Un australiano perito en lunas

Sera la moda australiana que encumbr¨® a Cadel Evans en el Tour, el segund¨®n, el hombre goma al que siempre le sal¨ªan esquinas y tropezones. Ser¨¢ que el ciclismo australiano est¨¢ de subid¨®n por lo que un tipo desconocido como Christopher Sutton se adjudic¨® el sprint de Orihuela con una facilidad pasmosa, dejando al espa?ol Vicente Reynes golpeando su manillar con toda la rabia del mundo por la ocasi¨®n perdida. Y a los grandes velocistas con cara de tontos. Ser¨¢ que cuando Cancellara se mueve es como si amenazara tormenta. Lo hizo varias veces. De pronto se monta un arre¨®n de aqu¨ª te espero y todo se nubla en el pelot¨®n. Nervios, cosquilleos, pedaleos fren¨¦ticos para seguir al poderoso suizo. All¨ª que se fueron los sprinters tras su huella, cuando quiz¨¢s lo ¨²nico que quer¨ªa era proteger a su l¨ªder Fuglsang de la mejor manera posible. Lo cierto es que todo se descoloc¨®, se perdi¨® el orden previsto, se desmadej¨® la carrera.

Puro desorden, salvo para el Leopard y para Cancellara que consiguieron alguno de sus objetivos. No gan¨® Bennati, su acreditado sprinter, pero lo coloc¨® de l¨ªder, con el mismo tiempo que su compa?ero Fuglsand, por puestos. Todo en casa y el resto mir¨¢ndose y mir¨¢ndose, sin saber que hab¨ªa pasado. As¨ª surgi¨® Sutton, como de la nada, en las cercan¨ªas de la ¨²ltima curva, picando hacia arriba. De all¨ª surgi¨® el australiano, como por arte de magia, con todos los grandes descolocados. Es fuerte el muchacho y arre¨® de lo lindo. Solo Reynes, listo tambi¨¦n, supo seguir su paso, pero le faltaron dos pedaladas. El resto iba atr¨¢s, muy atr¨¢s, mir¨¢ndose y mir¨¢ndose, como pidiendo explicaciones al maestro armero, que no era otro que Cancellara, el gran ilusionista, al que le gusta enredar, probarse y probar a los dem¨¢s, eliminar rivales, disolverlos. Por all¨ª se quedaron Cavendish, Boonen, O?Grady y compa?¨ªa, con cara de tontos.

Lo anterior fueron asuntos cotidianos: la habitual fuga de Rosendo, acompa?ado por Martens, Hansen y Houanard. La fuga de la esperanza y del desconsuelo que le dej¨® a Martens el liderato de la monta?a y a Rosendo dos sprints intermedios. Nada m¨¢s porque nada m¨¢s pod¨ªa haber en aquella locura. Uno se fue, Goos (HTC), el primer abandono de la Vuelta. Aunque luego abandonaron los sprinters en la llegada y le abrieron las puertas de Orihuela a un autor novel. En una ciudad tan literaria como ¨¦sta, donde si no tienes una calle a tu nombre no eres un escritor que se precie, en tierras de Miguel Hern¨¢ndez, resulta que un australiano fue el aut¨¦ntico perito en lunas.