El gol del 'conejo'

No se sabe si Jos¨¦ Mourinho controla o se descontrola. Ese es un enigma que sus jugadores todav¨ªa no han desvelado. Un misterio que se manifiesta en cada arranque de furia. En cada insulto. En cada maldici¨®n. En cada grito despreciativo. El t¨¦cnico suele estallar en exabruptos durante los partidos. El d¨ªa de Zaragoza, dos semanas despu¨¦s del 5-0 ante el Bar?a, fue especialmente tormentoso. Cada vez que Benzema fall¨® una ocasi¨®n se desencaj¨® y, gir¨¢ndose en busca de la complicidad de los suplentes, vocifer¨® su ¨²ltima ocurrencia: "?No es un gato! ?Es un conejo! ?Es un conejo!".

En el escenario de la Champions, donde las c¨¢maras siempre le enfocan, Mourinho mostr¨® su faceta cient¨ªfica. Entr¨® al campo saludando a los ni?os del protocolo y, cuando empez¨® el partido, se dispuso a registrar su experiencia. Levant¨® la mirada, analiz¨® las primeras jugadas y no hab¨ªan transcurrido ni cinco minutos cuando sac¨® una libreta de un palmo del bolsillo derecho de su abrigo y se puso a apuntar conclusiones.

En los primeros momentos de una eliminatoria de la Liga de Campeones los jugadores tienen tanta energ¨ªa para liberar que un minuto puede abarcar una eternidad. Una o dos posesiones por equipo. Una recuperaci¨®n de Alonso y un pase de 60 metros para Adebayor. Eso es lo que ocurri¨® durante el tiempo que Mourinho dirigi¨® su atenci¨®n al papel. Escrib¨ªa una idea y trazaba una raya de separaci¨®n. Dibujaba la raya con un gesto en¨¦rgico, un golpe de codo. ?Zas! Como si cortara un hilo de un navajazo. Luego, apuntaba otra idea y marcaba otro ray¨®n.

Mourinho plasmaba sus conclusiones y Adebayor corr¨ªa. Ya hab¨ªa arrancado y persegu¨ªa el bal¨®n que Alonso todav¨ªa no le hab¨ªa enviado. Parec¨ªa una maniobra predeterminada. Cada vez que el Madrid recuper¨® muy atr¨¢s, en su campo; cada vez que Casillas sac¨® de porter¨ªa, Adebayor despleg¨® sus piernas de jirafa y aceler¨® hacia los espacios. En ese primer arranque, Lovren sali¨® tarde a encimarle. Cuando el central iba, Adebayor ya se le echaba encima. Cris, que se hab¨ªa quedado a corregir, despej¨® a duras penas. Lloris sali¨® de su porter¨ªa por si el fuego se extend¨ªa. No fue necesario sacar la manguera. La jugada estuvo a punto de sorprender al Lyon. Pero la defensa del equipo franc¨¦s no volver¨ªa a descuidar a Adebayor. La primera carrera fue la ¨²ltima que gener¨® cierto peligro.

"A Cristiano ya le tengo cogido el truco", dijo Cris antes del partido en un extra?o alarde de suficiencia en L'Equipe: "No me preocupa. S¨¦ qu¨¦ es lo que har¨¦ para frenarlo. En todo caso, preferir¨ªa que Benzema se quedase en el banquillo. Tiene una calidad t¨¦cnica y una velocidad que, desde mi punto de vista, le convierten en el delantero del Madrid m¨¢s complicado de frenar".

Mourinho no pensaba igual que Cris en La Romareda. Era la ¨¦poca en que libr¨® un pulso con el presidente, Florentino P¨¦rez, para que le fichase un ariete m¨¢s agresivo porque, desde su perspectiva, el franc¨¦s no es un goleador nato. "Yo prefiero cazar con un perro antes que con un gato", declar¨® en una conferencia de prensa, descalificando a Benzema sin nombrarlo.

Finalmente, Mourinho obtuvo lo que ped¨ªa. Le ficharon a Adebayor. Pero ayer, en el partido m¨¢s importante del Madrid en lo que va de temporada, Adebayor fue titular y Benzema calent¨® el banquillo. Lo calent¨® hasta el minuto 66, cuando sustituy¨® a su compa?ero togol¨¦s. Durante ese tiempo, Adebayor estuvo ejerciendo con bastante oficio las labores propias de los arietes. Bajar, descargar y correr en profundidad. Pegarse a los centrales e intimidarlos. Lucir su bravura.

Benzema entr¨® con aire distra¨ªdo. Sin bravura. Sin agresividad. No perdi¨® ni una gota de calma cuando ?zil desbord¨® y se meti¨® en el ¨¢rea de Lloris. Tampoco se inmut¨® cuando Cristiano le dio la pelota. R¨¦veill¨¨re le quiso desequilibrar y aguant¨®. Lovren le persigui¨® y se fue de ¨¦l. Hizo la pausa, mir¨® el hueco y coloc¨® la pelota junto al palo izquierdo, lejos del portero y del pie de Cris.

Para entonces, Mourinho ya no ten¨ªa notas que tomar. En el palco, P¨¦rez no se pudo controlar y dio un salto de alegr¨ªa levantando los brazos hacia el cielo. Nunca hab¨ªa celebrado un gol con tanta pasi¨®n.