Duelo de chisteras en Alemania
El Athletic vuelve al esp¨ªritu de Old Trafford y vapulea (2-4) al Schalke de un gran Ra¨²l
Llorente y Ra¨²l tienen poco que ver como futbolistas, pero hay algo que tienen en com¨²n: ser abanderados del equipo en el que juegan, aparecer en los momentos importantes y no renunciar jam¨¢s al ¨¦xito, a la calidad, al disfrute del f¨²tbol. Y mucho menos al gol. La diferencia entre Llorente y Ra¨²l, en su particular duelo de sombreros en el Veltins Arena, es que Ra¨²l vivi¨® solo en su sal¨®n y Llorente se sinti¨® rodeado por un ej¨¦rcito que se mueve por el campo con la fe en la bandera. Por eso dio el sombrerazo el Athletic en Alemania, como lo dio antes en Inglaterra. Por la fe en el f¨²tbol incluso cuando el f¨²tbol le pone mala cara. Sin duda, el Athletic tiene dos versiones. No es que sea falso, es que tiene dos perfiles, uno bueno y otro malo, como los buenos actores. En Europa se presenta con el maquillaje de quien se mira al espejo y se gusta, mientras ¨²ltimamente en la Liga juega sin colorete, con la cara lavada sin m¨¢s. Y se le notan demasiado los brillos. La piel ante el Schalke era tersa, firme. Por eso jugaba con seguridad, con la ambici¨®n que buscaba Bielsa de evitar un partido abierto, de ida y vuelta como el que gusta al equipo de Ra¨²l.
Schalke, 2 - Athletic, 4
Schalke: Hildebrand (Schober, m. 46); Uchida, Papadopoulos, Matip, Fuchs; H?ger (Holtby, m. 55), Jones; Farf¨¢n, Draxler (Jurado, m. 55); Ra¨²l y Huntelaar. No utilizados: Escudero; Marica, Obasi y Baumjohann.
Athletic: Iraizoz; Iraola, Javi Mart¨ªnez, Amorebieta, Aurtenetxe (??igo P¨¦rez, m. 70); Iturraspe, De Marcos (Ekiza, m. 85), Ander Herrera (Ibai G¨®mez, m. 46); Susaeta, Muniain y Llorente. No utilizados: Ra¨²l; San Jos¨¦, Gabilondo y Toquero.
Goles: 0-1. M. 20. Llorente. 1-1. M. 22. Ra¨²l. 2-1. M. 60. Ra¨²l. 2-2. M. 73. Llorente. 2-3. M. 81. De Marcos. 2-4. M. 93. Muniain.
?rbitro: Pedro Proen?a (Portugal). Amonest¨® a Iturraspe, H?ger, Amorebieta, Uchida, Huntelaar e ??igo P¨¦rez
55.000 espectadores en el Veltins-Arena.
Ten¨ªa el Athletic el perfume de Old Trafford, con el rival encajado en su campo esperando un error, una contra, y sobre todo, un centro al ¨¢rea. Flotaba en el ambiente un reparto de roles que favorec¨ªa la jerarqu¨ªa rojiblanca y cultivaba su autoestima. Ciertamente el Schalke est¨¢ construido por el tejado. Ah¨ª tiene la belleza de Ra¨²l y Farf¨¢n y la viga central de Huntelaar, pero a medida que se baja a las habitaciones se convierte en un edificio con algunas grietas. La defensa tiene aires de s¨®tano. Ah¨ª escarb¨® Llorente, casi siempre ganador en sus duelos con los centrales. A los 20 minutos los caz¨®, con la inestimable ayuda de Hildebrand, que adem¨¢s se lesion¨® en la jugada del gol rojiblanco. Las previsiones se cumplieron: los defensores y el portero alemanes dejan mucho que desear. El problema para el Athletic es que tambi¨¦n se cumpli¨® la previsi¨®n de Ra¨²l, especialista en marcarle goles al Athletic con todas las firmas posibles. Ra¨²l tambi¨¦n ten¨ªa la chistera repleta de conejos. Apenas esper¨® a que el Athletic acabara con los abrazos, por el gol de Llorente, y le esper¨® en el primer palo, en su peque?o nido, para empujar suavemente a unos pocos cent¨ªmetros de la l¨ªnea de gol. Nadie le vio llegar, nadie le quit¨® la chistera y el primer conejo vol¨® a sus anchas. Tanto fue as¨ª que pocos minutos despu¨¦s se cambi¨® de pelo y se invent¨® la misma. Le falt¨® un cent¨ªmetro.
Pero hab¨ªa m¨¢s trucos. El Athletic se quit¨® un rato el traje de gala el traje y se vio desnudo. Apenas tuvo unos ratos de lucidez que le permitieron acercarse a los dominios del renqueante Hildebrand. Fue su ¨²ltima mirada al espejo. Quiz¨¢s se vio las arrugas muy marcadas, o se encontr¨® un tanto desencajado, que prefiri¨® mirar para otro lado. Vamos, que se rompi¨® en dos mitades, m¨¢s a¨²n cuando Ra¨²l, otra vez Ra¨²l, se quit¨® el sombrero y larg¨® un disparo desde la media luna del ¨¢rea que super¨® los largos brazos de Iraizoz.
Llorente se sinti¨® rodeado por un ej¨¦rcito que se mueve por el campo con la fe por bandera
El problema para el Schalke es que la tienda de sombreros est¨¢ abierta a todos y Llorente tambi¨¦n gusta de descubrirse en los grandes partidos. Si el primer gol fue un ejercicio de fe y poder¨ªo, el del empate, un ejemplo de dominio del juego a¨¦reo. Su cabeza se elev¨® por encima de la defensa alemana para peinar con sus rizos un saque de esquina. Parec¨ªa que mor¨ªa el Athletic a los pies de Ra¨²l, pero el espejo le devolvi¨® otra vez al perfil europeo, el que le hace cabalgar a lomos de De Marcos, que hizo el tercero en su en¨¦sima diagonal y cumpli¨® su papel de marcar en casi todos los partidos de esta Liga Europa. Agradeci¨® el equipo rojiblanco la presencia de Muniain como segundo punta, por el centro, confundiendo a¨²n m¨¢s a los centrales del Schalke.
La resurrecci¨®n tuvo mucho que ver con la fe de un equipo que se encuentra a gusto en Europa, y es capaz de superar sus peque?as crisis, sus pecados de juventud, sus ansias de agradar, de bordar los papeles estelares en busca del oscar de cada d¨ªa. Su final fue apote¨®sico, como si la jerarqu¨ªa le hubiese hinchado los pulmones y las llegadas al ¨¢rea fueran un paseo por la alfombra roja del f¨²tbol. Y eso que el c¨¦sped m¨¢s parec¨ªa una carretera comarcal que un jard¨ªn bien cuidado. Fue la apoteosis de Llorente, de De Marcos, de Muniain, pero fue la apoteosis de un futbolista estruendoso esta temporada, Susaeta, que juega con el bal¨®n atado al pie y con una velocidad impropia de estas alturas de temporada. La fe con obras es la que vale. Y el Athletic tuvo cuatro obras, que pudieron ser m¨¢s, cuatro sombrerazos en el coraz¨®n minero de Alemania, cuatro autos de fe, despu¨¦s de algunos pecadillos veniales. Por algo el partido comenz¨® al ritmo de la legendaria banda Status Quo y su Por la tuber¨ªa. El status quo del Athletic es invariable en Europa. Est¨¢ por las nubes.
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