El Sevilla vive en el desconcierto
El Granada, con un gran Roberto, aprovecha la debilidad en las ¨¢reas de los de Marcelino
El Sevilla vive en el desconcierto. Su juego, brillante por momentos, cobarde la mayor¨ªa de las ocasiones, no le da para situarse, por el momento, entre los cuatro mejores equipos de la Liga. Sin pegada cuando jug¨® bien y d¨¦bil en el acoso de un Granada que no se rindi¨®, el Sevilla encaj¨® la primera derrota de la temporada por su ineficacia a la hora de matar a un rival al que super¨® en los primeros diez minutos y durante veinte de la segunda mitad, los momentos en los que su juego s¨ª fue digno de un equipo que anhela la Liga de Campeones. Sostenido casi siempre por Javi Varas, el Granada, colista como el Racing en el anterior envite en casa, lo sorprendi¨® al contragolpe en el empate y lo remat¨® en el ¨²ltimo minuto despu¨¦s de una concatenaci¨®n de errores de su zaga.
SEVILLA, 1 - GRANADA, 2
Sevilla: Varas; C¨¢ceres, Spahic, Escud¨¦, Fernando Navarro; Navas, Medel, Rakitic, Trochowski (Luis Alberto, m. 82); Manu del Moral y Kanout¨¦ (Armenteros, m. 45). No utilizados: Palop; Coke, Alexis, Luna y Campa?a.
Granada: Roberto; Nyom, ??igo L¨®pez, Mainz, Siqueira; Fran Rico, Mikel Rico; Uche (Ighalo, m. 77), Abel G¨®mez (Mois¨¦s Hurtadi, m. 92), Mollo (Jara, m. 61); y Geijo. No utilizados: Julio C¨¦sar; Cort¨¦s, Diakhat¨¦ y Ribeiro.
Goles: 1-0. M. 1. Manu del Moral. 1-1. M. 78. Geijo. 1-2. M. 90. Mikel Rico.
?rbitro: Mateu Lahoz. Amonest¨® a Siqueira y Medel.
Unos 38.000 espectadores en el Ram¨®n S¨¢nchez Pizju¨¢n.
La derrota, en definitiva, se sustent¨® en la fe del Granada, sostenido por un gran Roberto, y la ausencia de un delantero de garant¨ªas en la segunda mitad que convirtiera en gol el caudal ofensivo del grupo de Marcelino. Para el an¨¢lisis, tambi¨¦n, la siesta del equipo despu¨¦s del tempranero gol de Manu y su machacona insistencia en ceder terreno a su rival. En ese desconcierto en el que vive el Sevilla, da la talla ante rivales de entidad, cuando le toca esperar y sorprender al contragolpe, con Varas de f¨¢bula, mientras que se diluye ante contrincantes a priori asequibles, caso de Racing y este Granada de tanta fe como buena definici¨®n cuando se le exigi¨®, como as¨ª atestiguaron Geijo, con un gran remate de cabeza, y Mikel Rico, de espl¨¦ndido disparo desde la frontal.
En el camino de su construcci¨®n, el Sevilla sufre ante equipos como el Granada, que control¨® a placer buena parte del choque despu¨¦s de verse sorprendido en un inicio fulgurante del Sevilla. Con apenas 38 segundos, una diablura de Navas fue resuelta con un disparo de C¨¢ceres que Roberto despej¨® con apuros. Manu, en racha, empuj¨® a gol con fuerza el rechace.
En esos diez primeros minutos, el Sevilla ofreci¨® un f¨²tbol din¨¢mico, de presi¨®n y robo, de r¨¢pida salida al contragolpe. Un parad¨®n de Roberto a Manu se?al¨® el cambio de rumbo y el Sevilla dej¨® de jugar.
Insondable el misterio que rodea a este equipo que se dej¨® dominar por el Granada. Sorprendido al inicio, como en anteriores partidos, los de Fabri se hicieron con el bal¨®n y gozaron de dos ocasiones claras. En una de ellas volvi¨® a erigirse Varas, con un parad¨®n a lanzamiento de falta de Abel despu¨¦s de una entrada terror¨ªfica de Medel a Geijo.
Sin br¨²jula, con Rakitic fuera de forma para sostener al equipo, el Sevilla sufri¨® ante este Granada sin p¨®lvora, pero valiente y limpio de complejos despu¨¦s de unos primeros minutos de parvulario. Hasta Kanout¨¦, siempre decisivo, parec¨ªa perdido en su papel de secundario, condenado a pelear el bal¨®n por alto y asfixiado a la hora de presionar al rival. Marcelino lo reemplaz¨® al descanso al estar tocado y entr¨® Armenteros, uno de esos futbolistas poco aptos para pelear por la Liga de Campeones.
Cabe suponer que el Sevilla que tiene Marcelino en su cabeza fue el de los inicios de la segunda mitad, mucho m¨¢s cohesionado, m¨¢s junto, con mejor trato de bal¨®n y llegada. Roberto, enorme, salv¨® entonces a su equipo, que se creci¨® hasta el punto de derrotar a un Sevilla que juega a ratitos y se empe?a en vivir en el desconcierto.
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