Medio siglo sin vacaciones
Desde que comenz¨® a jugar en el Milan, en 1957, Trapattoni no ha dejado de trabajar
Giovanni Trapattoni suele confesarle a sus amigos que es perfectamente consciente de la brutta figura que compone cada vez que habla en ingl¨¦s en p¨²blico. Sabe que bordea el rid¨ªculo. Pero se esfuerza por insistir. El seleccionador de Irlanda asegura que, puesto que vive en casa ajena, le debe un respeto a sus anfitriones. No hay mejor modo de expresar ese reconocimiento, seg¨²n ¨¦l, que aventur¨¢ndose en el laberinto sint¨¢ctico de la lengua del doctor Johnson.
Al seleccionador que hoy se esforzar¨¢ por poner a Espa?a en dificultades siempre le hacen las mismas preguntas. ?Qu¨¦ lo estimula a trabajar a sus 73 a?os, tras cuatro d¨¦cadas en los banquillos? ?Sigue sorprendi¨¦ndose? ?Es capaz de seguir aprendiendo? ?l suele confesar que no hay cosa que le asombre m¨¢s que ver a colegas j¨®venes, como Guardiola o Luis Enrique, renunciando a sus puestos a cambio de un poco de intimidad familiar. No lo puede entender. En parte, porque la convivencia con Paula, con quien lleva medio siglo casado, se le hace m¨¢s extenuante que vivir al aire libre con Marco Tardelli, uno de sus exjugadores y actual ayudante. En parte, porque es uno de esos europeos, cada vez m¨¢s raros, a quienes todav¨ªa les condiciona el recuerdo de la posguerra. ¡°Quien no ha nacido pobre no puede comprenderlo¡±, dice. ¡°No disfrutabas con nada en esos a?os de reconstrucci¨®n. El boom estaba a la vuelta de la esquina pero, ?qui¨¦n se daba cuenta en ese peque?o mundo entre la periferia y el campo?¡±.
Trapattoni fue el sabueso preferido de Nereo Rocco. Jug¨® en el centro del campo del Milan entre 1957 y 1972, y form¨® parte del primer equipo italiano en ganar la Copa de Europa. Desde ni?o se especializ¨® en marcar al mejor adversario. Dej¨® su marca en las tibias de Pel¨¦, Eusebio y Domenghini, entre otros talentos. Se cri¨® en Cusano Milanino, un pueblo lombardo del que jam¨¢s se apart¨® y donde todav¨ªa regenta un pintoresco negocio de ca?os de escape para coches. All¨ª, en un despacho atestado de trofeos y camisetas, le encuentra quien le busque, siempre que no est¨¦ en Dubl¨ªn. A la capital irlandesa va una vez al mes, m¨¢s o menos. Tardelli, que ha sentado una base en Inglaterra, es el encargado de seguir a los jugadores.
Los idiomas son un resabio de su abnegada trayectoria. Junto con Ernst Happel y Jos¨¦ Mourinho, es el ¨²nico entrenador que ha conquistado campeonatos nacionales en cuatro pa¨ªses distintos. Habla italiano y se atreve con el alem¨¢n, el portugu¨¦s, el espa?ol y el ingl¨¦s. ¡°Me encanta estar sobre el c¨¦sped¡±, se justifica, ante Paula y ante la prensa, ¡°y el olor a hierba reci¨¦n cortada¡±.
Robbie Keane, el veterano atacante irland¨¦s, le mira con una mezcla de ternura y perplejidad mientras Trapattoni habla. Se muerde los labios para no re¨ªrse abiertamente. Le hace gracia, aunque solo entienda la mitad de lo que escucha. En general, los jugadores reportan con Tardelli mientras el jefe se dedica a pasar revista. ¡°La situaci¨®n es similar a la vuelta de la semifinal entre el Chelsea y Barcelona en el Camp Nou¡±, dijo ayer Keane, evocando uno de los argumentos que emplea Trapattoni para animarles a enfrentar a Espa?a con ilusi¨®n. ¡°El Chelsea se defendi¨® durante 90 minutos y aguant¨® con 10 hombres. Esperemos defender igual de bien al tiempo que nos arriesgamos un poco, a ver si con suerte hacemos un gol¡±.
¡°Estoy orgulloso de ser el seleccionador de Irlanda porque mis jugadores tienen coraz¨®n y s¨®lo con coraz¨®n se pueden conseguir cosas¡±, dice Trapattoni, y por su mirada se advierte que no sabe esconderse. Quiere retirarse en el Mundial de 2014. Imagina que Brasil es un lugar perfecto para decir adi¨®s al juego del que no ha podido desengancharse en medio siglo.
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