El Atl¨¦tico se arrastra por El Molin¨®n

En el cuarto minuto del descuento, el Atl¨¦tico estuvo a punto de maquillar otro partido horrible con un empate que no mereci¨®. En realidad, los dos equipos perpetraron un atentado al f¨²tbol, pero, al menos, el Sporting puso m¨¢s pasi¨®n en el trabajo. Quiz¨¢ por eso Cu¨¦llar respondi¨® al cabezazo de Valera con un parad¨®n que dej¨® los tres puntos en El Molin¨®n y afloj¨® casi definitivamente la soga que estuvo a punto de ahogar a Manolo Preciado hace algunas semanas.

El remate de Valera fue el ¨²nico a puerta del Atl¨¦tico en todo el partido. Antes de que Barral aprovechase la caraja de la defensa madrile?a, el Sporting tampoco hab¨ªa dado motivos para que ojeadores de medio mundo apuntasen las cualidades de De Gea. En definitiva, una ruina de domingo futbol¨ªstico que solo le sali¨® a cuenta a la afici¨®n gijonesa por el marcador, que suma tres puntos a la apurada contabilidad de los locales. Por nada m¨¢s.

Quique se las ingeni¨® para intentar presentar un once m¨ªnimamente competitivo con el resultado frustrante de casi siempre. Si este Atl¨¦tico tiene limitaciones con la capacidad de desequilibrio de Reyes y el veneno de Ag¨¹ero, no resulta dif¨ªcil imaginar en qu¨¦ se queda sin ellos. Privado tambi¨¦n de Tiago, el centro del campo es un agujero negro. Ra¨²l Garc¨ªa y Assun??o son incapaces de organizar algo, y el reci¨¦n llegado El¨ªas no es todav¨ªa carne ni pescado: ni profundiza por la banda ni se asocia por el interior. Con este panorama, Diego Costa y Forl¨¢n se pasaron todo el partido persiguiendo melonazos. Como el Sporting volvi¨® a su rutina de esta temporada, la de un equipo inseguro, sin la chispa de sus mejores momentos, el lance fue insufrible hasta el descanso. De Gea y Cu¨¦llar no tuvieron que hacer ni una sola parada. El encuentro era una casta?a, un buen motivo para a?orar los trepidantes Sporting-Atl¨¦tico de otras ¨¦pocas.

El gol de Barral, con la complicidad de Ra¨²l Garc¨ªa y Perea, nada m¨¢s empezar el segundo tiempo, pudo haber sido una sacudida de la que saliese algo de f¨²tbol. Los dos rojiblancos chocaron y el bal¨®n qued¨® manso para Barral, que agradeci¨® el regalo. Pero todo sigui¨® m¨¢s o menos igual. El Sporting se preocup¨® de guardar la ventaja y el Atl¨¦tico, sencillamente, no tuvo respuesta. Quique empez¨® a mover el banquillo rojiblanco. Con el mismo resultado nulo. Ni los renombrados Fran M¨¦rida y Filipe ni el meritorio Koke cambiaron las cosas en un equipo con pocas alegr¨ªas.

El susto final para el sportinguismo tuvo que ver m¨¢s con el agarrotamiento propio que con los m¨¦ritos del Atl¨¦tico. El Sporting cometi¨® una falta innecesaria en un lateral del ¨¢rea, que se convirti¨® en un campo de batalla. De la refriega se fue de rositas Valera, que, solo en el punto de penalti, enganch¨® un cabezazo seco, pero centrado, al que respondi¨® Cu¨¦llar con una parada que se llev¨® la ovaci¨®n de la tarde. Una recompensa descomunal para el Sporting de las urgencias. Un castigo adecuado para un Atl¨¦tico que, tras haber ca¨ªdo ya en dos competiciones, parece empe?ado en arrastrarse tambi¨¦n por la Liga.

Sporting 1 - Atl¨¦tico de Madrid 0