"Segu¨ª como siempre"
El octavo triplete de Messi es el tercero m¨¢s r¨¢pido en la historia del Bar?a
La cogi¨® el Chori Castro y Joao no puso de morros al Camp Nou porque ten¨ªa la mirilla desviada. La grada pas¨® del susto a los gritos de admiraci¨®n. La culpa de ello la tuvo Leo Messi, cuyo radio de acci¨®n, con m¨¢s m¨²sculo que sutileza en el centro del campo, no abarcaba solo el ¨¢rea de ataque. El argentino bajaba a recibir, creaba, daba, regateaba. Y disparaba, por supuesto. Los "?oooh!" del p¨²blico denotaban que ten¨ªa la pelota. "La gente paga para verle a ¨¦l", hab¨ªa dicho Guardiola un d¨ªa antes, cuando se vio obligado a salir en su defensa. "Tiene un don", se reafirmaba. Por eso ironizaba sobre la sequ¨ªa del diez: "Tres partidos sin marcar y ya est¨¢ en crisis".
Lo sab¨ªa el propio Messi cuando convirti¨® en gol aquel penalti a los siete minutos de partido. La sequ¨ªa hab¨ªa terminado. Con un disparo a la izquierda del portero, como el que le par¨® recientemente Javi Varas, solo que golpe¨® el bal¨®n algo m¨¢s elevado. Lo sab¨ªa el futbolista y quiso que todos se enteraran cuando, tras el segundo gol, un chut oportunista, a escasos metros del portero, enumer¨® ante la c¨¢mara: uno, dos, tres. ?Se refer¨ªa a los tres partidos que llevaba sin marcar? ?Era un presagio de lo que ser¨ªan tambi¨¦n los tantos que marcar¨ªa aquella noche? "Antes de venir un amigo me dijo que lo celebrara as¨ª, con el n¨²mero 123, que es significativo para ¨¦l", dir¨ªa el protagonista al finalizar el encuentro, con un bal¨®n bajo el brazo izquierdo, su premio, la se?al de que la noche no se le hab¨ªa dado mal. Porque el caso es que el tercero lleg¨®. Y sali¨® desde el centro del ¨¢rea, su zona preferida para armar el disparo.
El de Messi fue el tercer triplete m¨¢s r¨¢pido de la historia del Bar?a: lo hizo en 30 minutos, algo m¨¢s lento de lo que fueron Eto'o (en 24 minutos, contra el Almer¨ªa, en 2008) o Tejada (en 28, contra la Real Sociedad, en 1954). Adem¨¢s, fue su tercer triplete en esta Liga, despu¨¦s de los otros que firm¨® frente a Osasuna (8-0) y el Atl¨¦tico de Madrid (5-0), siempre abrigado por el Camp Nou. Desde que el menudo argentino debutara en la Liga, en 2006, ya acumula ocho. El primero de ellos al Madrid (3-3), y tambi¨¦n en casa. Guarda todos los balones firmados por sus compa?eros en una habitaci¨®n de su casa, junto al resto de trofeos. Y a juzgar por el partido contra el Mallorca, ni se cansa de coleccionarlos ni tampoco de hacer goles, pues sigui¨® intent¨¢ndolo en el segundo tiempo, con la izquierda, con la derecha, y hasta con la cabeza.
Tras la cr¨ªticas, Messi demostr¨® que ¨¦l no albergaba tantas dudas como algunos: "Segu¨ª jugando de la misma manera. Estaba jugando bien, no estaba preocupado por eso. No es f¨¢cil jugarles a los rivales porque se cierran mucho, no estamos encontrando muchos espacios. Creo que esta vez jugamos m¨¢s r¨¢pido", analiz¨® el delantero, el m¨¢s activo, autor de siete de los 16 disparos del equipo. Nadie dudaba de ¨¦l. Guardiola, por ejemplo, zanj¨® el debate acerca del estado de forma del de Rosario con el silencio: "Ya dije suficiente. Ahora no me toca hacerlo a m¨ª". Tampoco dudaban sus compa?eros: "Yo confiaba en Messi, sab¨ªa que si nos pitaban otro penalti lo tirar¨ªa ¨¦l y lo meter¨ªa", sentenci¨® Adriano. "Yo no tengo palabras para definir a este jugador. Es mejor que lo hagan los periodistas", se limit¨® a decir Isaac Cuenca. Frente al Mallorca, el Bar?a transform¨® la mitad de las ocasiones que tuvo en la primera parte, tan hambriento de gol estaba Messi, deseoso por marcar, como cada vez que alguien le pone en el punto de mira.
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