Di Mar¨ªa acaba con la angustia
Un gol del argentino a centro de ?zil pone fin a un duelo tenso, marcado por el juego f¨ªsico
Un tiro cruzado de Di Mar¨ªa puso el punto final a un partido tumultuario que el Madrid no pudo gestionar con limpieza frente a un adversario tosco que se cubri¨® como pudo. Un remate al palo en un despeje mal resuelto por Pepe estuvo a punto de convertir la urgencia en desesperaci¨®n. El central casi se mete un gol en propia meta despu¨¦s de contemplar desde atr¨¢s c¨®mo sus compa?eros percut¨ªan contra las s¨®lidas l¨ªneas del Auxerre. El clima se hab¨ªa calentado considerablemente en el grader¨ªo, ante lo que se vislumbraba como un empate heroico. Mourinho se desga?itaba intentando enderezar a ?zil, que no se daba por aludido. La tensi¨®n se reflejaba en los rostros de todos los implicados en la pelea y el Madrid segu¨ªa buscando soluciones cuando Sergio Ramos se llev¨® un bal¨®n rechazado con la mano al borde del ¨¢rea de Sor¨ªn, el ¨¢rbitro mand¨® seguir, y el sevillano abri¨® el juego para ?zil, que meti¨® el centro aprovechando el desconcierto de la defensa. La pelota pas¨® entre el portero y sus centrales y Di Mar¨ªa fue a su encuentro desde el otro costado para armar la zurda y pegarle duro al segundo palo. Los jugadores del Auxerre reclamaron la mano de Ramos pero el ¨¢rbitro les mand¨® callar. Hab¨ªan hecho un gran sacrificio y en ese momento eran conscientes de que hab¨ªa sido en vano. La hinchada se calm¨®. Quedaban unos minutos pero el partido estaba decidido.
Fue la clase de encuentro que entusiasma m¨¢s a los entrenadores que a los aficionados. Ante la previsible disposici¨®n de Jean Fern¨¢ndez, que suele poblar su medio campo con cinco hombres de f¨ªsico poderoso, Mourinho respondi¨® con tres medios centro. Xabi Alonso para distribuir y Khedira con Lass para desempe?ar labores de mantenimiento en una franja que ambos equipos estrecharon apenas empezaron las operaciones. El Auxerre se afirm¨® frente a su ¨¢rea, a la espera del contragolpe, y el Madrid se lanz¨® a un ataque oblicuo. No hubo juego. Hubo confrontaci¨®n. Tumulto. Carreras y choques. Maniobras arrebatadoras m¨¢s que asociaciones. Y ante la duda, precauci¨®n.
El juego del Madrid no tuvo continuidad y el barrullo anim¨® a la multitud api?ada en las gradas. El campo es chico y recoleto y la hinchada transmiti¨® toda su pasi¨®n a un grupo de jugadores que, a la vista de la propuesta del Madrid, resolvi¨® entregar hasta la ¨²ltima gota de energ¨ªa. Mourinho puso a Higua¨ªn en punta y a Benzema y Cristiano penetrando desde los costados. Por detr¨¢s, siete vigilantes empujando. Xabi Alonso como punto de partida de todas las jugadas intent¨® coordinar los movimientos de Khedira y Lass. No fue sencillo. Es dif¨ªcil organizar a dos medios centros, y a tres mucho m¨¢s. Ni Lass ni Khedira se manejan bien entre l¨ªneas. Les falta sutileza para jugar a un toque y ayer les cost¨® trabajo suministrar balones a los delanteros. Consiguieron mantenerse juntos y obstaculizar los intentos de contragolpe del Auxerre, pero no le dieron fluidez al juego.
Cuando el Auxerre recuper¨® la pelota, busc¨® a Pedretti. Cuando Pedretti recibi¨® peg¨® el pelotazo frontal. Oliech, Contout y Langil se lanzaron por cada bal¨®n con determinaci¨®n. Carec¨ªan de recursos t¨¦cnicos, manejaban un solo perfil, y les costaba acomodar el cuerpo porque no quitaban la vista del bal¨®n. Casi siempre entraron en la encerrona de Ramos y Pepe, salvo en una ocasi¨®n, en que Oliech choc¨® con Casillas, que sali¨® a disputarle la pelota fuera del ¨¢rea. El rebote se le fue largo por detr¨¢s de la l¨ªnea de fondo. Oliech se qued¨® a medio metro de meter la puntera y desviar la pelota a la red. Ante el curso de los acontecimientos, la gente no tard¨® en cantar La Marsellesa.
La ebullici¨®n se atenu¨® pronto. En la segunda parte, la fatiga oblig¨® al Auxerre a replegarse y con unos metros por delante Xabi Alonso se adue?¨® del campo. Arbeloa y Marcelo le ofrecieron nuevas l¨ªneas de pase cuando se sumaron al ataque en la medida en que tomaron consciencia de las limitaciones de sus adversarios. El Madrid comenz¨® a manejar los tiempos con m¨¢s holgura. El partido parec¨ªa inclinarse a su favor cuando Mourinho quit¨® a Benzema para meter a ?zil. El t¨¦cnico no tard¨® ni cinco minutos en escenificar un conflicto. Qued¨® en evidencia que sospecha del media punta. Ayer se despeg¨® del banquillo con rabia cuando ?zil perdi¨® una pelota entre l¨ªneas. Fue un pase que no esperaba. Parec¨ªa escondido entre Ndinga y los defensas, t¨ªmido, o sin humor para el ruido. Mourinho lo llam¨® a gritos pero el alem¨¢n le dio la espalda. Se hizo el sordo y se alej¨®. Parec¨ªa buscar la protecci¨®n de Grichting cuando Lass, que lo hab¨ªa ido a buscar, lo toc¨® en el hombro. "El m¨ªser te llama", le dijo. Y ah¨ª estaba Mourinho haciendo aspavientos. Pidi¨¦ndole lo evidente: que bajara a recibir, a ofrecerse, a juntarse con Xabi Alonso para construir.
Cristiano tuvo el gol en una falta directa desde la frontal del ¨¢rea. Mand¨® un misil y Sor¨ªn despej¨® de pu?os. En la siguiente acci¨®n, a la salida de un c¨®rner, cabece¨® por encima del larguero. El portugu¨¦s volvi¨® a ser el delantero m¨¢s activo del Madrid, pero no consigui¨® ganar una posici¨®n de remate c¨®moda. Di Mar¨ªa s¨ª lo hizo, entrando contra la jugada, aprovech¨¢ndose de la basculaci¨®n y del despiste de los defensas. Hizo el gol que acab¨® con un duelo de mucha fricci¨®n. Mourinho se apresur¨® a cerrar el resultado quitando a Higua¨ªn y metiendo a Mahamadou Diarra. El ¨²nico tanque que faltaba en ese campo de batalla.

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