Jugar, se juega; la autoridad no se discute
Al Madrid no le vale saber gestionar mejor los partidos que median de cl¨¢sico a cl¨¢sico, nada nuevo por otra parte, sino que necesita batirse con el Barcelona para chequear su salud, reivindicar su disposici¨®n a recuperar el trono, confirmar que est¨¢ en camino de revertir el estado actual de las cosas. Al Bar?a, ya ganador de las Supercopas, le aguarda la pr¨®xima semana el Mundial, de manera que ahora mismo todav¨ªa vive del juego, m¨¢s que de las rentas, y puede relativizar su paso por Chamart¨ªn, sea cual sea el marcador. M¨¢s que una cuesti¨®n de acomodamiento o de actitud, responde a un exceso de confianza o de seguridad. No responde hasta que se cuestiona su jerarqu¨ªa futbol¨ªstica. Ocurri¨® la temporada pasada y volvi¨® a pasar ayer en Madrid. As¨ª se explica el gol que tom¨® Vald¨¦s nada m¨¢s sacarse de centro: recularon medios y defensas hacia su campo hasta retrasar la pelota al portero, que la pifi¨® tanto en la cesi¨®n como Piqu¨¦, incapaz de tirar la l¨ªnea del fuera de juego y leer la jugada, poco atento. Al Madrid le hab¨ªa alcanzado con la presi¨®n de sus delanteros y la determinaci¨®n colectiva para ganarse un gol sin necesidad de armar la jugada. El cl¨¢sico quedaba que ni pintado para los muchachos de Mourinho, excelsos contragolpeadores.
El gol tuvo un efecto nocivo para el f¨²tbol del Barcelona, que se aboc¨® a un partido de ida y vuelta, como ya sucedi¨® en Mil¨¢n, pese a disponer de una alineaci¨®n m¨¢s ortodoxa: dos centrales cl¨¢sicos, los tres peque?os en la medular y dos delanteros que mezclen a gusto de Messi. Hay pocos oficios m¨¢s peligrosos en el mundo que el de ser socio de La Pulga. Villa compite con el recuerdo de Bojan, Ibrahimovic y Eto'o, una empresa complicada como se constat¨® en Chamart¨ªn. El Guaje ha perdido la titularidad en beneficio del Ni?o Maravilla, un futbolista r¨¢pido y agresivo y tambi¨¦n en racha goleadora. El bueno de Messi mira con buenos ojos a la bala de Alexis.
Marc¨® el chileno despu¨¦s de un mon¨®logo estupendo del argentino. Messi no solo habilit¨® a Alexis en la jugada del empate, sino que antes desquici¨® a Pepe, excesivo en sus patadas, y tir¨® del equipo sin desmayo. La Pulga convirti¨® el encuentro en una cuesti¨®n personal de la que sali¨® gran vencedor. El equipo, sin embargo, se resinti¨® del guion pautado por Messi, sobre todo porque Iniesta, a veces Xavi y tambi¨¦n Cesc se quedaron demasiado rato fuera del partido.
A la que los interiores azulgrana se juntaron, nada m¨¢s acabar el descanso, cay¨® el segundo gol del Barcelona y poco despu¨¦s el tercero. Los protagonistas fueron Xavi, Iniesta, Cesc, Alves y Messi, los que le dan personalidad y avalan tambi¨¦n la renovaci¨®n emprendida por Guardiola. No fue casualidad que marcaran Alexis y Cesc ni que a la generaci¨®n de 1987, la que forman Piqu¨¦, Messi y Cesc, se le conociera como Los Ansias. Los azulgrana se reinventan cada a?o mientras el Madrid no para de dar vueltas a una misma historia caducada. Alrededor de Iniesta, el Bar?a fue de nuevo m¨¢s reconocible que nunca, para desespero del Madrid, al que le sobr¨® el partido despu¨¦s del tanto de Benzema. El juego de asociaci¨®n azulgrana contrast¨® con el surtido de patadas de los madridistas, partidos, abandonados por Cristiano, superado de nuevo por la cita.
El ensimismamiento inicial azulgrana se convirti¨® al final en valent¨ªa. El Bar?a gan¨® todos los partidos, individuales y colectivos, hasta el de Alves sobre Marcelo, adem¨¢s del de Messi con Cristiano o el de Guardiola con Mourinho. Al madridismo le queda ahora el ¨²nico consuelo de que su equipo puede ganar la Liga despu¨¦s de perder con el Bar?a. La autoridad barcelonista est¨¢ por encima de cualquier marcador, incluso ganando por 1-3. A mayor desaf¨ªo, mejor respuesta.
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