El Arsenal se condena
Una pifia rid¨ªcula de Szczesny y el defensa Koscielny mantienen la sequ¨ªa de Wenger y otorgan la Copa de la Liga inglesa al Birmingham
L¨¢grimas dolorosas y expresivas del Arsenal en su en¨¦simo batacazo; brincos infinitos del Birmingham. La final de la Copa de la Liga inglesa -Carling Cup-, duelo de escaso f¨²tbol pero suficientes remates, conden¨® a Ars¨¨ne Wenger y al equipo gunner, que no recibe laurel alguno desde hace seis temporadas. Y encumbr¨® al Birmingham, que obtuvo por segunda vez el cetro de la competici¨®n (el otro lo conquist¨® en 1963), sus ¨²nicos t¨ªtulos en la historia. Dos errores definieron el encuentro: uno del ¨¢rbitro; el otro, tan definitivo como rid¨ªculo, del portero Szczesny y el central Koscielny, que al final del encuentro se molestaron en una pelota dividida para no atraparla ni despejarla, para regal¨¢rsela a Martins, que se limit¨® a empujarla. Condena del Arsenal, que alarga su sequ¨ªa y que se juega la continuidad en Europa ante el Bar?a tras vencerle en el Emirates (2-1).
ARSENAL 1 BIRMINGHAM 2
Arsenal: Szczesny; Sagna, Djorou, Koscielny, Clichy; Song, Wilshere; Nasri, Rosicky, Arshavin (Chamakh, m. 77); y Van Persie (Bendtner, m. 69).
Birmingham: Foster; Carr, Ridgewell, Jiranek, Johnson; Larsson, Gardner (Beausejour, m. 50), Ferguson, Bowyer, Fahey (Martins, m. 83); y Zigic (Jerome m. 92).
Goles: 0-1. M. 28. Zigic cabecea desde el ¨¢rea chica. 1-1. M. 39. Van Persie remata un centro de Arshavin. 1-2. M. 89. Martins empuja la pelota tras un regalo de Szczensny y Koscienly.
Arbitro: Dean. Mostr¨® cartulina amarilla a Larsson, Koscielny, Clichy, Jerome y Ferguson.
Final de la Carling Cup disputada en Wembley. 88.851 espectadores.
El Arsenal no aprovech¨® la bendici¨®n del colegiado. Resulta que un pase interior del Birmingham dej¨® a Bowyer frente a Szczesny. Requiebro hacia fuera y penalti de libro que deb¨ªa cobrarse la roja directa. Era el minuto dos; era ilegal porque el colegiado, mal auxiliado por el juez de l¨ªnea, decret¨® que la jugada estaba invalidada por un fuera de juego inexistente de Bowyer. El incidente, sin embargo, no alarm¨® al Arsenal, que se encontr¨® un rival m¨¢s fiero de lo que se presupon¨ªa. Zigic tuvo buena culpa de ello.
Entend¨ªa Alex McLeish que el Birmingham solo le ganar¨ªa un partido de 10 al Arsenal. Con esa idea en mente, decidi¨® cambiar la t¨¢ctica para aumentar las probabilidades de sus c¨¢lculos. Pas¨® del habitual 4-4-2 al 4-5-1, con tres mediocentros para ganar presencia en la medular y desdibujar las l¨ªneas de pase interiores del rival. Y arriba Zigic, que se las ingeni¨® para desestabilizar a la zaga contraria. Todo altura; todo movimientos hirientes. Entre otras cosas, porque la defensa gunner, demasiado conservadora y con la idea de evitar las posibles prolongaciones del kilom¨¦trico delantero (2,02 metros), opt¨® por situarse cerca de su portero. Doble ventaja para Zigic, m¨¢s c¨®modo en el ¨¢rea rival que lejos de su h¨¢bitat porque no ten¨ªa que ganarse las habichuelas en la carrera y porque los retos se le presentaban en una parcela, donde pod¨ªa imponer su envergadura. As¨ª se aclar¨® en el gol, a la salida de un c¨®rner: Zigic empuj¨® a Djorou para apartarle de su lado y como respuesta el central se quit¨® de en medio y sali¨® a buscar una pelota, que volaba hacia el punto de penalti y a la cabeza de Johnson. Remate tibio al ¨¢rea chica y peinada de Zigic, sin oposici¨®n alguna, a la red.
Con Cesc y Walcott en las abarrotadas gradas de Wembley -exigencia del guion por sus lesiones-, Wenger recompuso al equipo en funci¨®n de Rosicky. Una apuesta que le sali¨® rana porque el checo, sin regate ni presencia, apenas dio un pase que descontara rivales. Por lo que Nasri, escorado en la derecha, tuvo que hacer de todo: centros, pases interiores, conducci¨®n y remates. Destellos de buen f¨²tbol, la ¨²nica v¨ªa de ataque para romper al estructurado Birmingham. Sus diagonales y consiguientes asistencias propiciaron dos remates, de Van Persie y Arshavin, que solo Foster, tan espectacular como efectivo una vez m¨¢s -fue elegido el mejor del partido-, pudo desbaratar. Detuvo todo menos esa volea de Van Persie, que enganch¨® un tiro cruzado con la derecha a pase del propio Arshavin, que hizo bien en seguir la jugada, en recoger el bal¨®n que escupi¨® el larguero a disparo de Wilshere.
Abrochado el Birmingham con la idea de alcanzar la pr¨®rroga o quiz¨¢ la suerte de los penaltis, atac¨® el Arsenal con m¨¢s voluntad que oficio, demasiado impreciso en los metros concluyentes. Nasri prob¨® fortuna en dos ocasiones y estrell¨® el cuero en las manoplas de Foster. Como Bendtner, que lo prob¨® sin ¨¦xito de nuevo. As¨ª que Fahey meti¨® el miedo en el cuerpo del Arsenal con un chut lejano al palo y Szczesny y Koscielny se encargaron del resto, a falta de un suspiro. "Arsenal, buena suerte", le dedic¨® la afici¨®n del Aston Villa en una pancarta que colg¨® el s¨¢bado en su duelo liguero ante el Blackburn, en un mensaje de mala uva hacia su archienemigo Birmingham.
Pero ni la suerte ni la grandeza le acompa?a al Arsenal desde hace seis eternas temporadas, hasta el punto que se le discute a Wenger su definida apuesta futbol¨ªstica, tan elegante y juvenil como est¨¦ril.
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