¡°La conducta de Guardiola es did¨¢ctica¡±
El escritor Antonio Soler tiene al M¨¢laga y al Bar?a en el coraz¨®n y resuelve ese conflicto con sentido com¨²n
Este hombre, Antonio Soler, de 56 a?os, escritor, autor de El camino de los ingleses (Premio Nadal, 2004), que fue cine de la mano de su paisano Antonio Banderas, es un malague?o enjuto, serio para afuera aunque hacia adentro seguro que disfruta de una catarata de carcajadas. Hay algo en ¨¦l de atleta tranquilo y fue atleta y lo sigue siendo en cierto modo. En el ¨¢mbito del grader¨ªo, es m¨¢s bien futbolero. Tiene al M¨¢laga con el Bar?a en su coraz¨®n y resuelve ese conflicto sentimental con sentido com¨²n, que es el primer sentido del alma. Tiene en su casa un futbol¨ªn en el que dirime su diatriba contra el Madrid, que es su equipo rival juegue contra quien juegue.
La historia del futbol¨ªn mezcla su saber principal, la literatura, con su condici¨®n de aficionado. Esta es su historia, que resulta suculenta, como un relato suyo. ¡°De ni?o, so?aba con tener un futbol¨ªn propio, sin necesidad de echar monedas, jugando todas las horas que quisiera. Lleg¨® un momento en que me di cuenta de que esos artefactos no proven¨ªan del cielo, sino que se pod¨ªan comprar. Cuando tuve alg¨²n dinero, vino otra dificultad. El espacio. As¨ª que, cuando finalmente tuve una casa con espacio suficiente, una de las primeras cosas que met¨ª en ella fue un futbol¨ªn¡±.
El futbol¨ªn de Antonio es ¡°de los cl¨¢sicos, de metal¡±. Cumpli¨® su sue?o infantil, que complet¨® pintando los colores de una disputa cl¨¢sica: Barcelona-Real Madrid. ¡°No solo eso. Hice dos selecciones ideales desde los a?os sesenta hasta ahora y, adem¨¢s, introduje dos escritores por equipo. Cada jugador lleva su nombre en la espalda y est¨¢ caracterizado. En el Madrid juegan Vizca¨ªno Casas y Pem¨¢n. En el Bar?a, Faulkner y Kafka. La delantera del Bar?a, por ejemplo, es Messi, Kafka, Cruyff y Ronaldinho (a Iniesta lo tengo en la media). Organizo partidos con amigos, pizarra de puntos, cerveza y sorteos. A algunos madridistas les da grima jugar a veces con el Bar?a. Y al rev¨¦s, claro¡±.
Le pregunto por esa afici¨®n dividida. El atletismo y el f¨²tbol parecen ant¨ªpodas, ?no? ¡°S¨ª, me parece que es justamente as¨ª, la individualidad y el equipo. El sufrimiento solitario y el juego. Una de las cosas que m¨¢s me ha gustado hacer en mi vida y creo que de las mejores que he hecho ha sido jugar al f¨²tbol. Jugaba en el equipo del colegio contra otros centros. Lleg¨® la adolescencia, la cosa rebelde, y estaba la facilidad para correr. Un entrenador que me apadrin¨® y esa sensaci¨®n maravillosa de correr por el campo en las carreras de cross, t¨² contra el mundo, contra ti mismo, esa rara y literaria soledad¡±.
El f¨²tbol se parece a la vida, dijo Fernando Torres cuando valor¨® el partido Bar?a-Chelsea, que tantos corazones destroz¨®, porque el resultado dio la espalda a la l¨®gica. ¡°Los resultados no acompa?an a los m¨¦ritos. No siempre gana el mejor. No siempre triunfa el trabajo bien hecho o el estilo. La cuenta de resultados se difunde como el gran logro. Ese es el balance definitivo. Incluso cuando se gana, la gloria es para el que marca el gol, aunque solo haya tenido que empujar el bal¨®n un poco y la jugada, trabada y laboriosa, la hayan hecho otros viniendo desde atr¨¢s¡±.
Colores del futbol¨ªn
En el futbol¨ªn de Antonio Soler se enfrentan el Madrid y el Bar?a. ?Qu¨¦ rasgos tiene ese enfrentamiento de ficci¨®n? ¡°Es algo irracional. Cuando era ni?o y empezaba a jugar al f¨²tbol y a ver algunos partidos, el Madrid era el eterno campe¨®n. Pero no entend¨ªa a esa gente que jugaba vestida de cocinero o de m¨¦dico, de blanco. Me parec¨ªa raro. Unos cocineros que, adem¨¢s, eran arrogantes. Frente al Madrid descubr¨ª al Bar?a. Nada de cocineros o pasteleros. Rojo y azul. En el colegio en el que estudi¨¦ el bachillerato deb¨ªamos usar una camiseta verde en gimnasia. Tuve muchas broncas de los profesores, alguna expulsi¨®n de clase, por ir siempre con mi desgastada camiseta del Bar?a¡ Desde ni?o ten¨ªa v¨ªnculos emocionales con Barcelona, o¨ªa en mi casa f¨¢bulas sobre esa ciudad¡ Despu¨¦s, en aquel tiempo, estaba la identificaci¨®n del Madrid con el franquismo. Pero creo que son especulaciones sin consistencia. La raz¨®n no explica los amores¡±.
Pero, como en la vida, es cuesti¨®n de ganar o perder. ?O no solo? ¡°Como en la vida, es fundamental el modo en que se gana y el modo en que se pierde. Estos d¨ªas estamos teniendo unos ejemplos muy claros. Creo que Mourinho est¨¢ haciendo mucho da?o al verdadero madridismo, eso que ellos llaman su se?or¨ªo. Nunca asumiendo responsabilidades. El Camp Nou, la noche del Chelsea, dio un ejemplo de c¨®mo perder. En cierto modo, y a su manera, hizo suyo el viejo eslogan Viva el Betis manque pierda. Pero, sobre todo, me parece fundamental el modo en que se juega. Es muy desagradable esa teor¨ªa de ganar de cualquier modo. En la vida y en el f¨²tbol. Hay que arrinconar ese pensamiento, echarlo a la basura, repudiarlo¡±.
?Y se ha muerto, Soler, el atletismo en tu vida personal? ¡°No, no se ha muerto. Encuentro multitud de semejanzas entre el atletismo y la escritura. Voluntad, soledad, el hecho de medirse uno contra uno mismo, el de que cada zancada dentro de una carrera de fondo parece valer tan poco como una palabra dentro del esfuerzo prolongado de una novela y c¨®mo, sin embargo, esta zancada y esa palabra son fundamentales para seguir adelante y definen la carrera, la novela¡±.
Un famoso entrenador dijo que jam¨¢s ir¨ªa a entrenar al M¨¢laga si se quedara sin trabajo. ?C¨®mo sinti¨®, en su alma de malaguista que tambi¨¦n quiere que gane el Bar?a, ese latido de desconsideraci¨®n? ¡°No lo sent¨ª de ning¨²n modo. Mourinho no quer¨ªa dar una coz al M¨¢laga, sino a su entrenador. Le estaba llamando fracasado. Lo que habl¨¢bamos antes..., los dudosos modos de ganar, los dudosos modos de jugar. El mal estilo¡±.
?Y c¨®mo se compagina ser de un equipo y de otro? ¡°Se compagina muy bien porque, futbol¨ªsticamente, soy barcelonista; casi, como una vez le o¨ª decir a Serrat, ¡®gen¨¦ticamente cul¨¦¡¯. Como malague?o, aspiro a que las cosas de mi tierra vayan bien y eso, por ser aficionado al f¨²tbol, se redobla con el equipo del M¨¢laga¡±.
Ahora estamos en tiempos de herencias, pol¨ªticas, sentimentales; de memoria y de aprovechamiento de la memoria. Para un cul¨¦ gen¨¦tico como Soler, la despedida de Guardiola, el testigo que recibe Vilanova, desata este pensamiento: ¡°Guardiola deja la ejemplaridad como herencia. Se deber¨ªa hacer did¨¢ctica con su conducta. No solo deja un ejemplo al barcelonismo o al deporte, sino tambi¨¦n a la sociedad. El f¨²tbol llega a muchos estratos sociales, algunos con poca formaci¨®n. Tambi¨¦n, a ni?os y chicos j¨®venes. El hecho de que entre esos sectores se difundan valores ¨¦ticos, de respeto, educaci¨®n y trabajo, y no los contrarios es enormemente valioso¡±.
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