Nadie sufre como el Chelsea
El equipo de Di Matteo, basado en el cerrojo y la contra, se f¨ªa al ejercicio defensivo y al remate espor¨¢dico
![J. Q.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F15947109-0adc-4953-b242-58c820cdd3e6.png?auth=46faa5da37d765018853ea3bacc01b9da4cf07983b79d689fdda160adfdb5e2e&width=100&height=100&smart=true)
![Drogba y Cech, con la Copa Inglesa de este a?o.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/GCA66YSWAZPTYWIWXFLZHNYRT4.jpg?auth=aca86873b3cd773356841000615f91ad6d290a982babceba6b5f3426bdfed9d3&width=414)
Equipo configurado en su d¨ªa a golpe de talonario para destruir al rival, el Chelsea se contenta ahora con sufrir, con desgastar al oponente en un ejercicio defensivo bien intenso y contrarrestar al contragolpe. Se le ha atragantado la transici¨®n a los blues durante el a?o, hasta el punto de que el presidente Roman Abram¨®vich entr¨® en el vestuario en marzo para despedir al t¨¦cnico al mismo tiempo que advert¨ªa que la culpa era de los jugadores. Fue todo un acicate porque les hiri¨® en su orgullo, porque desde entonces han aguantado el tir¨®n del N¨¢poles, Benfica y Barcelona, siempre con el agua al cuello, pero siempre victoriosos.
Para batirse con el Bayern, el t¨¦cnico Di Matteo cuenta con bajas capitales como Terry, Ivanovic, Meireles y Ramires, titulares todos. Pero la Orejona, el gran sue?o del magnate ruso, vuelve a estar a un solo escal¨®n. Es la oportunidad para que el maldito penalti de Terry y luego de Anelka ¨Cque fallaron ante el Manchester United en la final de 2008- no sean penas eternas.
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Di Matteo. Entrenador. Suiza (1970). Hombro sobre el que llorar para los repudiados de Villas-Boas, el t¨¦cnico dio un salto y cogi¨® el relevo con la idea clara de recobrar la versi¨®n original del Chelsea, esa que se define por el contragolpe y la pegada, m¨¢s que por la circulaci¨®n y el juego de posesi¨®n. Con Di Matteo en el banquillo se reprob¨® el cambio generacional para dar continuidad a los futbolistas consagrados y con arrugas, algo que ha corto plazo y en eliminatorias ha funcionado de maravilla, pero que no parece tener demasiado futuro, sobre todo porque en la Premier se han visto sobrepasados. Ha conseguido la estabilidad y la uni¨®n, lo que se reclamaba para validar la peligrosidad de unos futbolistas que nunca olvidaron c¨®mo jugar a esto.
Cech. Portero. Rep¨²blica Checa (1982). Pocos guardametas hay m¨¢s seguros que el tallo de Cech (1,97 metros), sobrio y sin una palomita de m¨¢s, solo llamativo porque comparece con un casco azul de neopreno en la cabeza desde que un delantero del Reading (Hunt) le clavara en 2007 la rodilla y le rompiera el cr¨¢neo. ¡°No juega para los fot¨®grafos¡±, declar¨® en su d¨ªa Mourinho, cuando gobernaba en Stamford Bridge. Circunstancia que no impide su fiabilidad tanto en los balones a¨¦reos como rasos, tambi¨¦n estupendo en el uno contra uno. No se le adivinan apenas puntos flacos, m¨¢s all¨¢ de cierta torpeza en el pase con los pies, algo extra?o si se tiene en cuenta que empez¨® como extremo izquierdo ¨Ces zurdo- en el Viktoria Plzen, checo. Cech est¨¢ ahora en un momento ¨®ptimo porque con Di Matteo la zaga le da la mano y los rivales le prueban, sobre todo, desde lejos. Nada mejor para sus reflejos. H¨¦roe en todas las eliminatorias europeas del curso, parte del triunfo final est¨¢ en sus guantes.
Bosingwa. Lateral derecho. Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo (1982). Congol¨¦s de nacimiento, sus padres emigraron pronto a Portugal, donde se nacionaliz¨® y defendi¨® la el¨¢stica lusa hasta el verano pasado, cuando se enfrent¨® dial¨¦cticamente con el t¨¦cnico Paulo Bento ¨C¡°es un entrenador conflictivo, sin la capacidad emocional y mental para liderar un grupo de hombres¡±, explot¨®- y renunci¨® definitivamente. Constante en el marcaje, este zaguero, suplente de Ivanovic, es de lo m¨¢s fogoso a la hora de atacar la banda. Corre sin freno, pisa la l¨ªnea de fondo y centra con intenci¨®n, pero tambi¨¦n sufre tremendas desconexiones y p¨¢jaras a sus espaldas y le cuesta corregirse cuando le atacan su perfil malo; dos agujeros a subsanar porque puede bailar con Rib¨¦ry.
David Luiz. Central. Brasil (1987). Vehemente en todas las facetas del juego, el eje de la defensa del Chelsea parece jugar en combusti¨®n. Un acierto porque en muchas ocasiones se anticipa a la jugada, porque no renuncia al choque, porque se corrige con presteza. Pero tambi¨¦n una flaqueza porque sale de sitio en demasiadas ocasiones, porque t¨¢cticamente hace ingobernable la l¨ªnea y porque descompone la presi¨®n. Estupendo por arriba, le cuesta enlazar el pase con la siguiente l¨ªnea, pero no lanzar cambios de orientaci¨®n precisos. Capaz de lo mejor y de lo peor, parece hecho para las grandes citas al alimentarse del jaleo en las gradas y contagiar su ambici¨®n al grupo.
Cahill. Central. Inglaterra (1985). Avalado por Villas-Boas, el central fue fichado en enero para reforzar una zaga que tiritaba. Ahora, ni siquiera el despido del t¨¦cnico descompuso al jugador, capaz de discutirle la titularidad de David Luiz e incluso Terry. Un portento f¨ªsico que se siente c¨®modo con el contacto, espl¨¦ndido en el juego a¨¦reo, atinado en lo t¨¢ctico y con un pie de aprobado. Formado en el Aston Villa, empez¨® como mediocentro, pero pronto recul¨® hacia el eje de la zaga, donde se labr¨® un nombre que por instantes pareci¨® peligrar tras un co¨¢gulo de sangre en el brazo izquierdo que le hizo apartarse de los terrenos de juegos varios meses.
Ashley Cole. Lateral izquierdo. Inglaterra (1980). Uno de los mejores laterales zurdos del mundo desde hace a?os, por m¨¢s que lejos del c¨¦sped se muestre pol¨¦mico y reincidente. Su capacidad para presentarse en campo ajeno, driblar y sacar centros le hace un aguij¨®n de dif¨ªcil detenci¨®n. R¨¢pido, de cintura flexible, marcador infatigable y facilidad para el desborde, es la ra¨ªz del juego cuando el Chelsea reh¨²ye del patad¨®n. Aunque tiene errores incomprensibles y se le resiste el gol, es fundamental para causar el desequilibrio en el rival. Ambicioso ¨Cpor eso se fue del Arsenal-, le puede en ocasiones, sin embargo, su mala cabeza; dispar¨® una escopeta de aire a un chico en el centro de entrenamiento del Chelsea, le han multado por conducci¨®n temeraria y le suele envolver rumores de l¨ªos de faldas.
Essien. Mediocentro. Ghana (1982). Tren y Bisonte son dos de los apodos que le acompa?an y que le vienen al pelo. M¨²sculo puro, el ghan¨¦s barre todo del centro del campo, generoso en el esfuerzo, de idas y venidas, con predilecci¨®n por acompa?ar los ataques m¨¢s que por lanzarlos, con buen disparo. Le falta pie para ello. Tres graves lesiones de rodilla pusieron en entredicho su carrera, pero se reh¨ªzo, a tiempo para disputar el final de este curso con Di Matteo, que le ha dado la batuta. Puede jugar de todo y m¨¢s, siempre que tenga exigencias defensivas.
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Mikel. Mediocentro. Nigeria (1987). Fichado por el Mufc pero sin oportunidades con Ferguson, no dud¨® en firmar con el Chelsea por m¨¢s que recibiera amenazas en su tel¨¦fono. Le cost¨®, sin embargo, ganarse un sitio en el equipo, a la sombra de Essien, un tanto indisciplinado hasta el punto de que le bautizaron El Tard¨®n por su facilidad para no acudir a tiempo a los entrenamientos al quedarse dormido. Mourinho le recondujo, pero su efervescencia inicial se desbrav¨® con el paso de los partidos porque no acab¨® de eclosionar. Tiene condiciones para todo, para jugar de lado a lado, de campo a campo, favorecido por un f¨ªsico privilegiado. Le falta, sin embargo, calidad en el pase y le sobra agresividad.
Lampard. Centrocampista. Inglaterra (1978). Salido de la prol¨ªfica cantera del West Ham, a Frankie solo le resta la Champions para completar una carrera de clubes de lo m¨¢s exitosa, toda vez que en Inglaterra no ha sido capaz de mezclar con Gerrard, el otro trescuartista que ha marcado la ¨¦poca reciente de los pross. Fact¨®tum del Chelsea ¨Ces el medio con m¨¢s partidos (549) y goles (194)-, pone el remate de media distancia gracias a su disparo teledirigido. Peleado con el juego de toque porque prefiere los duelos abiertos, suele presentarse por sorpresa en el ¨¢rea y cargar la pierna en un santiam¨¦n. Tiene el don del oportunismo y, aunque se le ha se?alado en las dos ¨²ltimas temporadas como un futbolista del pasado, ha tomado el mando a la que Di Matteo le ha devuelto la libertad de movimientos.
Sturridge. Extremo. Inglaterra (1989). Curtido en la academia del Aston Villa, se march¨® al Manchester City con 15 a?os, quiz¨¢ tambi¨¦n ayudado por sus ra¨ªces; su padre Michael y su t¨ªo Dean fueron profesionales, en el Birmingham y el Derby County. Pero no acababa de funcionar, por lo que la cesi¨®n en el mercado invernal del curso anterior al Bolton, despu¨¦s de palidecer ante la competencia que se encontr¨® en el City y en el Chelsea, fue agua bendita. El delantero, entonces, marc¨® goles como churros y se gan¨® un sitio para Stamford Bridge. Veloz y habilidoso en el quiebro, nada desatinado en el remate, romper cinturas y defensas. As¨ª lo aclar¨® con Villas-Boas, que le dio el carrete que le ha quitado Di Matteo.
Drogba. Ariete. Costa de Marfil (1978). Por m¨¢s millones que se gaste el Chelsea en puntas (360), nadie que le quita el puesto al marfile?o. Ni siquiera Torres, el fichaje m¨¢s caro en la historia blue (58,5). ¡°Devora a sus rivales¡±, lleg¨® a decir Ancelotti a modo de elogio. Vigoroso m¨¢s que virguero, Drogba es la referencia en el ataque, el punto final al juego escopeteado. Se sirve y se basta con su cuerpo para ganarse los espacios, descontar rivales y enfocar a la porter¨ªa rival. Aunque su h¨¢bitat natural es el ¨¢rea contraria, no escatima en movimientos y arrastres para generar espacios y descascarillar a las zagas. Tiene el chut oportuno y, adem¨¢s, es un seguro en los penaltis y todo un peligro en las faltas. Ganador nato, le falta la Champions adem¨¢s del ¨¦xito con la selecci¨®n, toda vez que se le resiste la Copa ?frica.
Mata. Extremo. Espa?a (1988). No ha acusado el cambio de la Liga a la Premier ¨Cquiz¨¢ por su entrega en el campo y por su facilidad para mezclarse en la cosmopolita ciudad de Londres- por lo que desde el principio ha sido la revoluci¨®n del Chelsea, el futbolista m¨¢s desequilibrante durante el a?o aunque llegue con resoplidos, un tanto cansado, al final del curso. Al inicio como extremo y despu¨¦s como engarce, Mata ha demostrado que tiene gol y tanta velocidad en las piernas para montar las contras como en la cabeza para conjugar el cuero. Se mueve con pericia entre las l¨ªneas y entiende el f¨²tbol como nadie en el equipo. Pero echa en falta el toque, el juego de primeras, la posesi¨®n.
BANQUILLO
Las bajas del equipo configuran un banquillo menos potente de lo habitual, pero a Di Matteo le quedan recursos para dinamitar o cerrar el duelo, seg¨²n las exigencias del guion. Con el an¨®nimo Hilario como portero suplente, en la zaga quedan Ferreira, que puede desplegarse en ambos bandos, y el joven Bertrand, a la sombra de Cole pero con el futuro asegurado porque le renovaron hasta 2015. En el centro aparece Romeu, que ha perdido toda trascendencia con la llegada de Di Matteo, pero que tiene pie y f¨²tbol de sobras para aguantar el cuero y hacer jugar al equipo. En banda, Kalou y Malouda, derecha e izquierda, tienen posibilidades de salir de inicio, pero hace tiempo que desapareci¨® su mejor f¨²tbol. Irregulares, son capaces de montar un guirigay como borrarse del encuentro. Y arriba queda Torres, desatinado en el remate desde que llegara al Chelsea, pero ¨²ltimamente inspirado y con el olfato y la determinaci¨®n que le caracterizaron en el Atl¨¦tico y en el Liverpool.
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