El volc¨¢n de M¨²nich

Un enorme cartel con el rostro rudo de Bastian Schweinsteiger adorna algunos de los recovecos m¨¢s significativos de la ciudad. ¡°Esto es algo que no vivir¨¢s jam¨¢s¡±, reza la arenga del capit¨¢n del Bayern. A falta de solo dos d¨ªas para la final de la Liga de Campeones contra el Chelsea, M¨²nich es un hervidero te?ido de rojo y blanco, un volc¨¢n durmiente que el pr¨®ximo s¨¢bado (20.45, TVE1 / Auton¨®micas) emanar¨¢ todo su magma futbol¨ªstico cuando el bal¨®n eche a rodar sobre el tapete del Allianz Arena. Es imposible abstraerse, dicen los lugare?os. M¨¢s de 2.500 vallas publicitarias y 50 pantallas de informaci¨®n, distribuidas estrat¨¦gicamente por el centro de la urbe, auguran un infierno para los blues. Durante las pr¨®ximas 48 horas, M¨²nich solo pensar¨¢ de forma esf¨¦rica. Solo en f¨²tbol. ¡°Intento no leer ning¨²n peri¨®dico ni ver los res¨²menes de la televisi¨®n, pero es imposible. En todos lados, en la calle, se habla constantemente de la final. Lo mejor es ponerme un CD¡±, asegura el meta b¨¢varo, Manuel Neuer, uno de los iconos predilectos de la hinchada alemana tras su actuaci¨®n en las semifinales ante el Madrid.

En 17 partidos de Liga en casa, el Bayern solo ha cedido dos derrotas, suma 47 goles a favor y 6 en contra

Desde que hace poco menos de un mes Michel Platini entregase el cetro europeo al alcalde muniqu¨¦s, Christian Ude, la metr¨®poli calienta motores. ¡°Es el guion ideal¡±, apunta el presidente del club, Uli Hoeness, ganador de tres coronas europeas consecutivas con el Bayern, las de 1974, 1975 y 1976; ¡°es una oportunidad ¨²nica. Probablemente, la cita m¨¢s importante de nuestra historia. Eso s¨ª, los que de antemano crean que el s¨¢bado esto ser¨¢ la Oktoberfest ¨Cla tradicional fiesta de la cerveza en M¨²nich¨C, se equivocan¡±. No le garantiza al Bayern su estatus de anfitri¨®n la victoria. Sin embargo, rara vez falla en casa, al abrigo de sus aficionados, en una noche de alta alcurnia. En los siete duelos de Champions que ha disputado en su nido -incluyendo el de la previa-, el equipo alem¨¢n ha rubricado siete triunfos, con 21 goles en su casillero y solo cuatro en contra. De all¨ª han salido escaldados este curso colosos como el Manchester City o el Real Madrid. Tambi¨¦n el Basilea, que recibi¨® un 7-0, y equipos de empaque como el Olympique de Marsella o el N¨¢poles. ¡°Conocemos cada palmo del c¨¦sped¡±, desliza el dirigente Karl-Heinz Rummenigge, uno de los grandes s¨ªmbolos de la entidad.

Cuenta el Bayern, adem¨¢s, con un registro dom¨¦stico espectacular en la Bundesliga. En 17 envites como local solo ha cedido dos derrotas ¨Cuna de ellas ante el campe¨®n, el Dortmund¨C y un empate, con 49 goles en el bolsillo (una media de m¨¢s de tres por partido) y solo seis adversos. ¡°Ser¨¢ muy parecido a un partido de Liga¡±, explica el capit¨¢n, Philipp Lahm, encantado de mantener la liturgia habitual previa a los partidos. ¡°Estaremos en nuestro vestuario, en nuestro hotel de costumbre, en nuestra ciudad deportiva, con nuestra gente¡­ Todo son ventajas¡±, ahonda el t¨¦cnico, Juup Heynckes.

No obvia tampoco el preparador los anales europeos, que tambi¨¦n favorecen a su equipo. El Bayern ser¨¢ el tercero que juegue una final continental en casa. Antes lo hicieron el Real Madrid (en 1957), el Inter (1965) y el Roma (1984). Comandados por Alfredo Di St¨¦fano, los blancos no se apiadaron del Fiorentina (2-0) en el Bernab¨¦u; con Helenio Herrera en la caseta y los Mazzola, Luis Su¨¢rez o Facchetti haciendo diabluras, los nerazzurri liquidaron al Benfica (1-0) de Eusebio en San Siro; y solo los romanos patinaron ante su p¨²blico (1-1), ante el bailoteo del meta?Bruce Grobbelaar en la tanda de penaltis contra el Liverpool, que en 1978 alz¨® uno de sus cinco laureles en casa, en Wembley. El mismo escenario fue testigo del triunfo del Manchester United en 1968 al calor de la grada inglesa. Como el Ajax de Cruyff, victorioso en tierras holandesas, en el estadio De Kuip de Rotterdam, en 1972, o la Juve y el Borussia Dortmund en el Ol¨ªmpico romano (1996) y el muniqu¨¦s (1997), respectivamente. El reverso de la moneda dej¨® la angustiosa derrota del Bar?a en el Pizju¨¢n, en 1986, frente al Steaua de Bucarest.

Conocen el campo al detalle, pero pueden tener una presi¨®n extra Di Matteo, t¨¦cnico del Chelsea

¡°Tenemos un cosquilleo especial¡±, admite el ca?onero Mario G¨®mez, autor de 12 redes en los 11 partidos del Bayern en la Champions. ¡°Desde que se design¨® la sede de la final se convirti¨® en nuestro gran objetivo. Es una motivaci¨®n extra¡±, ahonda Schweinsteiger. ¡°El Bayern tendr¨¢ una ventaja emocional¡±, anticipa Ballack, que desfil¨® por ambos equipos. Al factor psicol¨®gico alude tambi¨¦n el entrenador del Chelsea, Roberto di Matteo, pero a la inversa: ¡°Para nuestros veteranos ser¨¢ muy dif¨ªcil jugar otro final. S¨ª, pueden conocer el campo y sus dimensiones, aunque pueden sentir una presi¨®n extra por parte de los aficionados¡±, argumenta el italiano.

Tanto el Chelsea como el Bayern cuentan con la misma cifra de entradas, 17.500 por club. El precio, entre 70 y 350 euros, no ha echado atr¨¢s a los hinchas, que abarrotar¨¢n el zepel¨ªn muniqu¨¦s, una oda a la arquitectura moderna. ¡°El precio me pone enfermo. Se piensan que los seguidores son como vacas a las que hay que orde?ar¡±, afirm¨®, col¨¦rico, Hoeness. El mandatario, pese a todo, ocupar¨¢ una velada m¨¢s su poltrona en el Allianz. Y es que, como en casa, en ning¨²n sitio.