El estilo puede con la idea
El manual del f¨²tbol azulgrana supera de nuevo a la ¨²ltima vuelta de tuerca de Mourinho
El Bar?a tiene la f¨®rmula y no la cambia ante nada ni nadie, por m¨¢s que el duelo se curve o se empine, que la encrucijada sea de arrea. Divino tesoro que persigue sin ¨¦xito Mourinho a cada cl¨¢sico, en su empe?o por ser al fin el aristot¨¦lico ant¨ªdoto del Bar?a. Pero el estilo puede con la idea, al menos hasta la fecha.
Dio as¨ª el t¨¦cnico blanco una nueva vuelta de tuerca a su alineaci¨®n y recuper¨® el esquema y dibujo victorioso que ya emple¨® otrora con el Inter y el Chelsea en competiciones europeas. Siete hombres por detr¨¢s de la pelota y tres al frente, galgos a la carrera. Sin enlaces, sin inter¨¦s alguno en manufacturar el pase en la medular, un Madrid de ¨¢rea a ¨¢rea. Una propuesta taca?a en cuanto al f¨²tbol ofensivo, pero excelente en el cerrojo y para abotargar la zona de creaci¨®n rival; una apuesta pr¨¢ctica y validada por los extremos, sobre todo por Cristiano Ronaldo, generoso y al servicio colectivo como nunca; y un fracaso porque tirar dos veces ante el Bar?a penaliza, m¨¢s que nada porque es un hu¨¦sped que no pilla las indirectas, que no se marcha de tu casa ni a la de tres.
Casillas. C¨®modo porque no se le exigi¨® dar un pase con el pie, fue el portero sobresaliente de siempre, excelente bajo los palos -escupi¨® a Messi e Iniesta dos tiros estupendos- y atento como libre si la zaga perd¨ªa las referencias. Nada pudo hacer en los dos goles del Bar?a, vendido en ambos casos.
Pinto. Al contrario que Casillas, pretendi¨® con cierto ¨¦xito ser el primer pase, la ra¨ªz del juego. Pero fall¨® en lo m¨¢s importante, que era detener balones. Le probaron en una ¨²nica ocasi¨®n y la pelota se le col¨® por entre las piernas.
Altintop. Atento al corte y a su espalda, no se le cont¨® fallo sonoro alguno, sino que incluso dio un pase de gol que Benzema estrell¨® al palo. Pero, precavido y poco acostumbrado al lateral, le cost¨® horrores salir de sitio, por lo que si Iniesta daba un paso hacia atr¨¢s, se cobraba unos metros y unos segundos para girarse y dar el pase vertical. As¨ª lo hizo Cesc en una ocasi¨®n, que solo la cruceta abort¨® tras el remate final de Alexis.
Alves. Animado en el ataque, desligado porque en campo ajeno hace da?o, el brasile?o pretendi¨® resquebrajar al rival con sus incursiones. Pero no pudo doblegar a Cristiano y cometi¨® el peor de los pecados, el no replegarse a tiempo ante la contra rival. Acab¨® en gol.
Carvalho y Ramos. Al portugu¨¦s se le notaron sus cuatro meses de inactividad, deficiencia difuminada porque estaba recogido en su ¨¢rea y envuelto por su l¨ªnea y la precedente. Atinado en el corte y puntual en los balones a¨¦reos, padeci¨® cuando Messi le busc¨® las cosquillas en una carrera que detuvo con una entrada que bien pudo ser cartulina roja. Y con otra entrada sobre Adriano, debi¨® de completar las cartulinas. Ramos, imprescindible, pendiente de cualquier fisura y corrector por naturaleza, no patin¨® cuando se sali¨® de sitio, m¨¢s all¨¢ de esa ocasi¨®n en la que le clav¨® los tacos en la rodilla de Alexis.
Piqu¨¦ y Puyol. La pareja. Cada uno a lo suyo para hacer un todo. Veloces en defensa, reprimieron con persistencia la mayor¨ªa de los contragolpes adversarios, bien con un corte de anticipaci¨®n, bien con una entrada a tiempo. Y con el bal¨®n entre los pies, Piqu¨¦ asumi¨® la responsabilidad, responsable de dar la salida y alguna zancada que otra al frente para provocar y tratar de descolocar al contrario. Si bien le falt¨® profundidad, Puyol arregl¨® el asunto con un remate en un saque de esquina con el gol.
Coentr?o. Las pas¨® canutas, exigido por la presencia de Messi y Alexis, solo aliviado por la cobertura de Cristiano Ronaldo. No pas¨® de la medular, aunque tampoco se le reclam¨®. Queda en su debe el c¨®mo tirar el fuera de juego, pues en dos ocasiones las rupturas desde la segunda l¨ªnea le sacaron los colores.
Abidal. Tan aplicado en defensa como an¨®nimo en campo ajeno hasta que se le ocurri¨® probar fortuna. Abrig¨® a la zaga porque Alves estiraba el campo en el lado opuesto, todo seguridad. Pero Iniesta no tuvo la posibilidad de probar un dos contra uno. Y cuando nadie contaba con ¨¦l, pis¨® ¨¢rea, durmi¨® el pase de Messi y defini¨® ante Casillas para celebrar su reciente renovaci¨®n como azulgrana.
Pepe. Acelerado como en otras ocasiones, por m¨¢s que le atornillaran por delante de la defensa, Pepe result¨® un tap¨®n para las triangulaciones del Bar?a, exento en las tareas de arquitectura. Dej¨®, sin embargo, como habit¨²a, m¨¢s violencia que f¨²tbol. Hizo una entrada fea, un pisot¨®n a deshora sobre el tobillo de Busquets que le cost¨® la cartulina amarilla. Simul¨® un manotazo de Cesc cuando no pas¨® de una caricia. Y, de paso, pis¨® con voluntariedad la mano de Messi. Para redondear, adem¨¢s, no atendi¨® a su par, Puyol, en el saque de esquina que el Bar?a festej¨® en gol.
Lass.Lass, sin el cuero entre los pies porque as¨ª lo quiso Mourinho, se prodig¨® en las ayudas, pendiente de Cesc y Messi cuando bajaban a recibir. Trabajo tan oscuro como necesario para un equipo, poco recompensado con la sustituci¨®n y quiz¨¢ poco entendible al sumar Pepe la cartulina amarilla.
Busquets. Fant¨¢stico para guardar la pelota, no hubo un embrollo del que no sali¨® airoso. La mel¨¦ le gusta. Pero ante la media abigarrada, result¨® menos diligente en la entrega vertical. Un dem¨¦rito que no es tal, porque su misi¨®n es enlazar con los volantes, pero que le hubiese sentado de maravilla al Bar?a para romper una l¨ªnea de presi¨®n.
Xabi Alonso. Acostumbrado a ser la manija del Madrid, los cl¨¢sicos le deben saber a muy poco, sobre todo porque la pelota le es extra?a, porque el equipo se desentiende de la frontera del eje del medio campo para ser tan largo como directo. Jug¨®, pero, m¨¢s all¨¢ de cumplir con los requisitos de abrochar, para infortunio del Madrid no se not¨®.
Xavi e Iniesta. A la que encontraron un metro y un segundo, desarbolaron con pases verticales al Madrid. Como ese que lanz¨® Xavi, prolong¨® Alexis e Iniesta no pudo definir por mil¨ªmetros. Xavi, tan presente como de costumbre pero menos vertical ni c¨®modo que en otras ocasiones, no fue tan lacerante. Iniesta, escorado y un tanto limitado, prob¨® el regate y no puso el desequilibrio. S¨ª que logr¨®, sin embargo, dos disparos que pusieron en serios aprietos a Casillas, el segundo solo repudiado por la cruceta.
Cristiano Ronaldo. Elogiado por el t¨¦cnico por su esfuerzo ante el Mallorca, repiti¨® con su generosidad colectiva, con su despliegue en favor del equipo. Se at¨® a Alves y no se hizo el remol¨®n en bajar, en cubrir las incursiones del lateral adversario. Un acierto porque a la que su pareja de baile se despist¨®, le lanz¨® un reto que gan¨®, una carrera que acab¨® con su diana. Fue, salvando las distancias t¨¦cnicas, el Eto'o del Inter.
Alexis. Su trabajo vale oro. Infatigable en la presi¨®n, regal¨® a su equipo infinidad de balones que regalaba la zaga del Madrid. Un poco descolocado porque se desmarca por castigo, hasta de su sombra si se lo propone, que el Madrid jugara tan retrasado le rest¨® peligrosidad y espacios. Aun as¨ª, se las ingeni¨® en un movimiento a la espalda de la defensa que solo el poste desbarat¨®.
Cesc. Le cost¨® encontrar su hueco, pero cuando dio con la tecla fue la pieza clave del Barcelona para desatascar. Ordenador por cabeza, lee el juego como pocos y sus movimientos de entrel¨ªneas fueron capitales. Centro a Alexis que acab¨® en la cruceta, pase a Iniesta que termin¨® con la misma suerte. Cesc como trampol¨ªn, como pierna de Xavi.
Higua¨ªn y Benzema. El argentino compareci¨® sobre el c¨¦sped, pero no lo pareci¨®. El sistema, por extra?o, le sobrepas¨® y sus desmarques perdieron valor porque no tuvo compa?eros que le acompa?aran. In¨¦dito. Menos transparente fue Benzema, que se resisti¨® a su falta de bal¨®n y retras¨® en varias ocasiones su posici¨®n para lanzar la contra. En una de esas, CR golpe¨®.
Messi. Quiso el bal¨®n por la v¨ªa r¨¢pida, como si tuviera que hacer de catapulta y punto final. Algo improbable hasta para el mejor jugador del mundo, m¨¢s que nada porque hab¨ªa m¨¢s piernas que huecos a la que agarraba la pelota. Y, tan atr¨¢s, su zigzagueo no encontr¨® premio. No est¨¢ fino el jugador, que desde el par¨®n navide?o no rompe. Pero capaz de reinventarse a cada duelo, cuando la tensi¨®n aflora, registr¨® una asistencia a Abidal que solo ¨¦l fue capaz de anticipar. Una acci¨®n que vali¨® medio gol y, de paso, media victoria.
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