¡°Tengo barriga cervecera¡±
El ¨²nico espa?ol con una medalla, bronce, en p¨¦rtiga entrena a chicas en Soria
Con zapatillas nuevas porque el regalo le hab¨ªa gustado y sin supersticiones, Javier Garc¨ªa Chico (Barcelona, 1966) agarr¨® la p¨¦rtiga en los Juegos de 1992 para tratar de pasar por encima de una barra a 5,75 metros de altura. Chulesco, empuj¨® a un c¨¢mara con un bufido: ¡°?Ya est¨¢ bien! ?Sal de aqu¨ª!¡±. No la super¨®. Se enfad¨® y se lament¨®. Pero, luego, cuando volvi¨® su turno, rebasarla hizo que ese d¨ªa se convirtiera en ¡°uno de los cinco mejores¡± de su vida.
Pregunta. Pas¨® la competici¨®n muy concentrado.
Respuesta. Estaba all¨ª por trabajo, no para florituras. Sab¨ªa que era mi ocasi¨®n. Iba haciendo la cuenta atr¨¢s hasta que quedamos cuatro intentando saltar 5,80.
P. Bubka no era uno de ellos.
R. Hab¨ªa mucho viento y ¨¦l, acostumbrado a tener tiempo, qued¨® atrapado en los dos minutos que dan en los Juegos para saltar. Algunos hac¨ªan visualizaciones creativas antes. Yo era de 10 segundos. De salto y aire.
P. Gan¨® la ¨²nica medalla, de bronce, de la p¨¦rtiga espa?ola.
Cuando compites,
todos son amigos. Cuando lo dejas, si llamas, te cuelgan¡±
R. Un honor. Cuando te la cuelgan, piensas en todos esos d¨ªas en los que no puedes m¨¢s y sigues. Eso no se ve, pero es lo que verdaderamente le da valor.
P. ?Qu¨¦ fue de la medalla?
R. Est¨¢ en un caj¨®n. Romp¨ª el cuadro en el que la guardaba. Soy un despistado. Estuvo perdida unos dos a?os. Bueno, perdida... de no saber d¨®nde estaba: en otro caj¨®n de la casa de mi madre. Tampoco era plan de perderla.
P. ?Qu¨¦ ocurre con la p¨¦rtiga en Espa?a?
R. Hace 10 a?os ten¨ªamos saltadores en cada campeonato y ahora vamos con suerte. En Londres est¨¢ Igor Bychkov, que, en un d¨ªa muy bueno, podr¨ªa llegar a la final, pero que no tiene el nivel suficiente. Son ciclos. Imagino que volver¨¢ el positivo.
P. ?A qu¨¦ se dedic¨® despu¨¦s de la cita de Barcelona?
R. Fui a Atlanta y Sidney, sin resultados, y me retir¨¦. Me hab¨ªa licenciado en publicidad y trabaj¨¦ en una agencia y una productora de televisi¨®n. Hace ocho a?os que entreno a un grupo, casi todas chicas, en el Centro de Alto Rendimiento de Soria. Sigo viviendo de la p¨¦rtiga gracias a esa medalla.
P. ?Ha vuelto a saltar?
R. Hace unos d¨ªas, haciendo un ejercicio, me piqu¨¦ con mis alumnas y me jugu¨¦ una ca?a a ver qui¨¦n saltaba m¨¢s. Creo que salt¨¦ unos 3,80 metros. Gan¨¦ yo.
P. ?Le responde su cuerpo?
R. Ahora tengo barriguilla cervecera y unas piernecillas... Con lo que yo tuve... Las cervicales, un poco fastidiadas. Pero no lo achaco a la p¨¦rtiga: he sido un bestia en mi vida.
P. ?Se dedica a la p¨¦rtiga alguien de su familia?
R. Lo intento cuando viene mi hijo, que vive en Alemania con su madre. Ayud¨¢ndole yo un poco, salta dos metros. Ya le digo que no est¨¢ mal para un ni?o de ocho a?os.
P. ?D¨®nde est¨¢ ahora?
R. En una casa que tengo en un pueblo de Huelva. Vengo de la playa, con el ba?ador a¨²n puesto y negro como el tiz¨®n.
P. ?Cambi¨® su vida al dejar el deporte?
R. Cuando compites, todos son amigos. Cuando lo dejas, ya ni hay palmaditas ni llamadas. Y, si llamas, te cuelgan. Entonces, piensas: ¡°?Qu¨¦ pasa? ?Era la hostia ayer y hoy no soy nada?¡±.
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