Charla en el para¨ªso
(Remedo del pr¨®logo de Fausto).
¡ªMefist¨®feles. ?Oh, Se?or! ?Gracias por recibirme! No s¨¦ nada del sol ni de las estrellas, pero, si me pregunt¨¢is por c¨®mo van las cosas en la Tierra, os dir¨¦ que hay un peque?o pa¨ªs llamado Espa?a donde buena parte de sus habitantes est¨¢n obnubilados viendo c¨®mo algunos dan patadas a una esfera mientras otros les dan a ellos patadas en el culo. Lo m¨¢s insensato del caso es que eligen para que les gobiernen a aquellos que m¨¢s y mejor les enga?an y luego se quejan a los cielos, culpando a Dios o al Diablo, como si no tuvieran pol¨ªticos, ministros, sacerdotes, reyes, jueces, banqueros, granujas, charlatanes, mercachifles de ilusiones y temores que, valga la redundancia, su estulta estulticia merece.
¡ªEl Se?or. ?Y qui¨¦nes son esos que dan patadas a las esferas y, sin consideraci¨®n alguna, nos culpan de, valga la reiterada redundancia, su estulta estulticia y sus consecuentes consecuencias?
¡ªMefist¨®feles. Al parecer, son la consecuente redundancia de un est¨²pido juego, llamado f¨²tbol, consistente en comprar y vender b¨ªpedos humanoides y enfundarles camisetas de colores para verlos correr y saltar sobre la hierba disput¨¢ndose la antedicha esfera que han dado en denominar bal¨®n. Obtusa y ritualmente, los convocan y adoran como si fueran tan dioses o diablos como T¨² o como yo¡
¡ªEl Se?or. No pretender¨¢s aludir a esos egregios insectos que acuden a la luz, como moscas a la bombilla, para acabar chamuscados y cuyos nombres me vienen a la memoria por estricto desorden de desaparici¨®n en escena: Dante, Cervantes, Shakespeare, Vel¨¢zquez o Goethe¡
¡ªMefist¨®feles. Con el indebido respeto, Se?or, te hago observar que la mosca es el ¨²nico ser inteligente que no acude al truco de tu divina luz, sino al de la miel de mi pastel. Dicho esto, me permito precisar que los ilustres insectos que has enumerado ya han sobrepasado con creces la fecha de caducidad. Los de ahora son diferentes. Se han ganado a puntapi¨¦s su parcela de ef¨ªmera posteridad. Se llaman, si mal no recuerdo, Messi, Di St¨¦fano, Cruyff, Maradona, Ronaldo, Pel¨¦, Zidane¡
"Hay un peque?o pa¨ªs llamado Espa?a donde buena parte de sus habitantes est¨¢n obnubilados viendo c¨®mo algunos dan patadas a una esfera mientras otros les dan a ellos patadas en el culo", explic¨® Mefist¨®feles
¡ªEl Se?or. ?Basta!, todav¨ªa tengo sin desordenar el caos y se me van a apagar las estrellas. ?Para qu¨¦ diablos has solicitado esta audiencia?
¡ªMefist¨®feles. Perd¨®n, Se?or, ir¨¦ al grano. Algunos de esos seres tienen la piadosa costumbre de persignarse y elevar sus dedos al cielo, aunque tambi¨¦n escupen en el c¨¦sped cada dos por tres, repugnante costumbre que otros imitan y practican en la calle. Sinceramente, no vale la pena tentarlos y pervertirlos porque, no careciendo de nada, se pervierten solos y el ¨²nico para¨ªso que les importa es un para¨ªso fiscal. Pero hay uno, entre todos, cuya inquebrantable virtud supondr¨ªa para m¨ª un excitante desaf¨ªo. Se llama Pep Guardiola. No pudiendo soportar la alta tensi¨®n y los bajos tejemanejes que su profesi¨®n comporta y renunciando al poder y la gloria, pretende retirarse a un convento durante todo un a?o sab¨¢tico. Quisiera, Se?or, pedir permiso para corromperlo, ofreci¨¦ndole alguna deslumbrante oferta que no pueda rechazar y lo devuelva a ese mundo donde, en democr¨¢tico parip¨¦, los m¨¢s sinverg¨¹enzas se mezclan con los m¨¢s infelices para compartir las idas y venidas de un mismo bal¨®n.
¡ªEl Se?or. Puedes obrar sin recelo. Tu mal¨¦fica influencia nunca ha despertado mi c¨®lera. Pero te ordeno y sugiero, eso s¨ª, que tus argucias no perjudiquen ni alteren los viajes ejemplares que el beat¨ªfico presidente del Tribunal Supremo y del Poder Judicial, all¨¢ en la Tierra, efect¨²a cada fin de semana a Puerto Ban¨²s con dinero p¨²blico residual y mi divina aquiescencia. Asimismo, te pedir¨ªa que le echaras una mano a Florentino para que, la pr¨®xima temporada, su Real Mourinho gane, por fin, la D¨¦cima. En lo que al marqu¨¦s Del Bosque concierne, prefiero que lo dejemos a la merced de esa selecci¨®n que es un Bar?a sin Messi. Por lo dem¨¢s, no quisiera inmiscuirme en asuntos europeos que puedan soliviantar a frau Merkel y nos obliguen a rescatar de su propia mendacidad al patidifuso Rajoy.
¡ªMefist¨®feles. (Para sus adentros) ?Cu¨¢nto me gusta hablar con el Abuelo!, aunque siempre me sorprenda. Finge no estar al tanto de todo y est¨¢ al tanto de nada. ?Ninguna nimiedad le es ajena!
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