El verdadero Giro
Siempre he sido de los que han considerado que no hay mejor libro de aventuras que un Atlas. Uno grande y pomposo, de esos imposibles de ojear en la cama. E ilustrado, con ap¨¦ndices con datos sobre la historia de cada pa¨ªs, sus gentes, sus pueblos, sus costumbres. Pasar una p¨¢gina y otra dejando volar a la imaginaci¨®n, imaginando paisajes, olores, sonidos; viendo el horizonte inabarcable en mitad del oc¨¦ano y sintiendo el fr¨ªo helador de los polos.
Por eso que, en mis primeros a?os de ciclista, y ya no digo nada en los de profesional cuando comenc¨¦ a viajar por medio mundo, cada convocatoria para una carrera era una oportunidad m¨¢s para so?ar y explorar, una puerta abierta a la aventura. As¨ª llegu¨¦ a mi primer Giro de Italia, en el a?o 98, en sustituci¨®n de un compa?ero que caus¨® baja de ¨²ltima hora. Y cuando inspeccionaba el libro de ruta y ve¨ªa que la salida era en un pueblo, la llegada en otro y la salida del d¨ªa siguiente en otro distinto, me alegraba de mi suerte. Cuanto m¨¢s alejado el uno del otro mejor, m¨¢s kil¨®metros, m¨¢s mundos por descubrir.
Ayer recordaba esto cuando le¨ªa lo que dec¨ªa Lastras, que en este Giro hab¨ªan pasado cerca de la torre de Pisa en una etapa, y que ¨¦l cree que fue el ¨²nico del pelot¨®n en verla. As¨ª era tambi¨¦n yo y me alegra ver que veteranos como El Pencas a¨²n conservan este esp¨ªritu. Y digo todo esto porque he ojeado hoy a fondo el libro de ruta en lo que concierne a las etapas de este fin de semana, y compruebo que una de las se?as de identidad del Giro, sus traslados infinitos, siguen presentes tal y como yo siempre los he conocido. Ayer los corredores bajaron hacia el Sur por las cercan¨ªas de Roma. Hoy dar¨¢n un medio arco por las inmediaciones de N¨¢poles y ma?ana la ruta les llevar¨¢ de nuevo hacia el Sur por la ribera del Mar Tirreno. Y al d¨ªa siguiente, tras el salto a Sicilia por el estrecho de Messina, viene una visita al Etna, que precisamente ayer entr¨® en erupci¨®n.
Pero, como cambian las cosas con los a?os, estos traslados que antes eran una oportunidad para el disfrute, se convierten con el tiempo en pesados y tortuosos tr¨¢mites que lo ¨²nico que hacen es robar minutos a la recuperaci¨®n. Los veteranos del Giro saben de lo que hablo. Saben lo que es llegar a las 10 a la noche al hotel despu¨¦s de unas cuantas horas de carrera y otras cuantas m¨¢s de autob¨²s por las congestionadas carreteras italianas, y tener que decidir si el peaje a pagar es el masaje o alguna hora m¨¢s de sue?o. Que el cuerpo decida, sueles pensar.
Por eso que creo que ayer comenz¨® el verdadero Giro, con una primera etapa que se est¨¢ celebrando ahora, mientras escribo estas l¨ªneas un par de horas despu¨¦s de la fenomenal victoria de Ventoso, entre Fiuggi Terme y Maddaloni. Y no ser¨¢ el ¨²nico, que estos d¨ªas hay m¨¢s.
Y volviendo a la carrera que es de lo que se trata, y a Ventoso, felicitarle al c¨¢ntabro por esta magn¨ªfica victoria. Alguien que siendo un chaval consigui¨® ganar el Campeonato Americano de Filadelfia tal y como lo hizo hace ya unos cuantos a?os, estaba llamado a hacer cosas grandes como esta. Me encant¨® el sprint, ag¨®nico hasta la m¨¦dula, tras la constante y fatigosa subida final hasta los ¨²ltimos cinco kil¨®metros. A partir de all¨ª un falso llano, uno de esos que no dejan que los m¨²sculos se oxigenen hasta el ¨²ltimo kil¨®metro en subida del 4 %. Hondo le hizo un trabajo excepcional a Petacchi, pero al italiano se le acab¨® el gas a apenas 20 metros de la meta, cuando estaba a la par de Ventoso en un disputado mano a mano. Lo dicho, magnifico final a la italiana, magn¨ªfica victoria de Ventoso y magn¨ªfico el detalle de Ventoso de acordarse de Weylandt -entre los sprinters, todos se conocen y a pesar de las batallas libradas, todos se respetan- en la entrevista posterior a la victoria.
Buen viaje, compa?eros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.