Entre mercantes, redes y pescadores
Vuelvo a escribiros sentado en el asiento de un avi¨®n, esta vez direcci¨®n a casa despu¨¦s de haber terminado la tercera etapa que nos ha tra¨ªdo hasta Sanya, China. Es la primera vez que vuelvo desde que sali¨¦ramos de Alicante, el 5 de noviembre, y voy con ganas de descansar y desconectar un poco de la regata. Est¨¢ siendo mucho m¨¢s intensa de lo que pod¨ªa pensar. Estar¨¦ una semana y el 12 de febrero volvemos todos a China para preparar otra vez la regata costera y la cuarta etapa, de China a Nueva Zelanda. El resultado no ha podido ser mejor, ya que no solo hemos conseguido ganar por tercera jornada consecutiva, sino que adem¨¢s hemos metido unos puntos muy valiosos al segundo clasificado, el Camper with Emirates Team New Zealand.
Hemos tenido que luchar cada momento. Como ya os cont¨¦ desde el barco, empezamos con el pie izquierdo, teniendo una aver¨ªa en el botal¨®n y en el C¨®digo Cero, vela que usamos con poco viento. Despu¨¦s de resolver estos problemas conseguimos volver a liderar la regata, pero al entrar en el estrecho de Malaca, como estaba previsto, todo cambi¨®. Nos reagrupamos todas las embarcaciones y se abri¨® un abanico de opciones: que si por una costa del estrecho, que si por la otra, que si por el medio... Uno comentaba que hace cuatro a?os, en la Volvo anterior, la costa Este fue mejor, otro que no... En fin, sab¨ªamos que eran 600 millas muy complicadas en las que el ¨²nico objetivo marcado era salir de Singapur en el grupo de cabeza, sin perder opciones de cara a la ce?ida de 1.100 millas hasta la meta.
Cape, que sigue inspirado, empez¨® a tenerlo m¨¢s o menos claro. Comentaba que es un sitio tan inestable que de nada le serv¨ªa lo acontecido en la edici¨®n anterior, y que lo que ten¨ªamos que hacer era "vivir el momento", sin especular demasiado. Por eso al final hicimos la mayor parte del canal por la mitad, con un tr¨¢fico mercante impresionante (el estrecho de Malaca es uno de los lugares con m¨¢s tr¨¢fico mercante del mundo) y navegando a unos 10 nudos de media, velocidad que no nos pod¨ªamos creer ya que la experiencia que ten¨ªamos todos los que hab¨ªamos pasado por este punto anteriormente era nefasta.
Una vez fuera de Singapur, alucinados una vez m¨¢s con la cantidad de mercantes y petroleros -casi todos estaban anclados en la zona-, parec¨ªa que la ce?ida hasta la meta iba a ser relativamente sencilla. Primero por la costa de Malasia hasta llegar a Vietnam y despu¨¦s al salir a mar abierto. Los problemas vinieron cundo el parte meteorol¨®gico empez¨® a no cumplirse. El viento no ven¨ªa de d¨®nde se supon¨ªa que deb¨ªa venir y los de atr¨¢s empezaron a apretar.
Hacer tantas viradas es una aut¨¦ntica barbaridad: mover todas las velas de lado, todos los repuestos dentro del barco, la comida... virar y prepararse para virar otra vez. Pregunt¨¢bamos a Iker o Cape de cu¨¢nto tiempo ser¨ªa el bordo para ver si nos dar¨ªa tiempo de meternos en la litera (desvestirte, secarte un poco...) o si, por el contrario, no merec¨ªa la pena y nos qued¨¢bamos vestidos tirados en el suelo, intentando dormir un poco. Los ¨²ltimos tres o cuatro d¨ªas fueron as¨ª. Y os prometo que fueron agotadores. Pero, eso s¨ª, cada virada, cada role, sac¨¢bamos un poco de ventaja al segundo, lo cual levanta el ¨¢nimo de todos.
Otro de los grandes peligros y problemas que hemos tenido en esta etapa, desde Malaca hasta la propia meta, han sido los pescadores. No os pod¨¦is imaginar cu¨¢ntos pescadores nos hemos encontrado. Miles de barcos de madera que, por supuesto, no aparecen en el radar ni llevan las luces de navegaci¨®n... Grupos de pescadores de m¨¢s de 10 barcos donde te encontrabas atrapado, esquiv¨¢ndolos, con un tripulante en la proa con la linterna potente gritando como un loco: "?Que est¨¢ arrastrando red!" "?Que orces!" "?Que arribes!". Un estr¨¦s constante, ya que si te quedas enganchado en alguna red est¨¢s completamente perdido.
Ya casi llegando a unas 30 millas de la meta, todav¨ªa de noche, empezamos a ver luces parpadeantes delante de nosotros. Era obvio que era una red de pesca, la red m¨¢s larga que he visto en mi vida. Tuvimos que navegar unas 10 millas, 40 grados m¨¢s altos de nuestro rumbo a meta para no entrar en ella, con la confusi¨®n de la noche, sin saber si pod¨ªamos cruzarla o no, hasta que vimos el fin de las luces marcado con una luz roja. En fin, que si por si acaso los rivales no nos aprietan lo suficiente nos vamos encontrando con obst¨¢culos impredecibles, entre mercantes, redes y pescadores que no nos permiten bajar la guardia ni un s¨®lo minuto.
La llegada a China ha sido impresionante. Miles de personas (y no exagero) recibiendo a los barcos, con tambores, dragones andantes y bailarines por todos lados. La ciudad volcada, me recordaba mucho a Qingdao cuando llegamos en la tercera etapa tambi¨¦n de la Volvo anterior. Ha sido bonito, la verdad. Un golpe fuerte encima de la mesa. Ahora nos toca seguir apretando a tope.
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