Mourinho s¨ª escucha al madridismo
Esta vez, nada tiene que reprocharse el Real Madrid. Si acaso, una queja al f¨²tbol, infiel muchas veces cuando se mueve la ruleta y el azar te saca la lengua. Entonces, como anoche, la derrota no es tan cruda y por dura que resulte es m¨¢s digestiva. El Madrid cay¨® con grandeza, sin dejarse nada, ni f¨²tbol ni sudor, al estilo del Madrid que conquist¨® el pasado siglo. No fue, en absoluto, ese equipo intervenido para mal por la vena turbia de su entrenador. Condenado hasta por los suyos tras el fiasco de la ida, Mourinho rectific¨® para bien en el Camp Nou. En contra de su discurso de hace una semana, cuando dijo "entender, pero no escuchar" al madridismo, el portugu¨¦s corrigi¨® el tiro. Ya fuera por despecho, por una repentina convicci¨®n o porque cedi¨® la gesti¨®n al vestuario, el entrenador mud¨® el traje al equipo y el Bar?a estuvo apretado como nunca, al borde del colapso hasta que se alivi¨® con un gui?o del destino al final del primer acto.
Solo el interruptor de Mourinho en los ¨²ltimos tiempos hizo que el partido del Madrid pareciera extraordinario. En realidad, con la historia en la mano, descontado este periodo, el Madrid fue el Madrid. Un conjunto valiente, decidido, cargado de fe y talento, siempre con la mirada al frente. Sin amarras, con las l¨ªneas pegadas y Pinto en el punto de mira, el equipo blanco ech¨® un pulso a su adversario como nunca lo hab¨ªa hecho. Hasta la pelota estuvo en juego. El Madrid discuti¨® el tesoro al Bar?a porque le quit¨® campo, le oblig¨® a moverse en una baldosa, provoc¨® que no hubiera azulgrana que pudiera abanicarse con el bal¨®n. El Madrid, gallardo, solo dej¨® espacios a su espalda, no donde el Bar?a cocina el juego. A los visitantes solo les falt¨® justamente lo que m¨¢s les distingue, el mazo, su fabulosa pegada. Sin noticias de Casillas, dos asaltos aislados fruto de genios como Messi y Alves pusieron al Madrid al borde del precipicio.
Acorde con su gen¨¦tica, ni as¨ª se venci¨® el Madrid, que bien pudo acobardarse por el recuerdo del 5-0. No fue tal y con un Camp Nou incandescente, el grupo tir¨® de orgullo sin dejar de lado el f¨²tbol. No se dej¨® intimidar. Una lecci¨®n de grandeza, el verdadero himno madridista. El resultado fue un partido espectacular, propio de los dos mejores equipos del mundo dispuestos a demostrarlo cara a cara, desatados, sin cadenas. Nada de rebajas. El Madrid por fin se demostr¨® a s¨ª mismo que con f¨²tbol y solo f¨²tbol puede debatir con este Bar?a, como ya lo hizo en la Supercopa. Mourinho no tom¨® nota hasta anoche y el equipo ha perdido demasiado tiempo en buscar estrategias, dentro y fuera del campo, impropias de su escudo y la jerarqu¨ªa de su plantilla.
Con el f¨²tbol y nada m¨¢s que el f¨²tbol de por medio, con la mirada limpia de todos pese a las tachas arbitrales para unos y otros, el cl¨¢sico copero fue un brindis a este maravilloso juego, por arte, entrega y emoci¨®n. Una advertencia para el Bar?a, angustiado como nunca, como se vio en su hinchada, cardiaca hasta que se baj¨® el tel¨®n. Y una lecci¨®n para Mourinho, que si sabe metabolizar lo sucedido sin dar palique a su ombligo habr¨¢ constatado que conviene escuchar a una afici¨®n tan sabia como la suya. Por derrotas como la de ayer no le silbar¨¢n. No naci¨® madridista, pero por esta v¨ªa puede que alg¨²n d¨ªa lo sea. Pese a sus fantasmas, solo ayer hubo una conspiraci¨®n en su contra: la del f¨²tbol, que no es un tratado de justicia, solo un juego.
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