El reino de la pelota
La sorpresa m¨¢s grata de la Eurocopa fue constatar la nueva relaci¨®n entre los italianos y la pelota. Esta reconciliaci¨®n trae consigo preguntas. ?Ser¨¢ capaz de sostener sus intenciones? ?Podr¨¢ ubicarse m¨¢s all¨¢ del abultado resultado de la final y ver el camino que la llev¨® hasta ella? ?Se extender¨¢ esta revoluci¨®n de Prandelli m¨¢s all¨¢ de Prandelli? ?Acompa?ar¨¢ el calcio las ideas o permanecer¨¢ cerrado en su ortodoxia?
Uno no se hace estas preguntas porque considere que a Italia le falte estilo, sino porque, apegada a aquel arraigado conservadurismo, nos ha ofrecido una intermitencia asim¨¦trica: entre el brillo de algunos de sus equipos hist¨®ricos, la oscuridad de largos periodos de tedio. Sobre todo, en aquellos conjuntos en los que no ha habido luminarias de la talla de Baggio, Totti, Del Piero o algunos extranjeros fenomenales que otorgaran el punto de fantas¨ªa necesaria para que los partidos no terminaran 0-0.
Ese cambio de perspectiva y la confianza que tomaron los italianos a medida que avanz¨® la competencia con su nuevo lenguaje se vieron en la disposici¨®n inicial, pues, a diferencia del debut, se animaron a salir desde atr¨¢s, prescindiendo de la l¨ªnea de cinco y de De Rossi en el centro de la defensa. Un atrevimiento que ya no sorprendi¨® a Espa?a, que sostuvo a Cesc como falso nueve y sali¨® a presionar m¨¢s arriba.
?Se extender¨¢ esta revoluci¨®n de Prandelli m¨¢s all¨¢ de Prandelli? ?Acompa?ar¨¢ el ¡®calcio¡¯ las ideas o permanecer¨¢ cerrado en su ortodoxia?
Fue ese adelantamiento el que llev¨® a De Rossi a alternar su posici¨®n inicial, a la izquierda de Pirlo, con la del primer partido para intentar clarificar las salidas un paso por detr¨¢s de Pirlo, muy presionado.
Si esa efectiva presi¨®n devolv¨ªa la pelota a los pies de Espa?a, era Xavi el que evitaba la presi¨®n contraria. Porque Xavi jug¨® de todo, pero sobre todo de nada. Y es imposible marcar a un futbolista que no juega en ning¨²n lado y aparece en todos. Xavi, como esos kits de adaptadores que venden en los aeropuertos, lo conecta todo. A trav¨¦s de su extraordinario talento y su movilidad, Espa?a escalaba posiciones y se filtraba por las grietas de una Italia m¨¢s abierta. Con Xavi inici¨® el primer gol que canaliz¨® Iniesta hacia un punzante desmarque de Cesc que conect¨® Silva. Una maniobra para reafirmar la l¨®gica de Del Bosque de asegurar primero el dominio del partido y buscar luego la profundidad.
Menos esperada, aunque no menos preparada, result¨® la jugada del segundo gol. Una salida larga que, tras un r¨¢pido apoyo, habilit¨® Xavi al pique profundo de un Alba desatado que confirm¨® su momento con una definici¨®n sencilla, de delantero.
La altura a la que llev¨® el juego Espa?a en la segunda parte redujo el ox¨ªgeno a los italianos, que intentaron ganar profundidad con Di Natale. Su ingreso y la obligaci¨®n de descontar alargaron demasiado a La Azzurra, que busc¨® equilibrio cambiando a Motta por Monteolivo. Dif¨ªcil soluci¨®n cuando inmediatamente Pedro se instal¨® en la derecha para sostener en su sitio al lateral.
Tras la lesi¨®n de Motta, Espa?a se abri¨® para tocar y desfond¨® a una Italia ya sin reemplazos ni energ¨ªa. Del Bosque tuvo tiempo incluso para lucir a Torres, que convirti¨® otra vez en una final, y a Mata, que se llev¨® el ¨²ltimo premio.
Italia fue un digno retador para Espa?a, que, con esta generaci¨®n irrepetible, demostr¨® una vez m¨¢s por qu¨¦ es hoy el rey del f¨²tbol. Y tambi¨¦n el rey de la pelota.
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