Avales perversos
Los buenos prop¨®sitos de una ley suelen perderse por el camino. Indefectiblemente, cuando la norma no se adapta a la realidad cambiante. Ser¨ªa el caso de la Ley del Deporte que a principios de los 90 forz¨® a los clubes de futbol a convertirse en Sociedades An¨®nimas Deportivas (SAD). La Ley, de 15 de octubre de 1990, fue precedida de un Plan de Saneamiento del f¨²tbol espa?ol. El objetivo era doble: por un lado enjugar la deuda de los clubes de la Primera y la Segunda Divisi¨®n, que a 31 de diciembre de 1989 ascend¨ªa a 26.000 millones de pesetas; y, por otro lado, gracias a las SAD, recapitalizarlos y responsabilizar a sus directivos y socios de las futuras deudas a que pudieran incurrir.
Aquellas medidas se vendieron como la ¨²ltima oportunidad del f¨²tbol espa?ol para entrar en la senda de la racionalidad econ¨®mica y la responsabilidad mercantil de sus dirigentes. A tenor de la evoluci¨®n de los hechos, es evidente que buena parte de los objetivos perseguidos entonces se han dado de bruces con la realidad de un f¨²tbol todav¨ªa m¨¢s endeudado y con la mayor¨ªa de sus clubes sobreviviendo entre angustias financieras y litigios judiciales.
Pero todav¨ªa hay un segundo aspecto incluido en la Ley del Deporte cuyos efectos no fueron previstos y que ahora se antojan de una perversidad admirable. Me refiero a la disposici¨®n adicional S¨¦ptima por la cual aquellos clubes que desde la temporada 1985-1986 hubiesen obtenido resultados positivos pod¨ªan mantener su estructura jur¨ªdica de asociaciones deportivas sin ¨¢nimo de lucro. Fue el caso de FC Barcelona, Real Madrid, Athletic Club de Bilbao y Osasuna. La condici¨®n a que fueron sometidos, como garant¨ªa de responsabilidad civil de sus directivos en caso de p¨¦rdidas econ¨®micas, fue la obligaci¨®n de "depositar a favor del club y ante la Liga de F¨²tbol Profesional un aval bancario que alcance el 15% del presupuesto de gasto" para la temporada en curso y del cual podr¨¢n deshacerse cuando los beneficios acumulados en el ejercicio de su mandato compensen la cantidad a avalar.
Al legislador se le supuso la buena intenci¨®n, que era evidente. Sin embargo, el paso del tiempo ha convertido aquella condici¨®n en una trampa perversa coyuntural y estructuralmente. Y esto es as¨ª porque la realidad econ¨®mica de los clubes, de FC Barcelona y Real Madrid, concretamente, ha cambiado de manera radical sin que ninguna adaptaci¨®n legislativa se haya producido. El FC Barcelona cerr¨® el ejercicio 1989-1990 con unos gastos de 6.363 millones de pesetas (unos 38 millones de euros). En el a?o 2003, la primera Junta barcelonista obligada a depositar un aval bancario, la de Joan Laporta, present¨® un presupuesto de gastos de 168,2 millones de euros. Es decir, que los gastos del club se hab¨ªan multiplicado por cuatro en el espacio de trece a?os. La tendencia se ha mantenido desde entonces. Los gastos previstos por la primera junta de Sandro Rosell se han disparado hasta los 441 millones de euros y los candidatos a las elecciones de hace un a?o previeron situarlos cerca de los 1.000 millones durante el pr¨®ximo quinquenio. Dicho de otra manera, mientras que en el a?o 1990 el aval -que la Junta de Josep Llu¨ªs N¨²?ez no debi¨® prestar- ascend¨ªa a menos de 600.000 euros, hoy en d¨ªa supera los 6,6 millones de euros.
A corto plazo y de forma coyuntural, estas cifras mueven a las directivas entrantes a sanear las cuentas de la entidad hasta el punto m¨¢ximo que la prudencia contable les permita con el fin de descargar su debe lo m¨¢s posible. Porque cuanto m¨¢s pasivo se atribuya a la Junta saliente, menor coste financiero tendr¨¢ su aval. Lo cual, adem¨¢s, genera la tentaci¨®n para cualquier Junta en trance de abandonar el club de proceder a la venta de cuantos jugadores sean necesarios para cubrir eventuales demandas judiciales y relecturas contables de la directiva sucesora.
Sin embargo, no es la querella entre directivos entrantes y salientes la mayor perversidad que encierra la cuesti¨®n de los avales sino la propiedad futura de estos clubes y, quiz¨¢s, su estructura jur¨ªdica definitiva. Porque no debe escapar a nadie que la posibilidad de depositar un aval bancario por valor de hasta 150 millones de euros (si alguna vez el presupuesto de gastos se eleva a los 1.000 millones de euros) va a estar en manos de muy pocos socios con lo cual el riesgo de caer en posesi¨®n de corporaciones financieras, grupos medi¨¢ticos o empresariales con intereses en el mundo del f¨²tbol es evidente. Si adem¨¢s se observa que, mientras en el a?o 1990 los socios y abonados del FC Barcelona cubr¨ªan el 53% del presupuesto, actualmente apenas aportan el 12% y que el resto es sufragado por el operador televisivo, el patrocinador principal y el subministrador del material deportivo, entonces los riesgos se avecinan como inevitables. Y luego, la conversi¨®n de FC Barcelona y Real Madrid en SAD, aunque todav¨ªa no se adivine con que estrategia, no deviene ninguna quimera puesto que no hay corporaci¨®n alguna que se someta a la incertidumbre de las urnas.
Jordi Badia es exdirector de comunicaci¨®n del FC Barcelona.
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