La pr¨®rroga rompe al Lagun Aro
El equipo de Laso tutea al Madrid que solos e sinti¨® superio en los minutos finales
Nad¨® y nad¨® el Lagun Aro sin perder de vista la orilla hasta que las circunstancias le nublaron la mirada. Consigui¨® una pr¨®rroga ag¨®n¨ªca que le dej¨® sin resuello cuando parec¨ªa que quien viene de atr¨¢s tiene m¨¢s pulmones y m¨¢s adrenalina para ganar el partido. Pero el Madrid, sin lustre, con oficio, sin brillo, gobern¨® el partido en las distancias cortas, sin aparentes muestras de nerviosismo, incluso cuando el Lagun Aro se le subi¨® a las barbas en los momentos finales como si le amenazara con la navaja del barbero.
Se lamentaba el equipo guipuzcoanao de la pen¨²ltima jugada cuando a Panko le echaron el bal¨®n fuera y el ¨¢rbitro interpret¨® que en la ¨²ltima d¨¦cima de segundo, el bal¨®n golpeado por un jugador del Madtid, roz¨® la esquina puntiaguda de su u?a. Pudo ser, pero fue un asunto m¨¢s oftalmol¨®gico que arbitral. Probablemente, hubiera cambiado el partido a poco que Panko mantuviera su mu?eca antes de que todo quedara en una pr¨®rroga que se convirti¨® en un paseo para el Madrid. El equipo de Molin anot¨® en esos cinco minutos, 12 puntos por tan solo dos del Lagun Aro, exhausto psicol¨®gica y f¨ªsicamente. En la jugada de Panko muri¨® el Lagun Aro de tanto nadar y nadar a contracorriente, pero siempre viendo las aletas de un Madrid que tampoco pon¨ªa agua de por medio.
Era un esfuerzo descomunal del Lagun Aro ante un Madrid que no encontraba el lustre a su juego y se iba relevando en la tarea de frenar las acometidas de los de Pablo Laso, especialmente intensas al final con los triples de Miralles y Panko, los que solo respondi¨® sin temblor de mu?eca Llull para evitar un ¨¢nimo desmesurado de sus oponentes.
Ah¨ª cre¨ªa el Lagun Aro que ten¨ªa el partido so?ado, bien gestionado por MIralles, en los momentos exigentes, y porAndy Panko cuando se precisaba mu?eca. El Madrid se siti¨® ganador en casi todos los minutos, pero gestion¨® mal los definitivos. La cabeza fr¨ªa de Prigioni le hizo creer en si mismo. Pero necesit¨® la pr¨®rroga. Es decir, el fondo de armario.
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