Pocas palabras y muchos hechos
Mathijsen, central de la selecci¨®n holandesa y ahora del M¨¢laga, destaca por su sobriedad en todo y por su extenso curr¨ªculo
Lleg¨® de puntillas, sin hacer ruido. Fiel a su estilo. Apenas unas pocas horas le bastaron a Joris Mathijsen (Goirle, Holanda; 1980), nuevo valladar de la retaguardia del M¨¢laga, para sellar su compromiso con el club andaluz. Un central expeditivo y sin grandes alardes, pero con la fiabilidad de un reloj suizo. Tom¨® un vuelo privado, super¨® el reconocimiento m¨¦dico y estamp¨® su firma. El tiempo preciso, ni m¨¢s ni menos, para regresar a Holanda y sellar otro compromiso: su matrimonio.
As¨ª es el oranje, de 31 a?os. Sobrio, pragm¨¢tico, fiable. Y as¨ª lo corrobora el defensa Sergio Escudero, que la pasada temporada le tuvo enfrente sobre el tapiz de juego de la Bundesliga. "Es un defensa fuerte, duro, inexpugnable. No destaca a priori, pero sobre el campo impone mucho", apunta el jugador del Schalke; "tiene much¨ªsima experiencia, no se complica la vida y sabe sacar muy bien la pelota. Su juego de posici¨®n es muy bueno, aunque, quiz¨¢, su h¨¢ndicap es que es un poco lento a la hora de recular".
De buenas maneras, persona cultivada y hogare?a, no se sale ni un ¨¢pice del perfil sociocultural neerland¨¦s. "Es t¨ªmido, pero supercorrecto", especifican fuentes autorizadas del M¨¢laga; "vino acompa?ado de su esposa y de sus dos hijos, y no pidieron nada, en ning¨²n momento". En la l¨ªnea de Ruud Van Nistelrooy, compa?ero suyo en el Hamburgo, con el que comparte agente y que ya le ha hecho un informe de su nuevo equipo. "Me ha hablado muy bien de la ciudad y tambi¨¦n de Pellegrini. Tanto ¨¦l como Van der Vaart me han dicho que es un gran entrenador", confes¨® Mathijsen en la visita.
Fijo en la selecci¨®n holandesa, primero con Marco Van Basten y ahora con Bert Van Marwijk, destac¨® en el Willem II y el AZ Alkmaar al tiempo que acumulaba una dilata trayectoria con la orange (72 internacionalidades). Devotos de la gran estirpe de centrales holandeses, a ambos t¨¦cnicos les encandil¨® sus dotes de mando en el eje defensivo y su capacidad para corregir los errores de sus compa?eros. No lo consigui¨® en la final del Mundial, frente a Espa?a, en la que una fisura abri¨® hueco a Iniesta y derrib¨® a Holanda.
?l, l¨ªder en la sombra, voz del vestuario, se llev¨® las manos a la cabeza y enfil¨® el t¨²nel de vestuarios. En silencio, con la cabeza gacha. A su estilo.
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