Spanoulis se come al Bar?a

Vassilis Spanoulis le jug¨® la peor pasada al Barcelona Regal, noqueado desde el primer minuto de un partido que le vino demasiado ancho y en el que no pudo recobrar la lucidez imprescindible para ganarse el pase a la final de la Euroliga. El precio lo conoc¨ªa muy bien el Bar?a y no fue capaz de asumirlo. Le falt¨® desparpajo, decisi¨®n y, por supuesto, acierto. No logr¨® desestabilizar lo suficiente a la defensa del Olympiacos, fue casi todo el tiempo a remolque y se perdi¨® irremisiblemente en la tarea de ara?ar punto a punto sin ritmo, sin precisi¨®n.

El Olympiacos consigui¨® llegar con siete puntos de ventaja (63-56) a los tres minutos y medio finales, un pecado mortal para el Barcelona ante un rival de las caracter¨ªsticas del conjunto griego, que, a partir de ese momento, increment¨® su juego especulativo y ley¨® a la perfecci¨®n lo que requer¨ªa cada una de las ¨²ltimas jugadas.

El Barcelona tampoco consigui¨® dar entonces un golpe de ri?ones, imprescindible con el marcador como estaba en esa fase crucial. Anot¨® sus ¨²ltimos ocho puntos desde la l¨ªnea de los tiros libres. Y en la defensa se desangr¨® con cada una de las arremetidas lanzadas por el cuadro heleno.

Lleg¨® el Barcelona a situarse a tan solo dos puntos un par de veces (63-61 y 66-64) cuando ya apenas faltaban 43 segundos de juego. Pero la iniciativa, el que llevaba la batuta, siempre fue del Olympiacos. De Spanoulis mayormente, verdugo impenitente y machac¨®n. Marcelinho Huertas fall¨® a 35 segundos de la bocina un triple y complet¨® el horroroso balance de su equipo en la distancia con ¨²nicamente tres aciertos en sus 19 lanzamientos. Dominar en el rebote, con diez capturas m¨¢s, tampoco le vali¨® al Bar?a debido a sus malos porcentajes en el tiro.

El equipo de Xavi Pascual se pas¨® el partido con la lengua fuera, persiguiendo a un rival que siempre encontr¨® la receta para volver a poner tierra de por medio cada vez que se estrechaba la brecha en el marcador. Empez¨® con mal pie el Bar?a, encaj¨® dos triples de Spanoulis y Mantzoris, se vio abrumado por un 8-0 inicial. A partir de ah¨ª, todo fueron dificultades. A los azulgrana les cost¨® un mundo anotar, sobre todo a sus aleros altos, Mickael, Eidson y tambi¨¦n Ingles.

El Olympiacos se movi¨® en su territorio, con posesiones largas del bal¨®n, corriendo de vez en cuando, con menos prisas y con m¨¢s precisi¨®n. Al Barcelona le cost¨® todo mucho m¨¢s, desde mover la pelota hasta buscar su evidente ventaja a veces en el interior de la zona y tambi¨¦n ajustar la mirilla. Navarro tard¨® en conseguir su primera canasta, muy acosado por Mantzaris o Law.

El epicentro de los males que lastraron el juego del Barcelona fue Spanoulis. El Olympiacos se mueve al son de su base, del que depende la creaci¨®n y el ritmo y muchas veces tambi¨¦n la finalizaci¨®n, bien porque anota o bien porque asiste: acab¨® con 21 puntos y seis asistencias. De los dos bases del Bar?a, Sada fue el que mejor le contuvo. Marcelinho se vio sobrepasado por la batalla. Defendi¨® mal y se movi¨® sin la precisi¨®n y la fantas¨ªa de sus mejores d¨ªas. El Bar?a fue perdiendo jirones de piel. No afinaba Marcelinho, no se entonaba Eidson, no le entraban a Mickeal, las aportaciones de Ingles, Wallace y Perovic fueron muy limitadas...

El panorama result¨® muy desalentador. Pascual no acert¨® a encontrar el punto de inflexi¨®n. Los relevos produjeron efectos muy limitados, cuando no directamente contraproducentes. Ni Navarro, ni Ndong ni Lorbek, los mejores dentro del flojo balance, pudieron revertir la situaci¨®n y el Barcelona se atranc¨® una vez m¨¢s en las semifinales, la sexta.

As¨ª, ser¨¢n el Olympiacos y el CSKA de Mosc¨² los que se jueguen ma?ana al supremac¨ªa del baloncesto europeo.