Apoteosis del adi¨®s
El estadounidense Michael Phelps tiene 14 oros y ya es una leyenda del deporte mundial, pero todav¨ªa quiere m¨¢s
Los Juegos de Londres pondr¨¢n el punto final a la trayectoria m¨¢s extraordinaria que han producido los deportes ol¨ªmpicos. Michael Phelps cuenta los d¨ªas que le quedan para su ¨²ltimo desaf¨ªo. Cada madrug¨®n, cada entrenamiento, cada largo en la piscina del North Baltimore Aquatic Club (NBAC), es, en cierto modo, el ¨²ltimo. El 15 de enero acudi¨® al Grand Prix de Austin con predisposici¨®n melanc¨®lica. Tras imponerse en los 200 estilos hizo una pausa en la playa de la piscina tejana, contempl¨® el escenario y admiti¨® que, tras m¨¢s de 10 a?os de alta competici¨®n, era consciente de que nunca m¨¢s regresar¨ªa a este torneo invernal: "Me est¨¢n golpeando los recuerdos. Es extra?o ir terminando con todo esto".
A los 26 a?os, Phelps goza del privilegio de meditar su despedida. La llama de sus predecesores se apag¨® tan r¨¢pido que no tuvieron esta oportunidad. La profesionalizaci¨®n de los deportes acu¨¢ticos le ha permitido prolongar su carrera m¨¢s all¨¢ de los l¨ªmites que, hasta hace poco, se?alaban la frontera de lo soportable. Su gran ¨ªdolo, Mark Spitz, alcanz¨® la c¨²spide de su desarrollo con 22 a?os, durante los Juegos de 1972. Spitz marc¨® un hito: nadie hab¨ªa logrado siete oros en unos mismos Juegos.
Aquella sucesi¨®n de carreras perfectas parec¨ªa una haza?a propia de una ¨¦poca primitiva, imposible de repetir en una disciplina en la que los nadadores cada vez se especializan m¨¢s seg¨²n distancias y estilos. Spitz fue la referencia b¨¢sica de Phelps. Desde los 11 a?os se prepar¨® para imitarle y para superarle. Con 22 a?os, en los Juegos de Pek¨ªn, consigui¨® ocho medallas de oro. Su colecci¨®n se sum¨® a los seis oros que obtuvo en los Juegos de Atenas. En total, 14 campeonatos ol¨ªmpicos que lo consagran como un caso ¨²nico. Phelps trascendi¨® la nataci¨®n para instalarse s¨®lidamente entre las m¨¢s grandes leyendas del deporte de todos los tiempos.
Spitz se retir¨® con 22 a?os porque estaba harto del agua. Phelps se ha mantenido cuatro a?os m¨¢s. A duras penas. No es un reloj. Nunca le entusiasm¨® demasiado entrenarse. Pero su t¨¦cnico de toda la vida, Bob Bowman, ha conseguido mantenerle m¨ªnimamente atado a la rueda. Bowman, un fan¨¢tico de la cr¨ªa de caballos de carreras, posee la inteligencia po¨¦tica que dota a ciertos entrenadores de la capacidad para atraer incansablemente a la gente a su proyecto. Para Bowman, el nadador es como un hijo adoptado. Ahora comparten la propiedad del NBAC, el club en el que se conocieron hace 16 a?os. Desde hace un a?o, y tras varias interrupciones, ambos han regresado a la rutina de pr¨¢cticas. Se han propuesto un ¨²ltimo esfuerzo. Por Londres. Por el negocio. Por redondear una historia gloriosa.
El programa de Phelps para Londres no incluir¨¢ los 400 metros estilos que nad¨® en Pek¨ªn y Atenas, pero no ha descartado a?adir a su agenda los 100 libre. Suponiendo que finalmente descarte la prueba corta, la que m¨¢s trabajo le dio a Spitz en 1972, el estadounidense competir¨¢ en tres carreras individuales (200 libre, 200 mariposa y 200 estilos) y tres de relevos (4x100 y 4x200 libre y 4x100 estilos).
El viaje a Londres tendr¨¢ para Phelps una doble vertiente: por un lado, tres carreras salvajes; por otro, tres pruebas de car¨¢cter casi ceremonial. Ryan Lochte, otro estadounidense, amenazar¨¢ con arrebatarle el oro en los 200 estilos y los 200 libre, dos finales que marcar¨¢n el car¨¢cter de los Juegos. El australiano James Magnussen, ser¨¢ el gran escollo estadounidense en el relevo de 100 libres. En los 200 mariposa, como en los relevos de 4x100 estilos y 4x200 libre, Phelps tiene los oros pr¨¢cticamente en el bolsillo.
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