Los domingos generosos
Cancellara, de amarillo, conduce al tremendo Sagan a la victoria
Algunos podr¨¢n decir que no es sino una locomotora sin cerebro, pero Fabian Cancellara es un ciclista. El suizo es tan grande que podr¨ªa haberse metido en un bolsillo a los dos que se engancharon a su rueda y haber seguido tirando como si nada y tambi¨¦n, si quisiera, podr¨ªa repetirlo todos los d¨ªas. Cancellara, el l¨ªder del Tour, tiene un sentido de su oficio tan grande, un sentido del ciclismo tan profundo, o sea, generoso, que lo que hizo hace unos meses en la San Remo, y un a?o antes en el Tour de Flandes lo repiti¨®: dejar decidir al instinto (siempre elige lo mismo, es su raza), atacar sin mirar atr¨¢s (sabiendo que siempre alg¨²n oportunista que lo esperaba se pegar¨¢ a su rueda) y no dejar de pedalear hasta la ¨²ltima l¨ªnea. Y despu¨¦s, gane quien gane, que no suele ser ¨¦l, no reprocharse nada. Al contrario.
As¨ª gan¨® el belga Nick Nuyens en Flandes el a?o pasado y as¨ª gan¨® el australiano Simon Gerrans la ¨²ltima San Remo, dando al fabuloso helv¨¦tico tan solo un relevo, el ¨²ltimo. As¨ª gan¨® Peter Sagan, que tambi¨¦n es un oportunista, pero algo m¨¢s. ¡°Yo, si hago una cosa, la hago hasta el final. Nunca me parar¨¦ a 500 metros de la meta pensando que no voy a ganar. No soy de esos¡±, dijo el ganador del pr¨®logo. Una declaraci¨®n que tanto vale para un bruto como para un generoso.
As¨ª, entre Cancellara y Francisco Mancebo, que hizo justamente lo mismo hace una semana en beneficio de Fran Ventoso en el Campeonato de Espa?a, podr¨ªan instaurar algo as¨ª como los domingos generosos del ciclismo. Tendr¨ªan la virtud de, por lo menos en el Tour, sustituir ese otro sentimiento, el miedo, que domina tanto estos d¨ªas que amenaza con convertir a los corredores en simples gestores del p¨¢nico, maestro, como se sabe, del ego¨ªsmo.
El Tour volvi¨® a ser Tour y fue m¨¢s Tour que nunca cuando la ¨²ltima cuesta, el hermoso repecho con su chicane en pav¨¦s, sus pendientes imposibles de muro...
Del miedo se hablaba en la salida. Hablaban corredores como ?scar Freire, quien ha decidido que ya no tiene edad para arriesgarse, que estos d¨ªas solo ganan los que se arriesgan. Del miedo hablaba Alejandro Valverde, que reacciona cuando sabe que tiene que meterse en una llegada complicada, como la de esta etapa (una cuesta tremenda, de cl¨¢sica ardenesa, en territorio minero, entre humo de barbacoa y olor a fritanga, que es como los belgas celebran el ciclismo), como si fuera un soldado al que obligaran a salir voluntario de la trinchera en un ataque desesperado, suicida.
No era para tanto claro. No era para tanto nada. Y as¨ª parec¨ªa: los ciclistas, relajados a lo ancho de la ancha carretera, el RadioShack controlando la escapada a lo masoquista (polic¨ªa bueno, Yaroslav Popovich, que les dejaba coger tiempo; polic¨ªa malo, Jens Voigt, que les hac¨ªa sudar: entre medias, enloquecida, l'ardoisi¨¨re en moto y casco amarillo, que tiene nombre de oficio de cuadro de la escuela holandesa, pero que se llama Claire y se dedica a escribir en una pizarra con una tiza la referencia temporal de la fuga) hasta que en el kil¨®metro 25 se fue al suelo un grupo de amigos: Vlad¨ªmir Karpets, Joan Horrach, Jos¨¦ Joaqu¨ªn Rojas, Luis Le¨®n...
El eslovaco se peg¨® a la rueda del suizo, aguant¨® y remont¨®
Fue el ruido de la ca¨ªda como el despertador que se?ala el final de un sue?o en los cuentos. El pelot¨®n recobr¨® la consciencia, se empap¨® de miedo. Gotas tumultuosas, como las de una botella de espumoso o las aguas del tumultuoso Mosa que bordeaban, cada corredor se convirti¨® en una unidad generadora de peligro. Se multiplicaron las ca¨ªdas (Valverde y Rui Costa se vieron envueltos en otra: la zozobra para reengancharse al pelot¨®n les hizo llegar justos a la ¨²ltima cuesta, aunque el prudente Valverde se quejaba: ¡°Ten¨ªa piernas y ganas y pensaba atacar de lejos, pero me cerraron y acab¨¦ sexto¡±), los amagos de abanico, los cortes, el p¨¢nico...
El Tour volvi¨® a ser Tour y fue m¨¢s Tour que nunca cuando la ¨²ltima cuesta, el hermoso repecho con su chicane en pav¨¦s, sus pendientes imposibles de muro, dio paso a Cancellara. Sagan, que lo esperaba, se peg¨® a su rueda y, explosivo, boom, aguant¨® y remont¨®. Es eslovaco y tiene 22 a?os. Desde el estadounidense Lance Armstrong, en 1993, nadie tan joven hab¨ªa conseguido imponerse en una etapa del Tour.
¡°Dicen que ser¨¢s el nuevo Armstrong¡±, le provocan. ¡°Ojal¨¢, ya me gustar¨ªa, pero¡ Ya veremos con el tiempo¡±, responde en varios idiomas con su voz mon¨®tona de t¨ªmido, bronca, palabras a las que la traducci¨®n po¨¦tica de Pascale da vida.
Clasificaciones:
ETAPA: 1. P. Sagan (Esl. / Liquigas) 4h 58m 19s 2. F. Cancellara (Sui. /Radio Shack) m.t. 3. E. Boasson Hagen (Nor./Sky) m.t. 6. A. Valverde (Esp. / Movistar) m.t.
GENERAL: 1. F. Cancellara (Sui. /Radio Shack) 5h 5m 32s 2. B. Wiggins (GBR. / Sky) a 7s 3. S. Chavanel (Fra /Quickstep) a 7s 8. C. Evans (Aus. / BMC) a 17s
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