Los ¡®Bleus¡¯ vuelven a ser un equipo
Laurent Blanc, que ha refundado el alma de los galos tras el bochorno de Sud¨¢frica, duda entre apostar por la fantas¨ªa o reforzar el poder¨ªo f¨ªsico
Como jugador, Laurent Blanc fue un central s¨®lido y elegante al que no era raro ver en el ¨¢rea rival participando en el juego de ataque y metiendo goles decisivos. Le Pr¨¦sident, como le bautizaron en el Olympique de Marsella durante aquella fabulosa temporada de 1998 en la que meti¨® 11 tantos y que coron¨® despu¨¦s con el campeonato del mundo y la Eurocopa de 2000, tom¨® en julio de 2010 las riendas de una selecci¨®n francesa reventada por el bochorno de Sud¨¢frica, cuando los Bleus fueron eliminados en la primera fase y se abri¨® un demencial debate, m¨¢s pol¨ªtico que deportivo, en el que se puso en duda la t¨¦cnica, el compromiso e incluso la identidad nacional de los futbolistas de origen ¨¢rabe y africano convocados por Raymond Dom¨¦nech. Dos a?os despu¨¦s, los t¨®picos xen¨®fobos est¨¢n lejos del poder, Blanc ha renovado de arriba a abajo a la selecci¨®n gala y ha armado un grupo tan mestizo como el anterior, m¨¢s solidario que aquella banda de egos incontrolables y, sobre todo, con un concepto del juego m¨¢s ofensivo, una mezcla de alegr¨ªa y electricidad que todav¨ªa muestra algunas grietas por la parte de atr¨¢s.
?Con su aspecto de intelectual y su claridad de ideas llena de silencios y humildad, Blanc ha modificado la imagen del f¨²tbol franc¨¦s, ha vuelto a ilusionar a la afici¨®n y ha cambiado los h¨¢bitos y los bastidores. Incluso la apariencia es nueva: los galos visten hoy camisola azul oscura brillante, con un cuello duro y redondo, estilo Mao. Y la consigna es hacer un f¨²tbol solidario, de ataque y v¨¦rtigo, apoyado en la clase excepcional de unos medios y delanteros llamados La generaci¨®n de 1987 y que parecen destinados a ser una de las atracciones de una Eurocopa que ha deparado a Francia un debut de alto riesgo ante Inglaterra y un posible cruce en cuartos de final ante Espa?a.
La lista de talentos reunidos por Blanc de medio campo hacia delante mete miedo: el mejor Karim Benzema de su carrera; el g¨¦lido y sinuoso J¨¦r¨¦my M¨¦nez (PSG), el h¨¢bil y abnegado Samir Nasri (Manchester City), la zurda, hasta ahora m¨¢s bonita que buena, del recuperado Hatem Ben Arfa (Newcastle), el desborde cl¨¢sico de Franck Rib¨¦ry (Bayern M¨²nich), la finura y el golpeo del ariete Giroud (Montpellier) y las correr¨ªas burbujeantes del peque?o y rocoso Valbuena (Marsella).
De ellos, Benzema, Menez, Nasri y Ben Arfa nacieron en 1987, y los cuatro fueron campeones de Europa sub17 en 2004. Los c¨®mplices se han vuelto a encontrar, y los medios franceses esperan mucho de ellos, pero Blanc duda entre darles todo el poder o dosificarlos para meter m¨²sculo en el medio, porque toda la fantas¨ªa que tienen atacando se convierte en indolencia cuando pierden el bal¨®n.
Francia fue eliminada en la primera fase del Mundial de Sud¨¢frica y se abri¨® un demencial debate
?El seleccionador apur¨® el plazo oficial para dar la lista de 23 hombres que ir¨¢n a la Eurocopa. El d¨ªa anterior explic¨® que no quer¨ªa precipitarse, que prefer¨ªa esperar al ¨²ltimo entrenamiento para evitar que una lesi¨®n inoportuna cambiase sus planes. En realidad, la prudencia era solo una pantalla para proteger el nuevo esp¨ªritu de equipo, el elemento coral que, junto a la discreci¨®n medi¨¢tica ¨Capenas entrevistas, casi solo ruedas de prensa, y bastante parcas¨C, son los mandamientos que Blanc impuso cuando lleg¨® al puesto.
Los dos descartes fueron finalmente Yanga-Mbiwa, defensa central del campe¨®n de Liga, el Montpellier, y Gourcuff, t¨¦cnico centrocampista del Lyon que no ha cuajado su mejor temporada. La decisi¨®n revela las intenciones de Blanc, que afrontar¨¢ el campeonato con siete defensas: los laterales derechos Debuchy y R¨¦veill¨¨re, tres centrales (Mex¨¨s, del Milan; Koscielny, del Arsenal, y el valencianista Rami) y dos carrileros izquierdos, Evra y Clichy.
Por lo visto en el fulgurante amistoso ganado ante Alemania hace un par de meses y en el primer partido de preparaci¨®n, frente a Islandia el domingo pasado, Blanc ha creado un equipo que defiende regular, ataca en oleadas y tiene duende y car¨¢cter ganador. Los islandeses se adelantaron con dos goles en jugadas muy r¨¢pidas, pero la paciencia y los cambios dieron su fruto en un segundo tiempo muy bueno. Debuchy abri¨® la cesta, Rib¨¦ry empat¨® haciendo su primer gol para la selecci¨®n en tres a?os, y Rami remont¨® sobre la bocina. Se vieron muchas variantes ofensivas y un constante juego de ataque, pero tambi¨¦n una enorme debilidad para taponar las contras del rival en medio campo, donde la ausencia de Toulalan parece un obst¨¢culo mayor.
Tras el partido, Blanc dict¨® sentencia con su habitual claridad. Disculp¨® los errores f¨ªsicos (¡°sab¨ªamos que iba a ser duro, las piernas est¨¢n muy cargadas, pero estamos sorprendidos de tener un grupo en tan buen estado f¨ªsico¡±), quit¨® hierro a los fallos de la defensa (¡°no me preocupan¡±), y meti¨® toda la presi¨®n a las figuras de 1987: ¡°Hacen buenas cosas pero el nivel internacional es m¨¢s alto. Hace falta que el potencial se concrete en el marcador. Tenemos jugadores talentosos, hacen esfuerzos para defender, pero lo hacen muy mal porque no est¨¢n habituados¡±. Y amenaz¨®: ¡°Hace falta trabajar en ese terreno o formar un equipo m¨¢s equilibrado¡±.
?Con esta duda met¨®dica afronta Francia el reto del Europeo. Blanc ha conseguido unir y dar autoestima a un grupo que hace muy poco parec¨ªa difunto. Pero en un pa¨ªs que ama el rugby sobre todas las cosas y que acu?¨® la palabra amateur, los futbolistas millonarios, sin compromiso, sin arte y sin coraje son considerados casi como unos par¨¢sitos. Ese es el reto filos¨®fico de Blanc: ser pr¨¢ctico y competitivo pero r¨¢cano o ganarse de nuevo el prestigio perdido jugando a lo que juegan su Bar?a o La Roja. Sin un Busquets que permita inventar a los jugadores de delante, la apuesta de 1987 podr¨ªa fracasar. Pero al menos Francia vuelve a ser un equipo.
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