El f¨²tbol vuelve a la caverna
La reacci¨®n de Milla y de algunos jugadores tras la eliminaci¨®n en los Juegos remite a una ¨¦poca de excusas y lamentos que parec¨ªa superada
Hay algo peor que una derrota deportiva en s¨ª misma: las excusas, los lamentos, los subterfugios, todo propio, por lo general, de la mediocridad, la que el f¨²tbol espa?ol hab¨ªa logrado superar tras un siglo casposo en la caverna. La reacci¨®n de Espa?a tras su descalabro futbolero en los Juegos ha sido propia de aquellos tiempos, los que Luis Milla, el seleccionador, y alguno de sus jugadores, al amparo de las evasivas del t¨¦cnico, a¨²n no han superado.
?Resulta grotesco que, tras perder con Jap¨®n en un infumable partido y despu¨¦s de una hora en la hamaca ante Honduras y un arrebato final, Milla se suelte con que su equipo ha estado ¡°fenomenal¡±, se parapete tras un mal ¨¢rbitro y, encima, haga de pitoniso: ¡°De haber pasado, est¨¢bamos para medalla¡±. El colmo. Lo dice el mismo que, despu¨¦s del espanto ante Jap¨®n, solt¨®: ¡°Tranquilos, pasaremos¡±. Lo dice quien prepara a un equipo que ha metido un gol en sus cuatro ¨²ltimos encuentros, dos amistosos, ante Senegal y M¨¦xico, y dos oficiales, ante las mencionadas selecciones japonesa y hondure?a. Ninguno de los cuatro adversarios est¨¢ en el olimpo del f¨²tbol precisamente.
Las excusas y lamentos evocan los tiempos de Carde?osa, Luis Enrique o Ghandour
Los seleccionadores no est¨¢n para ser meros acompa?antes de unos futbolistas con estrella, sino para intervenir. Lo demostr¨® Vicente del Bosque como antes Luis Aragon¨¦s. Esa es su letra, no el discurso fatalista barnizado a su antojo o soplar las pompas cuando llega el ¨¦xito embriagador. Ese es el gran papel de los seleccionadores. Y a Milla, llegado de las entra?as del f¨²tbol, le ha costado asimilarlo. Su tard¨ªa reacci¨®n en los partidos en nada corrigi¨® a Espa?a. Es muy dif¨ªcil ser Del Bosque, que no es un mero alineador.
La reacci¨®n de Espa?a tras el fiasco evoca los tenebrosos tiempos de Carde?osa, Luis Enrique o El Ghandour. T¨¦cnicos y jugadores no supieron estar a la altura de lo que se ha ganado el f¨²tbol espa?ol desde Viena 2008. Bien pudieron seguir el ejemplo de Del Bosque, caballero, autocr¨ªtico y reflexivo tras la derrota con Suiza en el estreno del Mundial de Sud¨¢frica. Un d¨ªa en el que la selecci¨®n, por cierto, jug¨® much¨ªsimo mejor que en su pesadilla en Londres.
Hay victorias que, bien metabolizadas, resultan did¨¢cticas. Milla debi¨®, debe, analizar en qu¨¦ ha fallado su preparaci¨®n, su convocatoria, sus alineaciones. Deber¨ªan preguntarse por la conveniencia de haber alistado a tres jugadores llegados tras una Eurocopa extenuante, por qu¨¦ aline¨® a dos centrales zurdos ante Jap¨®n, por qu¨¦ su equipo no supo competir con voracidad hasta que se vio al borde del exilio, por qu¨¦ Javi Mart¨ªnez o Jordi Alba han estado muy por debajo de su rendimiento. ?Exceso de confianza? ?Un cierto aire de superioridad al creerse que con la marca Espa?a ya es suficiente? Sus rivales, con menos recursos, sin campeones mundiales y europeos en sus filas, sin reclutas de una Liga con tanta p¨²rpura como la espa?ola, supieron jugar con el colmillo que no tuvo la selecci¨®n espa?ola, que quiso justificarse con su hist¨¦rica reacci¨®n ante sus adversarios y un p¨¦simo ¨¢rbitro. En nada habr¨ªa influido el colegiado de haber hecho los deberes mucho antes.
Los seleccionadores no est¨¢n para ser meros acompa?antes. Es dif¨ªcil ser Del Bosque
La llegada a la ¨¦lite obliga a tener grandeza, tanto en las victorias como en los varapalos. Aceptar ambas y huir de las cortinas de humo es lo que abrillanta a¨²n m¨¢s a un equipo, lo que genera feligreses por todo el mundo, como los ni?os de Newcastle que el domingo luc¨ªan la camiseta roja. Esa es la principal derivada de la marca Espa?a. En el deporte nadie est¨¢ a salvo de un traspi¨¦. Lo peor es intentar justificar lo injustificable y querer hacer creer que la pel¨ªcula del f¨²tbol espa?ol a¨²n es la del No-Do. Milla, por supuesto, no es el ¨²nico culpable del bochorno. Pero s¨ª es reh¨¦n de su discurso. Con coartadas semejantes, Espa?a se arrastr¨® por el barro durante una eternidad. Al seleccionador ol¨ªmpico le ha costado un d¨ªa autoproclamarse ¡°m¨¢ximo responsable¡±, como sostuvo ayer. Claro que lo es y, en su ejercicio de responsabilidad, tendr¨ªa que hacer una introspecci¨®n propia y del vestuario. Bien cerca tiene el ejemplo de sus mayores de La Roja.
Milla tambi¨¦n podr¨ªa hacerse una ¨²ltima pregunta. A pesar de que el f¨²tbol tiende a mirarse el ombligo desde su burbuja, ?por qu¨¦ la selecci¨®n ha sido el gran borr¨®n? En estos Juegos solo ha perdido, por ahora, la de balonmano femenino en su estreno. Ayer empat¨® con Francia (18-18), como la de hockey sobre hierba masculina con la potente de Pakist¨¢n (1-1). Las chicas del waterpolo triunfaron ante China (11-6), como el d¨ªa anterior lo hicieron los hombres y tanto los muchachos del balonmano como los del baloncesto.
El f¨²tbol, fuente de tantas alegr¨ªas en los ¨²ltimos cuatro a?os, fall¨® con estr¨¦pito en los Juegos. El deporte tiene imprevistos y puede ser accidental. Frente a ello, nada mejor que saber a qui¨¦n se representa, lo duro que es llevar una marca a la cima y, m¨¢s a¨²n, sostenerla con esplendor hasta en las derrotas, en las que el list¨®n espa?ol tambi¨¦n estaba muy alto hasta el pasado domingo.
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