impreso por Garzelli, Rogers, Gilbert, obligados, intentaron el ataque; en los ¨²ltimos kil¨®metros, en el llano0 bajo los cables del troleb¨²s, fue Pozzato. A todos les respondi¨® la fuerza colectiva del Liquigas, a todos les contest¨® Freire, perfectamente colocado, a rueda de Bennati, como si supiera que el 'sprinter' toscano actuar¨ªa, involuntariamente, como su ¨²ltimo lanzador. Es lo que Freire llama experiencia, es lo que los espectadores admiran como ciencia. De la ¨²ltima curva, perfectamente colocado, Freire sali¨® comi¨¦ndole la rueda a Bennati, acogot¨¢ndolo. Y cuando a ¨¦ste le dej¨® al frente su lanzador, apenas tuvo tiempo de disfrutar de la vista: Freire sali¨® de su rueda, sac¨® de rueda a Boonen, a Petacchi, y limpiamente, una faena m¨¢s que pulcra, sin apenas tiempo para gozar, se encontr¨® solo debajo de la pancarta de meta. Hace un par de d¨ªas, Freire, quien s¨®lo encuentra sentido al ciclismo en las grandes carreras, dijo que su segunda San Remo, la de 2007 -la de 2004 fue la primera, escalones de tres a?os entre todas?supuso la mayor alegr¨ªa de su vida. Su cara victoriosa y tiznada ayer, el barrillo del Turchino, brillaba de alegr¨ªa m¨¢s que nunca. Su tercera San Remo para sumar a sus tres Mundiales: Freire, en soledad, sin hacer ruido, sin levantar la voz, se ha construido uno de los mejores palmar¨¦s del ciclismo mundial. "Ganar la San Remo es siempre fant¨¢stico", dijo. "Ha sido una victoria extraordinaria".
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