Messi vendi¨® su alma al Bar?a
El argentino ha perdido magia y desequilibrio personal, una cosa que solo se recupera con el tiempo porque el talento dif¨ªcilmente se contagia sino que se tiene
La condici¨®n de mejor jugador del mundo exige un rendimiento en el campo en consonancia con el movimiento de su caja registradora. A Leo Messi, consecuentemente, se le piden tantos goles como millones ingresa. Ahora mismo suma 38 en 39 partidos. No est¨¢ nada mal. Nadie dir¨ªa nada si no fuera porque su equipo ha quedado descolgado de la Liga ante un imperial Madrid. El Bar?a ha descontado 16 puntos en cancha ajena y Messi solo ha marcado en Bilbao (1) y M¨¢laga (3).
Hay datos que justifican parcialmente el comportamiento de la Pulga. No se explica que haya recibido las mismas faltas y amonestaciones que Pepe, ni se tiene en cuenta que totaliza 11 postes y 21 asistencias, y son pocos los que recuerdan que siempre le cuesta arrancar despu¨¦s de parar en Navidad. Necesita actuar siempre por su competitividad, no admite que le cambien ni para bien ni para mal y sostienen su t¨¦cnico y sus compa?eros que le prefieren a cualquiera incluso cuando juega con una pierna.
El proteccionismo del vestuario hacia Messi ha aumentado en la misma proporci¨®n que se agranda la sospecha por parte de la cr¨ªtica period¨ªstica y de sus adversarios. No hay t¨¦rmino medio, circunstancia que dificulta tener una mirada neutral sobre el jugador, acusado de disponer de un trato de favor. Los ambientes m¨¢s cainitas temen incluso que a largo plazo pueda evocar la figura futbol¨ªstica de Ronaldinho. Hay quien sostiene que fue una suerte para el Bar?a que el Gaucho triunfara antes que Messi.
Atrapado en el confesionario de Gaspart, el Bar?a necesitaba la sonrisa de Ronaldinho para combatir su tristeza y el extrav¨ªo. No ha habido un jugador m¨¢s optimista en el Camp Nou. Alcanzada la cumbre, el brasile?o se despe?¨® y el equipo no remont¨® hasta la llegada de Guardiola, siempre dispuesto a crear el mejor escenario para el ¨¦xito de Messi. Ocurre que La Pulga no es un caudillo ni un l¨ªder, no sonr¨ªe y ni siquiera habla, sino que se remite a la cancha, y hoy se empieza a dudar de su reinado.
Jugador de calle por excelencia frente al f¨²tbol de playa que represent¨® Ronaldinho, Messi ha mejorado como futbolista de equipo mientras que ha empeorado como solista, as¨ª que en el Barcelona se advierte m¨¢s una transformaci¨®n de la Pulga que una sintomatolog¨ªa propia de una recesi¨®n. A Messi se le admira m¨¢s que nunca en el Camp Nou porque ha dejado de ser una figura introvertida para convertirse en una persona m¨¢s entra?able y mejor vista en el club barcelonista.
Ya no le cuesta conversar con los auxiliares del entrenador, intercambiar opiniones con los medios y se ha encargado de apadrinar a Alexis S¨¢nchez. Si antes acostumbraba a resguardarse en Milito y Mascherano, ahora es el traductor del chileno, un delantero que juega como habla, siempre al l¨ªmite. Nadie interpreta mejor a Alexis que Messi. Los capitanes agradecen especialmente el nuevo rol de la Pulga en el camerino y en el terreno porque se esfuerza por ser altruista y se entrega a la causa.
Messi ejerce de Messi y a menudo de Xavi y de Iniesta, de volante y de delantero, de 7 o de 9, mayoritariamente de falso ariete. A los aficionados veteranos de la tribuna del Camp Nou les recuerda a Di St¨¦fano. Ha dado un paso atr¨¢s en el campo a favor del equipo, sobre todo cuando no est¨¢ Xavi, el jugador que marca el estilo y da la pausa, el que hace que la jugada llegue masticada hasta la Pulga. Messi juega entre l¨ªneas, es paciente a veces y agitador en otras, filtra pases y mete goles, interpreta el juego.
Messi ha mejorado como futbolista de equipo mientras que ha empeorado como solista
La conclusi¨®n es que Messi madura, se hace mayor, se abre y participa del colectivo. La pregunta es si le conviene al Bar?a que deje de ser un ni?o y pierda ingenuidad, espontaneidad, naturalidad, intuici¨®n, a cambio de ser m¨¢s responsable, de darle m¨¢s vueltas que de costumbre a las cosas, de preocuparse en exceso. Un mal de adulto, especialmente complicado para Messi, porque nunca fue populista ni tuvo hinchada propia, ni fue carism¨¢tico ni locuaz para justificar los malos partidos.
A cambio de vender su alma al equipo, ha perdido magia y desequilibrio personal, una cosa que solo se recupera con el tiempo, porque el talento dif¨ªcilmente se contagia sino que se tiene, va y viene, por m¨¢s que se diga que la inspiraci¨®n se alcanza a trav¨¦s del trabajo diario. A nadie se le exige m¨¢s que a Messi porque es el n¨²mero uno, un genio de mirada enfurru?ada, que va de la cama y el sof¨¢ al campo.
Los n¨²meros certifican que est¨¢ a 17 goles del r¨¦cord hist¨®rico de C¨¦sar como pichichi barcelonista (218 ante 235) y que a mitad de temporada ya ha igualado la marca goleadora de su primer a?o con Guardiola (38). Una hoja de servicios espectacular. La hinchada, sin embargo, a?ora su chispa y desequilibrio, sus goles, y sobre todo su genialidad, la capacidad para convertir cada una de sus intervenciones en la jugada del partido y despu¨¦s del a?o. Todo se andar¨¢, aseguran en el Bar?a.
No es extra?o que, siendo tan querido en casa, se haya perdido fuera y convertido en el rey del Camp Nou. Mientras, en Argentina aguardan expectantes, por constatar si es verdad que ha cambiado su L¨ªo o, simplemente, est¨¢ invernando como cada a?o para despu¨¦s reaparecer con el fulgor de la mejor estrella del mundo del f¨²tbol.
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