Un derbi may¨²sculo

Larga vida al derbi, que no entiende de clasificaciones ni de presupuestos sino de rivalidad y de litigio ciudadano. La cantera metropolitana del Espanyol fue tan competitiva como La Masia, santuario del catalanismo del Barcelona, que vuelve a descolgarse del Madrid (a cinco puntos). M¨¢s que dem¨¦rito azulgrana, el empate premi¨® la energ¨ªa blanzquiazul.

El Espanyol llev¨® de cabeza al Bar?a en un derbi de los de antes, por disputado, intenso, bonito y, tambi¨¦n por pol¨¦mico, porque el ¨¢rbitro le perdon¨® un penalti a Ra¨²l en la pen¨²ltima jugada rematada por Pedro. No merec¨ªa perder el Espanyol. Pocas veces estuvo m¨¢s discutida la superioridad del Barcelona. Juntar la misma alineaci¨®n del Bernab¨¦u le sirvi¨® de bien poco a Guardiola.

Al Espanyol le encanta enfrentar al Barcelona. Aunque a veces le ha podido la excitaci¨®n, tambi¨¦n se cuentan ocasiones en que ha librado partidos estupendos, sobre todo desde el punto de vista f¨ªsico y t¨¢ctico, cuestiones que competen a Pochettino, un t¨¦cnico excelente, santo y se?a ahora mismo del club. No es casual que sea el equipo que m¨¢s puntos le ha descontado a los azulgrana en los ¨²ltimos cinco a?os (16). Ayer alcanz¨® el empate despu¨¦s de negarse a firmar la derrota tras un excelente ejercicio futbol¨ªstico. A pesar de su inferioridad individual, la actuaci¨®n colectiva espa?olista fue superior en varios momentos a la del Barcelona.

Le jug¨® muy bien el Espanyol al Bar?a despu¨¦s que su entrenador leyera correctamente el partido: flot¨® a los zagueros rivales y a cambio se arm¨® en la medular con hasta tres centrocampistas. Las ayudas tanto de los centrales como de los jugadores de las bandas, endurecieron la divisoria y negaron el f¨²tbol de los volantes forasteros, incomodados e imprecisos. No hubo m¨¢s azulgrana en el c¨ªrculo central durante un rato que Busquets, omnipresente, solo aliviado por Iniesta, que le dio aire a su equipo por los flancos.

Los barcelonistas llegaron extenuados al descanso, superados por el trap¨ªo, ritmo y rapidez del plantel blanquiazul, abatido solo por un gol de Cesc, indetectable para el adversario, impagable como factor sorpresa en un equipo muy definido. El protagonismo azulgrana dur¨® dos minutos en que cont¨® tres oportunidades propiciadas por la flojera de Cristian Garc¨ªa. Cesc no perdon¨® en la ¨²ltima despu¨¦s de un preciso centro de Alves, mejor como extremo que de lateral. Efectivo en el tiro, el Barcelona estuvo confundido en la elaboraci¨®n, excesivamente impaciente, reiterativo en la p¨¦rdida del cuero, contagiado por el futbol revolucionado del Espanyol. Los blanquiazules erraron en el ¨²ltimo pase, a veces dificultado por la zaga azulgrana, y tambi¨¦n en el remate frente a Vald¨¦s, soberbio por dos veces ante Verd¨².

No par¨® el Espanyol hasta reventar. Jam¨¢s se rindi¨®, ni cuando ya no pod¨ªa con los calzones por el esfuerzo ni despu¨¦s que el Bar?a se corrigiera y tuviera m¨¢s presencia en la cancha. A los azulgrana les costaba m¨¢s que nunca encontrar espacios y los centrocampistas no conectaban con los delanteros. A Alexis le puede a menudo la prisa, corre a destiempo, y a Messi nunca se le dio bien el derbi: no se ha estrenado a¨²n en el bonito campo de Cornell¨¤-El Prat. Anoche se vio la versi¨®n m¨¢s vulgar de la Pulga, bien defendido por el Espanyol, desconectado en el Barcelona, fuera del partido, peleado con el poste derecho.

Desorientado, el Bar?a no le encontr¨® nunca el punto al encuentro, abierto e incierto, a gusto del Espanyol. ?nicamente el marcador no le daba la raz¨®n, motivo suficiente para que Pochettino arriesgara en su apuesta. Los cambios del t¨¦cnico plantearon once partidos individuales, un escenario ¨¦pico y emotivo, delicioso para el espectador, comprometido para los futbolistas.

Los azulgrana descansaron en su superioridad t¨¦cnica mientras que a los blanquiazules les avalaba su energ¨ªa y agresividad, decididos a remontar el partido o a conceder un segundo gol, conscientes de que no es lo mismo defender con un doble pivote que con tres medios. Imposible negociar un t¨¦rmino medio. Y el Espanyol encontr¨® su recompensa a su gallard¨ªa en un centro de Ra¨²l, tocado por Thievy y cabeceado por ?lvaro. Al Bar?a de nada le sirvi¨® su arrebato final con un penalti no pitado de Ra¨²l. El derbi se jug¨® como quiso el Espanyol.