La inteligencia gana a la astucia
El Barcelona, finalista a costa de un Madrid m¨¢s ambicioso que en los tres cl¨¢sicos anteriores - Vald¨¦s demostr¨® ser el primer atacante azulgrana al iniciar la jugada del gol de Pedro
La inteligencia gan¨® a la astucia y el Barcelona regresar¨¢ a Wembley, el santuario en el que empez¨® su leyenda como equipo ganador, a costa del Madrid, el club m¨¢s laureado de Europa, anoche m¨¢s reconocible que en los partidos anteriores de la serie, dominados por la agresividad de Mourinho. El Madrid claudic¨® dignamente en el Camp Nou despu¨¦s de quedar hipotecado por la ida, mal gestionada y peor resuelta, independientemente de la intervenci¨®n del ¨¢rbitro y de la UEFA, presidida por el veneno de su entrenador, al que ayer nadie ech¨® en falta. El encuentro de vuelta de las semifinales de la Copa de Europa fue el m¨¢s tranquilo y limpio de los cuatro disputados, terreno abonado para el Bar?a, inaccesible cuando los choques son inmaculados.
Barcelona 1 - Real Madrid 1
Barcelona: Vald¨¦s; Alves, Mascherano, Piqu¨¦, Puyol (Abidal, m. 90); Busquets, Xavi, Iniesta; Pedro, Messi y Villa (Keita, m. 74). No utilizados: Oier; Thiago, Afellay, Jeffren y Font¨¤s.
Madrid: Casillas; Arbeloa, Albiol, Carvalho, Marcelo; Lass, Xabi Alonso; Di Mar¨ªa, Kak¨¢, Cristiano Ronaldo; Higua¨ªn (Adebayor, m. 55). No utilizados: Dudek; ?zil (Kak¨¢, m. 60), Benzema, Nacho, Garay y Granero.
Goles: 1-0. M. 54. Gol de Pedro, que recibe una asistencia de Iniesta, y bate a Casillas. 1-1. M. 64. Gol de Marcelo, tras un remate al palo de Di Mar¨ªa.
?rbitro: Frank de Bleeckere (B¨¦lgica). Amonest¨® a Carvalho, Lass, Xabi Alonso, Marcelo, Pedro y Adebayor.
95.071 espectadores en el Camp Nou.
Aunque pueda parecer casual, la ausencia de Mourinho, que supuestamente decidi¨® resguardarse en el hotel, quiz¨¢ porque no encontr¨® acomodo en el estadio para cumplir su sanci¨®n, ayud¨® a descontaminar el partido. Llovi¨® mucho en las horas previas, el c¨¦sped estaba corto y r¨¢pido, los focos dejaron de enfocar a los banquillos y hasta la alineaci¨®n del Madrid pareci¨® consecuente con la causa blanca. Sin Pepe, hilo conductor de la serie, el Madrid present¨® su versi¨®n menos mourinhista de la serie, sobre todo por la presencia de Kak¨¢, ¨²ltimo s¨ªmbolo de los gal¨¢cticos, y la ausencia de ?zil y Adebayor. A ning¨²n barcelonista le cost¨® identificar al Madrid, m¨¢s natural y menos forzado por las circunstancias, consecuente con su extraordinario historial.
Apareci¨® un equipo ambicioso, enfocado al marco de Vald¨¦s, bien orientado por la competitividad de Cristiano. Muy presionado, al Bar?a le llev¨® un cuarto de hora salir de su propio campo, contactar con la pelota y parar el rondo, signo de su jerarqu¨ªa futbol¨ªstica. Nunca supo jugar a favor del marcador ni siquiera en una semifinal de la Champions, el torneo por excelencia por su impacto mundial. Aunque siempre tuvo tensi¨®n defensiva, solo el f¨²tbol de ataque avala al Bar?a, de salida excesivamente alejado del ¨¢rea de Casillas. Equilibrado como qued¨® el partido, cualquier detalle pod¨ªa resultar capital para la suerte de la eliminatoria, aparentemente m¨¢s discutida que en el Bernab¨¦u, resuelta con dos goles del omnipresente Messi.
Liberado, el Madrid se solt¨® y despleg¨® con tino. Los jugadores prescindieron del manual de instrucciones del t¨¦cnico y fueron m¨¢s respetados que nunca por el Bar?a, al que le cost¨® masticar la jugada, degustar el f¨²tbol, sentirse a gusto en su territorio. El momento del Madrid, sin embargo, pas¨® pronto. Ni siquiera tir¨® una vez y, a cambio, cedieron progresivamente sus delanteros en el apret¨®n al Bar?a. Kak¨¢ se desfond¨® muy pronto, Cristiano no tiene por costumbre ayudar en el repliegue y los azulgrana no solo ganaron metros, sino que empezaron a armar remates contra Casillas. El portero puso a salvo al Madrid en cuatro tiros, tres de Messi y uno de Villa, mientras Vald¨¦s solo tuvo que atender a un malicioso centro de Di Mar¨ªa.
Les falt¨® sa?a a los azulgrana cuando el partido se rompi¨® descaradamente a su favor despu¨¦s que se aflojara el Madrid, cada vez m¨¢s individualista, con menos sentido del juego colectivo, incapaz de negar espacios al contrario, eliminada su l¨ªnea de presi¨®n.
El descanso les vino muy bien a los chicos blancos, que reaparecieron con energ¨ªa y hasta contaron un gol de Higua¨ªn que el ¨¢rbitro anul¨® por una falta de Cristiano a Mascherano. No se entendi¨® muy bien la decisi¨®n del colegiado, que tambi¨¦n pudo despedir prematuramente a Carvalho. El partido se puso entonces a favor del Madrid, igual que en su inicio, como si recomenzara la jornada. Y entonces, cuando m¨¢s a gusto se sent¨ªa y el dominio esc¨¦nico era blanco, apareci¨® Vald¨¦s.
Vald¨¦s no solo es un excelente portero, sino que en el manual del Bar?a es tambi¨¦n el primer atacante, el jugador clave para armar la contra y superar el acoso del adversario, punto de salida del f¨²tbol. Vald¨¦s puso en juego el bal¨®n de forma r¨¢pida y tir¨® la l¨ªnea de pase para Alves. Eliminados los atacantes madridistas, el campo qued¨® abierto para la superioridad azulgrana, expresada por Iniesta, que dio continuidad a la acci¨®n hasta conectar con Pedro, profundo en el desmarque, excelente en la recepci¨®n, terminal ante Casillas. El encuentro se hab¨ªa desequilibrado de forma sorprendente por la intervenci¨®n de dos protagonistas aparentemente secundarios, Vald¨¦s y Pedro, in¨¦dito como goleador desde el pasado 26 de febrero en Palma de Mallorca.
La jugada remiti¨® al manual futbol¨ªstico del Bar?a y, como dir¨ªa Mourinho, a su manera de entender el f¨²tbol como el teatro. Aseguran los actores que para salir a escena antes hay que dominar el texto y respirar bien a fin de liberar la cabeza y despu¨¦s crear, ser artista. Nadie atiende mejor al libro de texto azulgrana que Vald¨¦s y Pedro, un delantero que solo tiene sentido en el Bar?a, nada m¨¢s y nada menos, siempre respetuoso con el ideario de Guardiola. Sin embargo, a la contra de manual del Bar?a respondi¨® de inmediato el Madrid con un tiro al palo de Di Mar¨ªa, que recogi¨® el rebote y pas¨® a Marcelo para empatar. ?zil dinamiz¨® el f¨²tbol del Madrid y Adebayor le dio m¨¢s agresividad. As¨ª que se plante¨® un final tan tenso como emocionante, bonito.
No hubo m¨¢s goles porque el Bar?a, fuerte psicol¨®gicamente, supo controlar su excitaci¨®n. Quiz¨¢, porque conoce m¨¢s a Mourinho que el propio Madrid por los cruces contra el Chelsea y el Inter. No perdi¨® la cabeza el Bar?a y al Madrid le faltaron pies para la ¨¦pica, un plan global y no apuntes para un partido, empe?ado en negar el choque del Camp Nou por lo sucedido en Chamart¨ªn. A Guardiola incluso le dio tiempo de homenajear a Abidal.
Hoy, por las buenas o por las malas, el Bar?a es mejor equipo que el Madrid, ayer m¨¢s identificable que nunca, nada que ver con aquel plantel col¨¦rico que remit¨ªa al Grupo salvaje de Sam Peckinpah. Y bien que lo agradeci¨® el Bar?a, pulcro e inmaculado, como si nunca hubiera roto un plato.
As¨ª las cosas, parecer¨¢ que sobra Mourinho. Al menos, para el Bar?a. El Madrid, en cambio, igual piensa que solo un tipo duro y avinagrado como Mourinho es capaz de acabar con la dictadura infantil de los ni?os de Guardiola, felices por volver a Wembley, el templo en el que sus padres se coronaron con el dream team.
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