Energ¨ªas diferentes
Casi todo qued¨® a expensas de Navarro. Pero hasta alguien como ¨¦l necesita ayuda. Spanoulis s¨ª la tuvo
El Bar?a eligi¨® un mal d¨ªa para jugar uno de los peores partidos que se le recuerdan en los ¨²ltimos tiempos y, en estas alturas competitivas, eso se paga. Fue lo que ocurri¨®, aunque la agon¨ªa dur¨® pr¨¢cticamente desde que Spanoulis meti¨® el primer triple. A partir de la primera ventaja del Olympiacos, fue siempre a remolque en el marcador y, lo m¨¢s preocupante, en los aspectos psicol¨®gicos del juego. Ah¨ª la diferencia result¨® mucho mayor de la que mostr¨® el tanteador.
Desde el salto inicial, el Olympiacos llev¨® claramente la ascendencia an¨ªmica. Mientras el Bar?a pareci¨® siempre atormentado, el equipo griego despleg¨® toda la energ¨ªa que se anunciaba despu¨¦s de su inyecci¨®n de juventud esta temporada, potenciada por el indudable crecimiento que ha logrado desde hace unos meses, cuando estaba m¨¢s fuera que dentro de esta Euroliga. Busc¨® a sus rivales desde su propia canasta y se emple¨® siempre con enorme vivacidad. Defendi¨¦ndose y reboteando. Todo lo contrario que el Bar?a, al que parec¨ªa que le pesaban las piernas y se le nublaba el cerebro. Fall¨®n en el tiro, acelerado en sus acciones, con demasiados jugadores fuera de foco, no lig¨® tres buenos minutos, por lo que no pudo quitarse de encima la negra nube que guiaba sus acciones. No le falto voluntad, pero s¨ª frescura, acierto y algo de tranquilidad.
El resto de la soga, adem¨¢s de unos rebotes ofensivos cruciales de Dorsey en los ¨²ltimos minutos, la puso Spanoulis, que domin¨® de cabo a rabo hasta el triple definitivo. Para alguien que no le conozca, resultar¨¢ dif¨ªcil adjudicarle un papel principal a simple vista. No es r¨¢pido ni el¨¦ctrico, su f¨ªsico no llama la atenci¨®n y tampoco adorna su juego con ning¨²n accesorio gestual. Eso s¨ª, sabe buscarse las habichuelas como nadie. Pocos jugadores son capaces de utilizar su cuerpo tan eficazmente para lograr el espacio suficiente para armar el tiro. Xavi Pascual tuvo un dilema. Huertas aviva el juego y tiene mayor presencia ofensiva que Sada, pero Spanoulis agradec¨ªa cada vez que optaba por el brasile?o. Al final, ni uno ni otro impidieron que el griego hiciese da?o.
El Bar?a sali¨® muy penalizado por el comportamiento err¨¢tico de varias de sus piezas m¨¢s valiosas. Empezando por Mickael, siguiendo por Eidson y terminando por un Lorbek desconocido por su poca influencia. Casi todo qued¨® a expensas de Navarro. El problema es que, si hab¨ªa un nombre en la cabeza de los jugadores de Ivkovic, ese era el de Juan Carlos. Nadie fue capaz de darle un respiro salvo unos momentos fugaces de Vazquez o N'Dong y, aunque lo intent¨®, no pudo salvar los muebles. Hasta alguien como ¨¦l necesita ayuda. Spanoulis la tuvo. Navarro, no.
Tremendo varapalo para los azulgranas con su segunda decepci¨®n del curso. Esta duele m¨¢s que la de la Copa, pues en juego estaba la corona europea. Pero el Olympiacos fue mejor, en juego y ¨¢nimo, y su victoria no admite peros. Seguramente no atesora tanto talento, pero jug¨® con mucha mayor energ¨ªa, criterio y templanza. Lo que le falt¨® a raudales al Bar?a.
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