Mi viaje a las ra¨ªces del atletismo africano
El camp¨¦on de Europa en 1.500m relata sus entrenamientos en Kenia
Mi estancia en Kenia ha sido una experiencia muy grata que nunca olvidar¨¦ y que creo que repetir¨¦. Llegu¨¦ a Nairobi el 25 de enero por la ma?ana. Con algo m¨¢s de dos horas hasta la salida del vuelo con destino a Eldoret, me dispuse a comprar un billete que me diera asiento en el mismo. Me sorprendi¨® r¨¢pidamente la amabilidad con la que me atendieron en el despacho de informaci¨®n del aeropuerto. Por un momento pens¨¦ que hasta era un poco sospechosa, pero con el tiempo me he dado cuenta de que ha sido una constante en la actitud de los kenianos durante todo mi periplo por estas tierras.
Despu¨¦s de una hora de dura pelea con el viejo ordenador del aeropuerto, la joven keniana que me atendi¨® me comunica que no puede hacer nada y que el sistema inform¨¢tico se encuentra bloqueado por lo que no voy a poder coger el vuelo a Eldoret que me permitir¨¢ llegar a Iten, mi destino, con premura.
Gracias a la afable atenci¨®n del personal de informaci¨®n me organizaron un nuevo viaje a mi destino que va a constar de un viaje en taxi hasta el centro de Nairobi cubriendo los ¨²ltimos dos kil¨®metros en media hora por los famosos atascos de la capital y desde all¨ª, un recorrido en matatu (furgonetas con capacidad de 8 a 12 personas que son el principal medio de transporte dentro de Kenia) que durar¨¢ unas cinco horas hasta Eldoret. El precio de un viaje recorriendo gran parte del centro de Kenia fue de seis euros.
Los paisajes que pude observar son dignos de menci¨®n y la forma de vida que lleva esta gente me impact¨® desde el primer momento. Al lado de la carretera hab¨ªa caminos paralelos por los que muchas personas andan de un sitio a otro haciendo su d¨ªa a d¨ªa.
Despu¨¦s de parar a comer en un puesto de carretera en el que pude probar el ugali y el chapati (platos t¨ªpicos con mucha carga de carbohidratos) pasamos por Nakuru y despu¨¦s llegamos a Eldoret. Otro matatu me llev¨® a Iten en 40 minutos. En todo este viaje pasas alg¨²n momento cr¨ªtico debido a los adelantamientos que se hacen en las carreteras (de un carril por sentido), aunque ellos lo vean como algo normal.
Llegu¨¦ al Centro de Alto Rendimiento de Lornah Kiplagat donde me recibieron con los brazos abiertos. Las instalaciones son de mayor calidad que todo lo que te puedas encontrar alrededor. Mi amigo Francisco Espa?a, que llevaba ya una semana all¨ª, se alegr¨® mucho de verme: "por fin puedo hablar en espa?ol", me dijo. M¨¢s tarde, me llev¨® con sus nuevos amigos y compa?eros de entrenamiento. Me present¨® a Mathew, a Mark y a Felix. Tres corredores kenianos completamente desconocidos para m¨ª porque nunca han salido de Kenia, con piernas de alambre y una gran sonrisa.
Aunque desconocidos, entrenarme con ellos d¨ªa a d¨ªa me hizo ver su enorme calidad como atletas. Mucho mejores que yo en largas distancias, son aut¨¦nticos maratonianos capaces de ganar cualquier carrera en Europa, solo que probablemente nunca llegar¨¢n a tener la oportunidad de salir de all¨ª, como muchos otros.
Los jueves nos junt¨¢bamos unas 80 personas en el mismo sitio para realizar un fartlek. Un minuto fuerte y un minuto suave es una opci¨®n. La otra es dos minutos fuertes y un minuto suave. Wilson Kipsang (2h 4m en marat¨®n), comienza a hablar. Como si fuera el gran jefe de la tribu, todos los presentes nos callamos para escuchar el tipo de entreno que hab¨ªa decidido que todos hici¨¦ramos. Nos dijo que corri¨¦ramos dos minutos a un ritmo fuerte y uno suave 20 veces. Una hora de intenso esfuerzo. En voz alta, Wilson empez¨® la cuenta atr¨¢s: ten, nine, eight... one, go!!!
El primer minuto es siempre suave para que no haya problemas de contacto entre todos los corredores. Pero inevitablemente, cuando empieza realmente el entrenamiento en el segundo minuto, los empujones se suceden en una nube de polvo rojo, el de los caminos de Iten. La intensidad es alt¨ªsima y la falta de aire te ahoga. El primer jueves fue dur¨ªsimo para m¨ª. Cuando llevaba menos de 20 minutos con ellos explot¨¦ y tuve que gritar a mi amigo Mathew: "Finish your training!" (?acaba tu entreno), ya que quer¨ªa esperarme por miedo a que me perdiera. El segundo jueves consegu¨ª realizar 40 minutos con ellos y eso me dio una gran alegr¨ªa por el buen s¨ªntoma de progreso y adaptaci¨®n que estaba teniendo.
Pero de esta experiencia, sobre todo, destaco la calidad humana que esta gente desprende. Siempre han estado pendientes de nosotros. Si un d¨ªa lo pasabas mal en el entrenamiento, ellos se frenaban y te esperaban. Siempre ten¨ªan una sonrisa para animarte y su apoyo nos ha venido genial para poder mejorar.
Despu¨¦s de una semana en Kenia lleg¨® el resto de la expedici¨®n espa?ola, Fabiana Lafuente y Elena Garc¨ªa. Llenas de motivaci¨®n de cara al entrenamiento a realizar, poco a poco se fueron dando cuenta de que a 2.400 metros si empiezas muy fuerte lo acabas pagando con una buena p¨¢jara. De todos modos, seg¨²n iban pasando los d¨ªas se iban dando cuenta de que cada vez les costaba un poquito menos adaptarse.
Por otro lado, estaban tambi¨¦n encantadas con el trato humano y se deshac¨ªan cuando los ni?os peque?os se pon¨ªan a correr a su lado pregunt¨¢ndoles c¨®mo estaban. En cuanto se corri¨® la voz de que las musungus (blancos en suahili) repart¨ªan lapiceros y pinturas, todos los ni?os les buscaban.
All¨ª, en Iten, donde residen unos 800 corredores de fondo y mediofondo de un total de 2.000 habitantes, todos llevan camisetas t¨¦cnicas de entrenamiento y de buenas marcas. Es cierto que muchas de ellas tienen agujeros de tanto usarlas y que sus zapatillas pueden tener parte de la suela despegada. Pregunt¨¢ndoles a ellos de d¨®nde las consegu¨ªan (la mayor¨ªa no tienen recursos econ¨®micos) me responden dici¨¦ndome que todos los atletas son amigos, y si a uno muy bueno le manda ropa una marca comercial, todo lo que no necesita lo reparte entre los dem¨¢s. La fuerza de los kenianos se basa, a parte del gran trabajo de entrenamiento realizado y de su enorme calidad como atletas, en su sentido de equipo. Toda su energ¨ªa la mantienen unida y esto les hace imparables. La importancia y la alegr¨ªa para los atletas de que un keniano gane es enormemente grande. Para nosotros, quiz¨¢s, es algo dif¨ªcilmente comprensible en un deporte indivual como el atletismo.
Arturo Casado, Kenia.
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