El Athletic gana en la grada
La afici¨®n rojiblanca, m¨¢s multitudinaria que la del Bar?a, colaps¨® las inmediaciones del Calder¨®n en un ambiente festivo
El partido llevaba unos pocos pases y marc¨® Pedro. Ah¨ª termin¨® la noche para la hinchada del Athletic. Hasta entonces la carpa del club desplegada en el Manzanares hab¨ªa sido la gran fiesta de la semana en Madrid, los aficionados rojiblancos estaban convencidos de que Toquero llegar¨ªa a lehendakari, y todas las pol¨¦micas de la semana en torno al partido, las pitadas y la ultraderecha se hab¨ªan visto reducidas a un chascarrillo que sonaba a presagio de t¨ªtulo. La clav¨® el canario y los bilba¨ªnos que colapsaban la entrada de la Casa de Campo ni suspiraron, porque todav¨ªa luchaban por hacerse con un sitio en la ribera del r¨ªo, trepando a los ¨¢rboles o tumbados sobre los veh¨ªculos de Protecci¨®n Civil.
La ret¨®rica del ¡°a esto le damos la vuelta¡± tampoco dur¨® mucho: en el segundo gol miles de aficionados se colocaron la mochila debajo de la cabeza y se tumbaron sobre la hierba para mirar el cielo. Hasta ese instante, los apostados al otro lado del Manzanares, que segu¨ªan el partido en una pantalla gigante que se ve¨ªa como la de un m¨®vil, a¨²n celebraban las paradas de Gorka. Comenzaron a llover los goles y hasta los irritantes comentaristas que actuaban de animadores desde el escenario se quedaron mudos.
En el segundo gol miles de aficionados se colocaron la mochila debajo de la cabeza y se tumbaron sobre la hierba para mirar el cielo
Con el segundo gol, la afici¨®n comenz¨® a silbar como delante de una mala pel¨ªcula, luego se encogieron de hombros y abrieron otra cerveza. Despu¨¦s de tantas horas de celebraci¨®n y una temporada de gestas, el mazazo desentonaba. Durante la ma?ana la ribera del r¨ªo hab¨ªa tronado al ritmo de Chemical Brothers y era m¨¢s dif¨ªcil encontrar un viandante sin camiseta rojiblanca que con ella: desde las caseras a la oficial de la final de Copa, pasando por hist¨®ricas, incluida la del ectoplasma de k¨¦tchup. Tambi¨¦n estaban presentes botines de guerra, como bufandas del Manchester United. La carpa del Athletic Hiria era la rave party perfecta y parec¨ªa que la Gabarra iba a soltar amarras en el Manzanares en cualquier momento. Entre los aficionados de todas las edades achicharrados por el sol, alg¨²n ciclista despistado. Una broma recurrente entre los hinchas con menos aspecto de poder pasar un control antidopaje era detener su huida ofreci¨¦ndoles bebidas de colores.
Con el segundo gol, la afici¨®n comenz¨® a silbar; luego se encogieron de hombros y abrieron otra cerveza
Los empresarios madrile?os hab¨ªan calculado que los llegados de Barcelona y Bilbao iban a gastar conjuntamente 15 millones de euros este fin de semana en Madrid. Los aficionados ¡ªcon toda clase de bebidas compradas en el supermercado y a vendedores callejeros¡ª y las barras de las carpas se preocuparon anoche de rebajar esas perspectivas. Estas ¨²ltimas con un men¨² a precios no precisamente populares y que, a pesar de estar publicitado como de alimentos t¨ªpicos, conten¨ªa, al lado del txakoli, recetas tan vascas como el kebab. La afici¨®n pareci¨® pagar todos los abusos contenta. No todos los d¨ªas se llega a una final, ni todos los a?os a dos.
Los chistes sobre las discusiones de la ¨²ltima semana se multiplicaban. Especial ¨¦xito tuvieron los relativos al Rey y la pitada al Pr¨ªncipe. ¡°A ver si no viene ninguno por aqu¨ª, no vaya a ser que adem¨¢s de elefantes les d¨¦ por matar leones¡±, comentaba un caballero con camiseta de Roberto R¨ªos. La presencia policial fue abundante para evitar los temidos enfrentamientos con asistentes a la manifestaci¨®n ultraderechista convocada con motivo de la final, y que apenas tuvo un seguimiento de medio millar de personas, informa F. J. Barroso. La bilis no pudo agriar la fiesta. Tampoco los goles del Bar?a. En el momento en el que parec¨ªa que la noche estaba acabada, alguien grit¨® ¡°?Aurrera!¡± desde el c¨¦sped y todas las voces respondieron: ¡°?Aurrera!¡±. Sin dramatismo, los hinchas siguieron hasta el final el trote de las figuras de la pantalla.
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