Oh Eun Sun no era un ogro
En 1999, Juanito Oiarzabal tach¨® el ¨²ltimo de los 14 ochomiles en el Annapurna, compartiendo expedici¨®n con un equipo coreano en el que figuraba Hong-Gil Um y la mejor alpinista asi¨¢tica, su compatriota Miss Gi. El d¨ªa de cima, ni Gi ni su sherpa regresaron a la tienda del ¨²ltimo campo de altura. Imposible saber si la pareja pis¨® la cima o si pereci¨® antes de hacerlo, pero cuando Juanito y su equipo se cruzaron con la coreana le rogaron que diese media vuelta haci¨¦ndole ver que hab¨ªa rebasado con creces el horario m¨¢s prudente para hollar la cumbre. Obstinada, agit¨® la cabeza y sigui¨® su camino, arrastrando consigo al desafortunado sherpa. La noticia de su muerte caus¨® una fuerte conmoci¨®n en Corea del Sur, pa¨ªs que adora el monta?ismo: cuando la madre de Miss Gi telefone¨® al campo base para informarse de las circunstancias exactas de la muerte de su hija, el l¨ªder de la expedici¨®n, Hong-Gil Um, pas¨® el peor cuarto de hora de su vida.
Oh Eun Sun (43 a?os) parec¨ªa entonces bien lejos de convertirse en la primera mujer en hollar los 14 ochomiles, aunque ya pod¨ªa exhibir la cima del Gasherbrum II lograda en 1997 y se asomaba como el relevo natural de su admirada Miss Gi. Con todo, a Oh Eun-Sun le cost¨® siete largos a?os adjudicarse el Everest, su segundo 'ochomil'y en su pa¨ªs los focos segu¨ªan apuntando hacia las figuras de Young Seok Park y de Hong-Gil Um, quienes hab¨ªan completado la lista de los 14 'ochomiles' en 2001, no sin pol¨¦mica. Ambos tuvieron que regresar al Lhotse y Hong-Gil Um , adem¨¢s, al Shisha Pangma cuando la 'notario del Himalaya', la inglesa Miss Hawley, no quiso concederles dichas cimas. Una triste historia que bien puede repetirse en el caso de Oh Eun-Sun.
Los alpinistas coreanos siempre han sido observados con recelo desde la ¨®ptica occidental, e incluso temidos por los sherpas, que conocen muy bien su ambici¨®n desmedida y su falta de tacto con los porteadores de altura. Entre los alpinistas europeos circula la preocupaci¨®n por las costumbres 'kamikazes' de los coreanos en sus ataques a cima, muchas veces presionados por la expectaci¨®n que genera sus incursiones en el Himalaya. Sin embargo, m¨¢s all¨¢ de los t¨®picos despectivos, Oh Eun-Sun ha demostrado ser una alpinista tremendamente fuerte, am¨¦n de una excelente escaladora en roca, pr¨¢ctica que a?ora y que espera retomar en cuanto zanje su carrera himal¨¢yica y afronte su sue?o de educar a los m¨¢s j¨®venes en el respeto y el amor a la monta?a.
Oh Eun-Sun fue capaz en 2008 de escalar cuatro ochomiles (Makalu, Lhotse, Broad Peak y Manaslu) en apenas cinco meses, algo al alcance de muy pocos y un esfuerzo que le catapult¨® en una competici¨®n que hasta entonces s¨®lo ocupaba a Edurne Pasaban, Nives Meroi y Gerlinde Kaltenbrunner, ¨¦sta ¨²ltima mucho m¨¢s preocupada por la ¨¦tica y el estilo que por subirse al caj¨®n m¨¢s alto del podio. En cuesti¨®n de estilos, las maniobras de la coreana y de la vasca han sido similares: muchos metros de cuerda fija, varios porteadores de altura o alpinistas cualificados trabajando duro, traslados en helic¨®ptero al pie de algunas monta?as...Esto es, haciendo bueno el dicho: el fin justifica los medios.
Ni la muerte de su amiga Go Mi-Sun, cuando ambas regresaban de la cima del Nanga Parbat, en 2009, puso freno a la irresistible ascensi¨®n de Oh Eun-Sun, una mujer "encantadora y de lo m¨¢s normal", a juicio de Edurne Pasab¨¢n, quiz¨¢ aliviada al descubrir que su rival no era un ogro y que su figura (demonizada por el entorno de la vasca) no merec¨ªa tantas reticencias. Lo cierto es que aunque la coreana, como el resto de sus rivales, asegura que no escala monta?as "para fijar r¨¦cords", su bulimia himal¨¢yica s¨®lo se explica por la presi¨®n de su patrocinador y de la misma audiencia que meses atr¨¢s pudo verla estallar en llanto jurando que hab¨ªa hollado la cima del cuestionado Kangchenjunga. En el alpinismo, ante la ausencia de ¨¢rbitros, la conciencia individual siempre ha hecho las veces de juez de paz, pero en la carrera femenina por los 14 parece haber tanto en juego que un tribunal 'ordinario' determinar¨¢ las posiciones del podio.
Jean Troillet, suizo reflexivo y sereno, realiz¨® en los a?os 80 varias ascensiones en el Himalaya impresionantes por audaces, veloces y adelantadas a su tiempo. De paso, fue testigo de la carrera masculina por hacerse con los 14 'ochomiles' y recuerda asqueado c¨®mo la competici¨®n que entroniz¨® a Reinhold Messner acab¨® con la vida de tres aspirantes. "Nunca pens¨¦ que las mujeres fuesen tan tontas como los hombres"", resume Troillet.
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