T¨®cala otra vez, Pep
Guardiola podr¨ªa haber pensado que es una decisi¨®n personal la que tiene que tomar. Se equivoca. Es m¨¢s. Mucho m¨¢s. Est¨¢ claro lo que tiene que hacer

¡°Se acabaron las mujeres para m¨ª. Amo a Leo¡±. Comentario en la p¨¢gina web de Deporte del Guardian esta semana.
El festival de goles del Barcelona contra un equipo alem¨¢n el mi¨¦rcoles sirvi¨® para alimentar lo que ya era el tema de la semana en Inglaterra: si Pep Guardiola deber¨ªa o no abandonar el Barcelona por el Chelsea. Hasta que la gente se puso a pensar un poco y entendi¨® que la propuesta era absurda. El diario The Sun lo resumi¨® as¨ª: Guardiola estar¨ªa loco si se fuera al Chelsea y m¨¢s loco todav¨ªa si dejara el Bar?a.
La ¨²nica persona en el mundo que no lo tiene claro, parece, es el propio Guardiola, que dice que ¡°necesita tiempo¡± para decidir si se queda o se va. Vale. Bien. Respiremos hondo y con mucha paciencia, paso a pasito, expliqu¨¦mosle por qu¨¦ se tiene que quedar donde est¨¢.
No, no es porque ser¨ªa una locura dejar de entrenar al mejor equipo que va a ver en su vida o al mejor jugador; no porque jam¨¢s se volver¨¢ a encontrar con una plantilla que exprese m¨¢s a la perfecci¨®n su filosof¨ªa del juego; no porque el Bar?a es el club de sus amores y los aficionados y los jugadores le adoran y se sentir¨ªan hu¨¦rfanos sin ¨¦l; no porque despu¨¦s de entrenar a este Bar?a lo mejor ser¨ªa que dejara el deporte y se dedicara a la jardiner¨ªa o a la pesca o al triste e indigno oficio de columnista deportivo.
No. Ninguno de estos son motivos suficientes en s¨ª para que se quede. Ni tampoco, por cierto, es correcto hablar de ¡°locura¡±. Es perfectamente racional y comprensible que Guardiola se sienta agobiado por la intensidad de su trabajo, que le agoten las idioteces que rodean el deporte (ante todo, las infinitas pol¨¦micas arbitrales que tanto fascinan al pueblo espa?ol), o que quiera estar m¨¢s tiempo con su familia.
La palabra indicada no es ¡°locura¡±. La palabra es irresponsabilidad. S¨ª: i-rres-pon-sa-bi-li-dad. Que es de lo que ser¨ªa culpable Guardiola si dejara ahora al Bar?a. Quiz¨¢ no lo sepa, quiz¨¢ no lo haya entendido, pero la decisi¨®n que debe tomar tiene una alta dimensi¨®n moral; como consecuencia de lo que ha logrado, tiene una responsabilidad grande con el mundo entero. O con el mundo futbolero, que es casi, casi, lo mismo.
La ¨²nica persona en el mundo que no tiene claro, parece, su continuidad en el Bar?a es el propio Guardiola
Dicen que el Barcelona es ¡°m¨¢s que un club¡±. Bien. Pues nunca ha sido ¡°m¨¢s¡± que ahora. Nunca su impacto ha sido mayor en las vidas de m¨¢s personas. El f¨²tbol es alegr¨ªa y consuelo. Alegr¨ªa para todos y consuelo para los jodidos de la tierra. Debido a la difusi¨®n que tiene el deporte hoy, no ha habido nunca ning¨²n equipo de f¨²tbol que haya generado m¨¢s alegr¨ªa o m¨¢s consuelo en m¨¢s gente que este Bar?a, un equipo que sin Guardiola al mando, sin la qu¨ªmica que genera y la inteligencia que infunde, ser¨ªa indudablemente menos de lo que es.
Si Guardiola dudase del poder que tiene su Bar?a sobre el estado de ¨¢nimo de la especie, que se tome un par de semanas de vacaciones y haga un viaje rel¨¢mpago por los seis continentes, pero quiz¨¢ especialmente por pa¨ªses sufridos como Siria, Zimbabue, Sierra Leona, Congo o Hait¨ª y mida el entusiasmo que su equipo genera en gente de todas las edades, todos los colores, todas las religiones, todos los estratos sociales. O, m¨¢s f¨¢cil, que repase desde su despacho los mil y un foros de la web y lea los mensajes de aut¨¦ntico, sentido, regocijo que dieron la vuelta al mundo desde Melbourne hasta Madagascar, desde Buenos Aires hasta Vladivostok, durante la goleada de su equipo, el mi¨¦rcoles, y justo despu¨¦s.
No puede defraudar a semejante muchedumbre. Ser¨ªa como la deserci¨®n de un soldado en una guerra justa; o como si Rick Blaine, el personaje que interpreta Humphrey Bogart en Casablanca, hubiera optado por la dicha personal a costa de la humanidad.
La permanencia de Pep Guardiola en el Bar?a representa algo mucho m¨¢s grande que Pep Guardiola. S¨ª, habr¨¢ una cuota de sacrificio personal si se queda, seguro. Pero no arriesga ni la guerra, ni la c¨¢rcel ni su vida. Dormir¨¢ en su casa la mayor¨ªa de las noches. Y la satisfacci¨®n que le rinde el esfuerzo que invierte es colosal. Especialmente, si se pone a reflexionar sobre el impacto que tiene su labor en el mundo; el inmenso poder que posee para el bien.
Guardiola podr¨ªa haber pensado que es una decisi¨®n personal la que tiene que tomar. Se equivoca. Es m¨¢s. Mucho m¨¢s. Est¨¢ claro lo que tiene que hacer.
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