Un chaval de Euskadi

ay partidos y partidos. Partidos de compromiso, partidos sentimentales y partidos amistosos. El de la selecci¨®n de Euskadi tiene todas las condiciones. Es un compromiso faltado tres a?os por un ejercicio de hipocres¨ªa; es un ejercicio sentimental porque la grada se llena de chiquillada que sue?a con gana a Alemania en un Mundial y est¨¢ en su derecho y al mismo tiempo sabe que debe comportarse como un buen anfitri¨®n en una amistosa fiesta.

Lo malo para Euskadi es que ha tardado mucho en montarse el andamiaje, porque siempre le importan m¨¢s las nubes que la tierra. Tan en las nubes estaba que la selecci¨®n de aspirantes de Venezuela tuvo la osad¨ªa natural de adelantarse en el marcador en la primera jugada en las que se asomaba a la porter¨ªa de Iraizoz. Bast¨® un adelantamiento de Vizcarrondo a la defensa de Euskadi para meter la ca?a y conseguir un gol en la pedrea del partido.

El debutante, el peque?o, el chiquit¨ªn, de repente se invent¨® un quiebro

Para un equipo hecho con alfileres, el papel no era f¨¢cil ante los centroamericanos

Euskadi atacaba y Venezuela defend¨ªa pero eso eran argumentos demasiado escasos como para construir un buen partido. Hab¨ªa esp¨ªritu, profesionalidad, incluso ansiedad, pero el f¨²tbol era un buen escaso reducido a las habilidades de Xabi Prieto y a la movilidad de Zurutuza. Venezuela miraba al diablo, esperando a que se fuera el azufre, esperando su momento, su ocasi¨®n, su momento de gloria, reservado a Vizcarrondo que adelant¨® a su equipo de una forma tan habilidosa como ocasional.

Para un equipo hecho con alfileres la papeleta no era f¨¢cil. Euskadi movi¨® peones, sobre todo musculosos: Toquero, Javi Mart¨ªnez. Pero tambi¨¦n, probablemente el jugador joven m¨¢s inquietante del f¨²tbol espa?ol. Y la m¨¢quina carbur¨®. Empat¨® Gurpegui con la aquiescencia de un defensa que desvi¨® su escaso disparo. El siguiente carb¨®n lo ech¨® Labaka, tras un saque de esquina, en una segunda mitad en la que Venezuela no existi¨®. Estuvo, pero no existi¨®. Andaba por all¨ª. Y lleg¨® el peque?o, el chiquit¨ªn, el debutante, el el¨¦ctrico, es decir, Muniain, para inventarse un quiebro. El f¨²tbol es a veces as¨ª de sencillo. Ni esquemas, ni transiciones, un movimiento de cuerpo, un cambio de pie y al otro lado del portero. As¨ª de f¨¢cil, as¨ª de sencillo, as¨ª de singular. Y otra victoria en el partido del reencuentro. ?Y ahora qu¨¦? De momento, queda Muniain.