Una selecci¨®n, dos versiones
La Rep¨²blica Checa se organiza a partir del gusto por la pelota a pesar de que sin ella sufre y no presenta apenas alternativas
A la Rep¨²blica Checa le gusta jugar con el bal¨®n porque tras ¨¦l tiene pocas alternativas que ofrecer. Parte del gusto de Rosicky por las asociaciones cerca del ¨¢rea, a pesar de que en el remate se le suelen encasquillar las ideas. Acompa?a ese estilo controlado otro jugador de perfil similar como Plasil, a quien el seleccionador Michal Bilek ha llegado a colocar como mediocentro como medida de desahogo, aunque desde la banda el jugador del Girondins resulta m¨¢s incisivo. Pero es un equipo con demasiadas inc¨®gnitas, tanto en el campo como en los sucesivos resultados deportivos.
Es una inc¨®gnita el funcionamiento de una selecci¨®n tan irregular
Inmersa en plena reconversi¨®n, la Rep¨²blica Checa no ha conseguido por el momento descargar de la presi¨®n a la vieja guardia, por m¨¢s que la selecci¨®n Sub 21 fuera cuarta en el pasado Europeo. Una representaci¨®n que comienza bajo los palos, con el sempiterno Petr Cech, y que culmina con otro cl¨¢sico como Milan Baros en la punta. Conforman junto a Rosicky la cadena de mando que recuerda los mejores momentos de una idea de juego atractiva, que, sin embargo, se diluye a medida que se echa la vista hacia las zonas m¨¢s retrasadas.
En una fase clasificatoria delicada, en la que Escocia lleg¨® a plantarle mas cara de lo esperado, el conjunto de Bilek demostr¨® un empuje a?adido que le falt¨® para clasificarse para el pasado Mundial de Sud¨¢frica y que se interpret¨® como un cierre de persiana para una serie de jugadores que ahora deben dejar atr¨¢s tiempos peores. Es una inc¨®gnita el funcionamiento de una selecci¨®n como la checa, cuya gr¨¢fica de rendimiento en competiciones internacionales marca puntas y explanadas a cada curso. Fuera de la Eurocopa de 2000, semifinalista en la Euro de Portugal en 2004, eliminada en primera ronda cuatro a?os despu¨¦s en Austria y Suiza¡ Una progresi¨®n dif¨ªcil de pautar, que convierte igualmente peligrosa a una selecci¨®n con buenos cimientos, pero sin un plano concreto sobre el que basarse. Puede que el grupo en el que ha quedado encuadrada, y del que se espera su clasificaci¨®n, funcione como la primera piedra del camino.
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